Los grandes retos que esperan a Guindos en el BCE

El organismo bancario da la bienvenida a Guindos con una extensa lista de retos

Luis de Guindos aterriza hoy en su nuevo cargo del BCE EFE
Rosalía Sánchez

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El plan consistía en relevar a la cúpula del BCE en coincidencia con el cambio de ciclo, con la crisis de la deuda oficialmente superada y con la disposición de empezar a tirar de la cuerda de la política monetaria , tras la histórica relajación inspirada por Mario Draghi. Pero hace ya tiempo que la agenda del BCE dejó de ser previsible o aburrida y no hay mes que falten las emociones fuertes, de modo que Luis de Guindos aterriza hoy en su nuevo cargo de vicepresidente de la entidad europea en medio de nuevos sobresaltos.

El BCE es, para empezar, el mayor tenedor de deuda italiana , fruto del ingente programa de compra de bonos con el que Draghi hizo realidad aquello de «tanto como sea necesario», de forma que desde el punto de vista de las cuentas es el menos interesado en lo que está ocurriendo. «Ningún banco central actuaría a raíz de eventos de unos pocos días», se ha limitado a decir un portavoz. «Sin ajustes no habrá rescate», han sido las últimas palabras del predecesor de Guindos en el cargo, Victor Constancio. ¿Pero qué pasará si Italia no logra placar la fuga de capital e inversión? ¿Habrá rescate con el italiano Draghi ya de salida del Consejo y con el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidemann , preparándose para tomar el relevo? ¿En qué platillo de la balanza se sentará el español llegado el momento? Previsiblemente, su primera aparición pública como miembro del BCE tendrá lugar el próximo 8 de junio en Riga, Letonia, donde comparecerá junto con Draghi en la tradicional rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, en la que informarán sobre las decisiones adoptadas respecto a los tipos de interés, avanzarán previsiones de inflación y crecimiento para la eurozona y adelantarán detalles sobre la hoja de ruta de la «normalización monetaria». Tendrán que hablar, además, sobre Italia. Quizá también sobre España, dadas las circunstancias políticas. Y es previsible que la visión de Draghi sea en este punto especialmente valorada por el Consejo. Los cargos del BCE no representan a sus países de origen, por su puesto, pero ningún banco de datos puede ofrecer tanta información de primera mano como de Guindos hablando del caso español.

Los mercados se agitan y devuelven a primera línea algunas de las asignaturas pendientes, como la aplicación de las eternamente recomendadas por Draghi reformas estructurales y las indicaciones de limpieza y organización del sector bancario. En la parcela española, preocupa el retraso del Gobierno español en acelerar la privatización de Bankia y los pasos hacia una nueva fase de concentración de entidades , bien a nivel local, bien a nivel trasnacional, además de la salida de activos de la Sareb y las desinversiones pendientes del Frob. En reaidad son tareas que Guindos se dejó por hacer y los técnicos del BCE han sido muy directos al citar como ejemplo de r apidez la venta de Santander de los activos tóxicos del Popular .

Sin salir todavía de España, El BCE señala también la necesidad de procesos de concentración hacia entidades bancarias con capitalización no inferior a los 70.000 millones de euros en una primera fase, criterio extensible a Europa. Esa condición sólo está en condiciones de ser superada en España por el Banco Santander (74.800 millones). En Europa le seguiría BNP Paribas con 73.000 millones. Detrás van, con más de 30.000 millones de diferencia, ING, Intesa Sanpaolo y BBVA (39.000 millones), Credit Agricole, Unicredit, Nordea Bank, Societe Generale y KGC (28.000 millones).

El principal punto en la agenda, sustos aparte, es la citada «normalización»: terminar con las compras, ir poco a poco desprendiéndose de la deuda acumulada mediante una línea muy gradual de no reinversión de los intereses y vencimientos recibidos hasta la normalización del balance. Debe ser muy, muy gradual y lo suficientemente bien explicada a los inversores como para no generar estrecheces en la financiación, ya que, lejos de haberse rebajado los ratios de endeudamiento, la deuda se mantiene.

Las aguas están más revueltas de lo previsto también de puertas afuera de la zona euro, debido a las no declaradas guerras comerciales y guerras de divisas con las que Donald Trump ha puesto patas arriba los equilibrios geopolíticos globales. Las previsiones de crecimiento y los principales datos macro de referencia han quedado en cuarentena, a la espera de comprobar hasta dónde es capaz Trump de mantener sus múltiples pulsos. El personal del BCE advierte de que «una escalada significativa del riesgo de tensiones comerciales puede arruinar la recuperación actual del comercio global y de la actividad económica». Y no faltan los analistas que auguran que la burbuja de la deuda y la burbuja inmobiliaria en determinados mercados, como el alemán, le van a estallar en la cara al BCE en medio de la remontada de los tipos de interés, por lo que se suman a la lista de retos que Guindos habrá de afrontar desde su nueva oficina. Al menos llega en jornada festiva. Guindos ocupará su nuevo despacho en coincidencia con la celebración del vigésimo cumpleaños del BCE, fundado el 1 de junio de 1998 en Fráncfort, a imagen y semejanza del Bundesbank y bajo la presidencia del holandés Wim Duisenberg. Fue hace mucho, mucho tiempo, en una UE muy lejana, en la que el Consejo no era capaz siquiera de atisbar de lejos las crisis a las que un día tendrían que hacer frente sus miembros.

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