El cuestionado superávit alemán

Frente a las críticas de EE.UU. y París, Berlín justifica su exportación récord por su alta competitividad

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
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Repasó el documento de ocho páginas que había preparado su equipo durante el vuelo desde Berlín a Washington. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, acudía a la reunión de primavera del FMI dispuesto a responder a las acusaciones de Estados Unidos y Francia, que consideran que Alemania se beneficia de un euro «groseramente infravalorado», en palabras de Donald Trump, y de un superávit «inaceptable», según el candidato a las presidenciales francesas Emmanuel Macron.

Con ese documento de 29 puntos, Schäuble se armaba para defender ante el resto del mundo la balanza alemana. Y como la mejor defensa es un buen ataque, apuntaba además que la culpa del desequilibrio no es de la economía germana, sino de la súper política expansiva del BCE.

«El crecimiento económico de la zona euro y la evolución de la inflación podrían impulsar al BCE a comenzar una normalización de su política monetaria… Un euro más fuerte reduciría automáticamente el superávit comercial».

Frente al nuevo récord de 1.207 billones de euros en exportaciones en 2016, con lo que el superávit alemán se encarama a los 252.900 millones de euros, Schäuble ha repartido otras cifras por los despachos de Washington. EE.UU. recibe anualmente 1,3 millones de turistas alemanes, las empresas alemanas gastaron en ese país 7.100 millones de dólares en investigación y desarrollo en 2016, invirtieron allí 319.000 millones de dólares y pagaron unos 90.000 millones de dólares en salarios. Un 10% de toda la inversión extranjera directa en Estados Unidos procede de Alemania y las empresas alemanas en los Estados Unidos emplean alrededor de 672.000 trabajadores, sin mencionar aún que las empresas estadounidenses se benefician con la maquinaria alemana.

El mensaje era claramente que la salud del flujo comercial es una bendición para todos y que son las empresas y los consumidores los responsables de una balanza que Berlín no entiende como un suma y resta, sino más bien a través de la teoría de los vasos comunicantes.

Responsabilidad compartida

Schäuble recordó que «la balanza por cuenta corriente en Alemania no está controlada por el Estado». «Una parte importante del superávit está determinada por factores en los que la política económica y financiera alemana no puede influir directamente», subraya el documento, «factores temporales como el tipo de cambio del euro o los precios de los productos básicos y del mercado de la energía». «Como miembro de la Unión Europea, Alemania no ejerce una política comercial independiente, más bien, la política comercial es competencia de la UE», añade, «la política del gobierno federal se ajusta a todos los acuerdos y arreglos comerciales internacionales y de la OMC».

Trump reprochó a Berlín que se beneficia de un euro «groseramente infravalorado»

Además defendió en varias conversaciones que el superávit alemán está destinado a desaparecer con el tiempo, o mejor dicho, con la edad. El Gobierno de Berlín calcula que el superávit se reduzca hasta alrededor del 7% del PIB el próximo año y uno de los factores que explican ese descenso sería el rápido envejecimiento de la población alemana. «En una sociedad donde el envejecimiento está creciendo, los ahorros, incluidos los capitales invertidos en el extranjero, caerán a medida que los pensionistas los utilicen para financiar su consumo en Alemania», ha dicho el ministro, «probablemente reducirá el superávit por cuenta corriente y podría incluso convertirlo en un déficit». A los franceses, por último, les recordó que si la locomotora alemana sigue tirando de la zona euro este año, con un crecimiento del PIB 1,5 %, 1,8% eliminados los efectos del calendario, será precisamente porque se apoya en las vigorosas exportaciones.

La réplica de Lagarde

Sus argumentos, sin embargo, no convencieron en Washington. «Un 4% podría estar justificado, un 8% no», fue la respuesta de la directora del FMI, Christine Lagarde, cuya posición refrendan algunos expertos alemanes como Carsten Hefeker, profesor de la Universidad de Siegen que reconoce que «el elevado superávit refleja una débil política de inversiones en Alemania y de la creciente debilidad de los salarios». Hefeker explica que muchas empresas prefieren invertir en el exterior para tener a sus clientes más cerca y que los descensos de los salarios en Alemania, a partir de la Agenda 2010, que comenzó a aplicarse en 2000 y que ha supuesto una seria reducción de sueldos, pensiones de jubilación y ayudas sociales, mantiene acordonados consumo interno y importaciones.

Alemania justifica su superávit por la política expansiva del BCE

«La respuesta no puede ser que debilitemos nuestra fuerza. Una importante palanca sería llevar a cabo aquí mayores inversiones en educación o infraestructuras y mejorar las condiciones marco en política fiscal y económica», ha sugerido desde la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria alemana (DIHK), Achim Dercks. El economista jefe de la asociación de ingeniería mecánica VDMA, Ralph Wiechers, recuerda sin embargo que «hemos hecho dolorosos esfuerzos para lograr este nivel de competitividad, difíciles reformas que otros países no han realizado consecuentemente» y sugiere que pedir políticas de reducción de superávit es como pedir al alumno aventajado que estudie menos, porque los rezagados no logran seguir su ritmo, en lugar de pedir a los rezagados un mayor esfuerzo.

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