Jorge Alcolea, cuando la emoción y la pasión son la materia prima

El galerista y anticuario reflexiona sobre los entresijos de un negocio que exige ilusión, constancia y conocimiento

El prestigioso galerista, a las puertas de su sala en Claudio Coello, 28 ABC

ALBERTO VELÁZQUEZ

Más de 30 años en contacto directo con el arte, sea con la pintura o con las antigüedades, con novedades en contemporáneo o ecos del pasado, han convertido a Jorge Alcolea en un profundo conocedor del funcionamiento de este mercado, tanto con el trabajo en sus tres galerías como en iniciativas impulsadas por él, como el Salón du Conaisseur. Un ejemplo de amor a una profesión que transmite emociones a los compradores, tanto en el caso de un elevado desembolso como en la adquisición de un pequeño grabado. «Hay necesidades básicas que atender (reconoce), pero al crecer económicamente y haber cierta estabilidad… ¿qué ponemos en las paredes? Una obra de arte es un testimonio de cultura».

En este trayecto profesional, Alcolea ha sido testigo de los vaivenes de las cotizaciones: «El arte fluctúa, como sucedió en la época del ‘boom’ financiero e inmobiliario, cuando se vendía todo, incluso fuera de precio, se pagaban verdaderas locuras y los informativos solían cerrar con cifras récord pagadas por diversas obras». Cuando llegó la crisis, a todos los niveles, el arte no escapó del maremoto, como recuerda el galerista y anticuario: «Nunca he recomendado el arte exclusivamente como inversión (nadie te lo puede garantizar), sino como un valor emocional, cultural, histórico. Hay que comprar lo que guste, para disfrutarlo, estudiarlo, para que pasen situaciones personales o familiares a través de él, para tener el recuerdo del momento en el que lo compramos...».

Amplio bagaje

Más de tres décadas de carrera avalan una trayectoria que, en la actualidad, supone una garantía de acierto en la compra («todos los autores que exponemos se revalorizan con el tiempo, es lo bueno de ser una galería seria»). Su parte del recorrido de tres generaciones la comenzó cuando tenía solo doce años, contemplando cómo trabajaba su familia, para continuar, recien salido de la adolescencia, en 1989, como responsable de una galería en Santa Mónica, California.

A la vuelta, se zambulló de nuevo en el activo mercado artístico madrileño: «No había, por supuesto, ordenador, y al poco tiempo pude instalar el primero para gestionar la base de datos».

Nuevas temporadas en Madrid e Ibiza, nueva etapa en Barcelona, el Salón du Conaisseur...

De esa primera etapa, le queda un legado «offline» que quiere seguir manteniendo, a la vez que la galería informa de su actualidad con imágenes y textos en redes sociales como Facebook, Twitter, etc.: «Me gusta mantener (señala Jorge) la parte tradicional del trabajo, la que supone otear a los artistas, escogerlos, preparar la exposición dos años antes, seleccionar los cuadros, hacer las fotografías y el catálogo, preparar visitas previas a posibles clientes, inaugurar y convocar a medios… En el caso del catálogo, somos de las pocas galerías de arte que seguimos ofreciéndolo en papel. Me gusta que los clientes reciban un avance en papel, que lo tengan en sus manos, y por ello editamos 2.000 cada mes».

Jorge Alcolea no solo ha superado los rigores de la crisis, sino que su modelo de negocio ha conseguido asentar lo conseguido y explorar nuevas vías, como las probadas, el pasado junio, con el Salón du Conaisseur, una cita que se celebrará cada junio y octubre en la calle Velázquez, 12 («toda una apuesta, ya que en esos meses baja la actividad en el mercado artístico, en la que logramos convocar a coleccionistas nuevos, de 40-50 años, además de la gente más mayor con más experiencia»). Como coordinador y promotor de esta distinguida convocatoria de acceso gratuito, consiguió, en sus propias palabras«un auténtico viaje en el tiempo, con piezas de museo que no están en el museo».

«Somos de las pocas galerías de arte que seguimos ofreciendo catálogo en papel»

Entre las bazas para el éxito de la primera edición y la expectación ante la segunda, destaca la base del proyecto: «obras bien cuidadas a precios adecuados, con expertos que explican al detalle cada pieza». En la próxima edición, el salón contará con muebles de colección, españoles y franceses, piezas arqueológicas «y (destaca Alcolea) una pieza original de El Greco, un Sorolla muy importante, una excepcional colección de espejos del siglo XVIII y de plata del siglo XIX…).

Apretada agenda

Su agenda del próximo otoño pasa por la remodelación de la galería de Barcelona, que cumplirá 50 años dentro de cinco y que pasará a llamarse, desde octubre, Sala Nonell-Jorge Alcolea (c/Johann Sebastian Bach, 16): «Reabrimos para reanimar un mercado que cuenta con una tradición muy importante de artistas catalanes y que debe activarse y abrirse a artistas de otras latitudes (por ejemplo, en Madrid se vende mucho arte catalán)». Una importante aportación al particular «triángulo del arte» que regenta, completado por Jorge Alcolea Madrid y Jorge Alcolea Ibiza.

En Madrid, su sala (Claudio Coello, 28) abrirá temporada, el próximo 20 de octubre, con las obras del premio de Premio Talento Artístico Ahorro Corporación Financiera-Iberlending y con la preparación de su presencia en el calendario de salones especializados: «Hay que moverse, poner ilusión, emoción y dinamismo, no quedarse esperando a que aparezcan clientes y quejarse de que las cosas no funcionen. Hay que organizar encuentros, foros, incitar a profesores que expliquen los cuadros…». Como destaca Jorge Alcolea, la experiencia del galerista es estratégica, crítica… pero siempre hay que apelar al acierto de los artistas seleccionados: «La labor principal es suya, siempre les digo que el cuadro tiene que venir ya vendido del estudio». Desde luego, es un buen principio...

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