Esteban Roig, un especialista en vaciar las pymes que prometía reflotar

El liquidador profesional llevaba las empresas a preconcurso de acreedores y, en el plazo que le daba el juez para, en teoría, intentar reflotar la sociedad, suspendía todos los pagos, pero no los cobros

Javier Chicote

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Esteban Roig Padrosa acumula casi tantas denuncias por estafa -y alguna condena mercantil- como cargos en empresas. Los registros de 21 provincias, de Albacete a Gran Canaria pasando por Barcelona o Cantabria, revelan que mantiene 94 cargos activos en 84 sociedades. El motivo de esta bulimia empresarial no es que sea un gran emprendedor, sino que ha hecho su agosto acudiendo al rescate de pequeñas y medianas empresas en graves apuros.

Esteve -en catalán- compraba entrevistas en modestos programas de televisión en las que anunciaba su rimbombante firma, Grup GV (Gutsen & Vergelsa), capaz de «remontar la crisis y solucionar los problemas» de todo tipo de pymes que facturaran «entre 1,5 y 50 millones de euros». Cuando un empresario con la soga al cuello solicitaba sus servicios, le compraba la empresa por un euro y le prometía sanearla y venderla al mismo cliente o a un tercero después de pagar a todos los acreedores. También les ofrecía mantenerlos con un cargo en la compañía.

Cuando se ponía manos a la obra, enseguida quedaba claro que le interesaba mucho más el activo que el pasivo de los balances. Uno de sus desafortunados clientes relata a ABC cómo Esteban Roig utilizaba artilugios contables para vaciar la empresa. «En la primera liquidación de IVA que presentó vi que no pagamos nada. Había cruzado facturas falsas de otras empresas de su grupo para generar pérdidas y quedarse el IVA» .

El liquidador profesional llevaba las empresas a preconcurso de acreedores y, en el plazo que le daba el juez para, en teoría, intentar reflotar la sociedad, suspendía todos los pagos, pero no los cobros, que pasaba a canalizarlos en una cuenta distinta, generalmente en una sucursal bancaria de Barcelona, su centro de operaciones. También vendía los activos de la compañía, hasta exprimirla al máximo.

Una de las muchas empresas de las que se hizo cargo, domiciliada en Málaga y con una facturación anual de algo más de un millón de euros, le sacó 200.000 limpios para él en apenas unos meses. Unas cuantas semanas le servían para dejar las instalaciones como un queso gruyer. Vendía hasta las estanterías. A sus cargos activos hay que sumar otros 33 en 28 sociedades de las que ya salió. Esteban Roig también captaba a empresarios en situación límite a través de agencias intermediarias. La sociedad en crisis pagaba a un agente para que le encontrara un salvavidas al que aferrarse. Un día sonaba el teléfono y le hablaban de un tipo «extraordinario» y con «amplia experiencia», «Esteban Roig, del Grup GV». La presunta estafa eléctrica es otra de sus facetas.

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