Antonio López

Emilio Ybarra: Vasco y español

Lo más destacable de su ejercicio como banquero está en el reconocimiento del personal como el mejor intangible del Banco.

Fotografía de archivo, tomada en 1998, del expresidente de BBVA Emilio Ybarra EFE

Antonio López

La muerte de Emilio Ybarra no ha sido una sorpresa. Su mala salud de hierro disparaba con frecuencia, en los últimos tiempos, alarmas preocupantes, pero ha ido ganando la batalla, superando las previsiones médicas raramente optimistas.

La resistencia ha sido una constante en su vida, una vida que comenzó en la soledad de una orfandad madrugadora. Su abuelo materno, Alfonso Churruca ejerció de padre y orientó sus pasos hacia el mundo de la empresa periodística y de la banca, actividades ambas a las que dedico su ejercicio profesional.

Como consejero del grupo Correo impulsó la conversión de los dos grandes periódicos vascos, el Correo y el Diario Vasco, en la realidad que es hoy el grupo Vocento. Su filosofía empresarial tenía dos principios: Los periódicos debían ser independientes y con peso familiar que hiciera posible la continuidad de una historia, el mantenimiento vivo de una herencia.

En sus planteamientos de personaje resistente figura el no haberse dejado seducir por los cantos de sirena de inversores extranjeros y por las presiones de un entorno político siempre tentado de intervenir en los medios escritos.

En la biografía de Ybarra hay una realidad que no fue bien entendida. Él decía que tenía dos sombreros, el de accionista de peso del grupo Correo y el de presidente de un Banco. Siempre marcó una línea divisoria entre ambos y acostumbraba a recordarme, cuando se trataba de las relaciones entre el banco y el grupo periodístico, que era obligado respetar una distancia que garantizara la independencia del grupo. Me lo recordaba en mi condición de Director de Comunicación y Adjunto a la Presidencia y, cuando desde instancias políticas se pedía su intervención cerca de los medios de los que era accionista, su respuesta era que se dirigieran a los gerentes. Era otro el sombrero.

¿Error o acierto? En cualquier caso, una realidad que yo viví desde mi responsabilidad de director de comunicación.

Al Banco, Emilio dedico la mayor parte de su tiempo y consiguió logros importantes como crear una potente franquicia latinoamericana, pero lo más destacable de su ejercicio como banquero está en el reconocimiento del personal como el mejor intangible del Banco. Le gustaba visitar sucursales, su memoria le permitía conocer el nombre de los directores de sucursal, sus problemas, le gustaba escuchar a la red. Compensaba su timidez con la cercanía

Emilio era profundamente vasco y profundamente español. Una dualidad que en su caso fue una síntesis vital que vivió con pasión y con esperanza.

Antonio López es ex director general de Comunicación del BBVA

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