La economía circular se atasca en un camino mal empedrado

Los principales indicadores del desarrollo de esta actividad sitúan a nuestro país muy por debajo de la media de la Unión Europea

El parón político frena el cambio de paradigma: el plan institucional con el horizonte de 2030 aún es un borrador casi dos años después

Fuente: Asyps, Eurostat y Cotec ABC
Laura Montero Carretero

Laura Montero Carretero

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Que el planeta emite señales de alerta y ha llegado el momento de pasar a la acción es una realidad asumida en las distintas esferas de la sociedad. Desde los más jóvenes, con Greta Thunberg convertida en icono de sus reivindicaciones , hasta presidentes de las grandes multinacionales pasando por instituciones de la Unión Europea, han emprendido iniciativas orientadas a frenar el deterioro medioambiental que golpea los distintos puntos del globo.

La Cumbre del Clima de Madrid, donde han estado representados los casi 200 países que conforman el Acuerdo de París, ha reavivado la conciencia ecológica y ha puesto sobre la mesa algunos de los retos que deberán afrontar los diferentes Estados en su lucha contra el cambio climático. Una de las grandes tareas es el impulso de la economía circular , un concepto con el que ya están familiarizados uno de cada tres españoles, según datos de la Fundación Cotec.

Este modelo productivo va más allá del reciclaje. Su propuesta se basa en sustituir el sistema tradicional de extraer, consumir y desechar por otro basado en la reutilización , que alargue la vida útil de los materiales, minimice la generación de residuos no reciclables y reduzca el uso de los recursos naturales no renovables, que tendrán que abastecer a una población mundial que se prevé que llegue a los 9.800 millones para 2050 desde los 7.600 actuales.

Además de ayudar a frenar el deterioro ambiental, según estimaciones del Foro Económico Mundial y de la Fundación Ellen MacArthur la economía circular podría generar en la Unión Europea un beneficio de 1,8 billones de euros de aquí a 2030 , lo que supondría 0,9 billones más que el actual modelo. Nino Herrería, managing director de Accenture Strategy, señala que «hay mucho valor en juego en esta transición, unos 4,5 billones de dólares a 2030, que podría representar en España unos 100.000 millones de euros». A nivel social, la Comisión Europea calcula que la aplicación de toda la normativa vigente en materia de residuos se traduciría en la creación de más de 400.000 empleos , de los cuales 52.000 se localizarían en España.

Nuestro país, sin embargo, se ha estancado en la transición hacia ese nuevo paradigma. «España empezó con fuerza, pero hemos tenido un parón en los últimos años. Hay empresas que están tomando el toro por los cuernos, sobre todo las grandes, que son las que tienen más capacidad de actuación en el tema de inversiones y de cambio de procesos, pero las pymes lo ven difícil porque a la hora de variar sus procesos necesitan invertir dinero. Después de la crisis que ha habido y ahora sin gobierno se ha parado absolutamente todo y a España le ha pillado con el pie cambiado», asegura José Vicente López , doctor ingeniero de montes y especialista en economía circular en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Insuficiente

El bloqueo político no ha ayudado a definir un marco institucional claro. La Estrategia Española de Economía Circular 2030, redactada por el Gobierno en febrero de 2018, se encuentra aún en fase de borrador y los expertos coinciden en que se queda corta.

«Es un primer paso, pero la veo escasa tal y como está formulada sobre todo por la financiación. Se aborda la contaminación marina por plásticos, cómo hacer el turismo circular, temas agroalimentarios,... pero todo eso necesita inversión», subraya el profesor de la UPM.

Ángel Fernández , presidente de la Fundación de Economía Circular, piensa que «se habla poco de la obsolescencia programada, de la valorización energética, que es un tema espinoso pero sobre el que hay que tomar decisiones. En otras cosas noto que se pone poco número, pocos objetivos concretos».

A pesar de que en diciembre de 2015 la Comisión Europea aprobó el Plan de Acción de Economía Circular, que incluía 54 medidas para los próximos cinco años, su aplicación ha sido desigual en los distintos países. Y es que, aunque no existe un indicador universalmente reconocido para evaluar los avances en esta materia, sí hay elementos significativos que revelan que España debe mejorar .

Si bien en la generación de residuos municipales per cápita ha progresado, ya que desde 2010 se sitúa por debajo de la media europea, a partir de 2014 este valor registra un incremento, al pasar de las 448 toneladas de ese ejercicio a las 462 de 2017, según datos de Eurostat recogidos en el último informe sobre la situación y evolución de la Economía Circular en España , publicado por la Fundación Cotec. En el resto de los indicadores específicos más destacados la posición rezagada de España es evidente. El porcentaje de residuos municipales reciclados en nuestro país, por ejemplo, es del 33,5% frente al 46,5% de la media europea, muy lejos del objetivo del 60% marcado por la Comisión Europea para 2030.

En lo que respecta a la tasa de circularidad , que mide la proporción del material recuperado y devuelto a la economía, España se encuentra en una situación muy deficitaria, al anotarse un 8,2%, inferior a la media de los 28 países que integran la Unión Europea (11,7%). Y la brecha se dispara en el caso del tratamiento de los residuos municipales.

Fuente: Asyps, Eurostat y Cotec ABC

Mientras que en países como Suecia apenas el 1% de la basura acaba en vertederos, España destina el 54% de los residuos municipales a estos lugares , que acumulan cada año 12 millones de toneladas de basura que ya no se puede recuperar para nuevos usos. Un porcentaje que es más del doble de la media de la Unión Europea y más de cinco veces el objetivo del 10% que ha establecido la Comisión para el año 2030.

«Hay que empezar a montar muchas más plantas de compostaje, de selección de plasticos, de vidrios, plantas para producir energía eléctrica o calor… Para eso hay que gastar un presupuesto importante y aparte se requiere tiempo. Tengo mis dudas de que podamos llegar con los plazos que tenemos a cumplir con los objetivos europeos», dice Ángel Fernández.

Un espejismo

A nivel macroeconómico, en el indicador de referencia nuestro país sí que toma la delantera a la media europea: se trata de la productividad de los recursos , que compara el Producto Interior Bruto (PIB) con respecto al Consumo Material Interior (CMI) y que mide la eficiencia en el uso de recursos materiales.

Mientras que el índice nacional se sitúa en los 2,7 euros por kilo, la media de la Eurozona se queda en los 2,2. Y hay más: desde 2007 hasta 2017 este índice ha experimentado un crecimiento continuado en territorio patrio, al pasar de los 1,2 euros por kilo a los 2,8. ¿Significa esto que España se ha puesto las pilas en materia de economía circular? No. La causa de esta mejora es coyuntural y está relacionada directamente con la crisis económica.

Como explica Luis M. Jiménez , presidente de la Asociación para la Sostenibilidad y el Progreso de las Sociedades (Asyps) y uno de los autores principales del mencionado informe de Cotec, con el estallido de la recesión «al disminuir la cantidad de consumo de materiales, sobre todo de la construcción, el cociente va aumentando porque el PIB se mantiene». Así, esa evolución favorable «no es resultado de una presunta modificación del patrón estructural de la economía española, que más bien se resiste a afrontar cambios transformadores del modelo lineal».

La prueba está en lo que ocurre a partir del año 2014, con el inicio de la recuperación, cuando se produce una disminución en la tasa de mejora . «Se recupera el consumo, la construcción, y estamos otra vez en una situación bastante más desfavorable», indica Jiménez, que añade otro factor que explica los buenos números de España en este indicador: la propia estructura económica del país, con un gran peso de los servicios y una baja proporción de la industria pesada. Con todo ello, el objetivo político de la UE, también asumido por España, de incrementar la productividad de los recursos en un 30% para 2030 «se ve un poco comprometido» en opinión de este experto.

Marta Contreras , directora de Sostenibilidad de KPMG en España, afirma que «hace falta trabajar para que la economía circular no incluya únicamente iniciativas aisladas, sino que sea un cambio en la concepción de los modelos de negocio» y menciona uno de los fallos que se cometen en nuestro país: «Las medidas que se toman se suelen centrar en la fase de gestión del residuos, más que en la fase de diseño y uso de los productos. Además, debe darse prioridad a la reducción o a la reutilización». Contreras defiende que otro aspecto que tenemos pendiente en España es «la asignación de recursos para crear grupos colaborativos sólidos e inversión en innovación, ya que son los pilares en los que se sostiene toda la filosofía de la economía circular».

Fernández, de la Fundación de Economía Circular, estima conveniente fijar una « hoja de ruta que definiera las prioridades generales a nivel nacional y que cada autonomía, en función de sus características, fijase otras», puesto que actualmente «cada una va a una velocidad diferente». Jiménez, por su parte, apunta que «se echa en falta un marco de referencia para aglutinar los esfuerzos de economía circular en España , así como políticas decididas que fomenten los nuevos modelos circulares y venzan las barreras del modelo lineal dominante». En este sentido, insiste en que son necesarios «impulsores sistémicos» para que se puedan crear «procesos disruptivos para dar saltos verdaderamente importantes y no solo incrementos pequeños».

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