La España hecha a sí misma

Cotton Crown, una aventura que surgió de la crisis y se hizo viral en la Red

En sus cuatro años de vida, esta firma textil se ha logrado colar en el armario de las vip

Ángela González, fundadora de Cotton Crown ROSA COLLADO
Susana Alcelay

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Como otros muchos jóvenes Ángela González terminó la carrera de Derecho y tras realizar un posgrado en UCLA, en Los Angeles, regresó a España en busca de empleo. Empezó a trabajar en una central de compras textil, lo que marcaría su proyecto futuro. Tras 18 años de experiencia en una multinacional francesa de distribución Ángela decidió emprender su aventura en solitario y en 2013 fundó Cottón Crown. «En una central de compras se aprende a gestionar de todo: compras, presupuestos, equipos, colecciones, campañas, ferias… Ello me permitió lograr buenas dotes de gestión y alcanzar un profundo conocimiento del mundo textil», relata.

Sus continuos viajes de trabajo, de visitas a ferias internacionales en Europa y Estados Unidos y reuniones continuas en París decantaron a esta emprendedora por abrir su propio negocio. En 2013 dejó voluntariamente su trabajo y, llena de ideas y de ilusión, puso en marcha Cotton Crown. En los inicios almacenaba y distribuía todo desde casa, «lo recuerdo como un caos, no había rincón en el que no hubiera alguna prenda, y el garaje se convirtió en un almacén logístico… Éramos capaces de preparar en un día 30 pedidos online. Una verdadera locura», afirma.

Cuando Ángela se planteó emprender tenía claras dos cosas : la primera, que quería estar sola en esta aventura para poder tomar cualquier decisión con plena libertad; y la segunda, que quería trabajar preferiblemente en España. «El 100% de mi producción se hace en España. Soy gran defensora del “made in Spain”», insiste. Comenzó testando sus productos en puntos de venta efímeros, en «pop up» donde alquilaba espacios por semanas. La aceptación de sus prendas le empujó a empezar la venta online a través de su página web ( www. cottoncrown.net). Abrió su primera tienda; después llegó la segunda y la tercera, todas en Madrid. A ello se une un corner permanente en la capital.

Sudaderas, camisetas, parkas... Cotton fabrica ropa desenfadada que confecciona con técnicas complejas pero cuyo resultado hace que cada prenda sea distinta. «Utilizamos algodones españoles muy cuidados. Lo compramos en crudo, sin tintar, después confeccionamos las prendas, camisetas, sudaderas, pantalones o trajes de baño, y finalmente se tintan», explica. Este proceso de fabricación, llamado «tinte en prenda», no es el habitual. «Lo normal —afirma—es comprar las piezas ya teñidas al color deseado y confeccionarlas sin más, el denominado “tinte en pieza” que nosotros no utilizamos». Ángela decidió invertir el orden, y aunque el proceso es más largo y costoso, logran un aspecto envejecido y vintage único. No niega que elegir España para fabricar encarece el producto, pero piensa que el «hecho en España» es valorado por el cliente y que el resultado final es más positivo.

Si alguna prenda identifica a Cotton Crown es su ropa de baño . Bikinis y bañadores exclusivos que se han «viralizado» en internet y que son utilizados por famosas como Ana Boyer, Eugenia Silva, Mar Saura, Sara Carbonero o Marta González. Esta emprendedora diseña los estampados de su colección de baño, que son exclusivos y se registran. Acompañar cada prenda de baño con el mismo estampado en la funda del móvil es la última novedad de Cotton.

González espera para este año un crecimiento importante de las ventas online . «Es el futuro de muchos patrones de consumo. Cada vez dedicamos menos tiempo a la compra física, no encontramos el momento. Internet cubre totalmente las expectativas del consumidor; solo debe invertir cinco minutos escasos desde el móvil, la tablet o el ordenador», añade.

¿Una recomendación para los jóvenes que estén pensando en emprender? «Hay que hacerlo, sin miedo. Pero hay que tener ideas brillantes. Un proyecto claro, definido, viable y sobre todo diferente porque el consumidor busca la personalización», apunta. Piensa que después de muchos años en los que el consumidor se sentía atraído por modas muy definidas y marcas asentadas, ahora se buscan firmas más pequeñas y exclusivas. «El cliente demanda prendas con una imagen diferenciada, de calidad, y con un precio ajustado. Combinar todo es muy complicado. El mercado expulsa a cualquiera que no sea capaz de cubrir estas expectativas», concluye.

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