Mientras el mundo se decide la dirección que toma, los bancos prefieren esperar en casa
Mientras el mundo se decide la dirección que toma, los bancos prefieren esperar en casa - FOTOLIA

Los bancos vuelven a casa

Las entidas europeas encabezan un proceso de desglobalización financiera

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
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"En 2025 todavía existirán los bancos, pero serán muy diferentes a los actuales". Esta frase ha presidido la reunión del Swiss International Finance Forum celebrado en Berna el pasado 20 de junio, un foro en el que los banqueros suizos han constatado el final del movimiento de globalización generalizado del sector. Una de las principales diferencias a las que se refieren, perfilando la banca de la próxima década, es que la presencia de los bancos extranjeros a nivel internacional tocó techo en 2009 y el paso de los años demuestra que el repliegue del negocio hacia adentro de las fronteras nacionales no ha sido meramente un acto reflejo y momentáneo, sino que parece perpetuarse. Los responsables del panel sobre "Internacionalización", el presidente de Swiss-Re, Walter Kielholz, y Romeo Lacher, presidente del consejo administrativo de SIX, instaron a la banca suiza a cubrir el hueco que están dejando muchos bancos de otros países en su regreso a casa, pero reconocieron que se enfrentan al mismo obstáculo que el resto, la nueva regulación financiera.

A inicios del siglo XXI, los bancos prestaban gustosamente en el extranjero con cierto apetito por el riesgo y a poco que las perspectivas económicas fueran buenas. Tras los excesos que llevaron a la crisis, sin embargo, los gobiernos emprendieron una labor regulatoria que ha puesto límites al riesgo y ha compartimentado el negocio financiero, de modo que la presencia en otros países ya no genera un negocio tan fácil y se ha vuelto más costosa.

Tras la llegada de Trump a la presidencia de EE.UU. y su decreto para revisar las disposiciones de la Dodd-Frank Act, el Departamento del Tesoro ha comenzado a recortar esa normativa, pero eso no quiere decir que se esté desencadenando un movimiento de desregulación generalizado a nivel global que sirva de incentivo para revertir la tendencia. "No habrá una amplia ola de desregulación para los bancos estadounidenses", afirma el ex presidente del Bundesbank alemán y ahora directivo de UBS, Axel Weber, "ni Europa seguirá ese proceso como con piloto automático". Weber comenta también una nueva dinámica en la actividad bancaria que desea esquivar los riesgos puestos tan dolorosamente en evidencia por la crisis.

El último informe de Banco de Pagos Internacionales confirma esa tendencia. Las operaciones "crossborder" entre bancos a nivel internacional pasaron del 70% del PIB en 2007 a menos del 40% en 2013, un proceso que probablemente ha continuado en los últimos años, y son los bancos europeos los que están protagonizando este proceso de desglobalización financiera, acentuado durante este último año por las incertidumbres generadas por el Brexit.

Las solicitudes bancarias transfronterizas alcanzaron los 34,6 billones de dólares en el primer trimestre de 2008, pero sólo dos años más tarde, habían caído a 27,9 billones. Aunque tras tocar fondo la cifra inició la escalada, todavía no ha logrado recuperarse. Incluyendo la inversión directa, en 2015 los volúmenes transfronterizos representaban apenas la mitad que en 2007, según un informe de McKinsey.

El BIS alude a factores como el ajuste del sector, primando capital por deuda y dando paso a una nueva mentalidad bancaria en la que prima el descenso de las expectativas de resultados, el aumento de la aversión al riesgo y la preocupación por la distorsión en la estrategia a raíz de la política monetaria del BCE. Habla más de un ajuste cíclico que estructural, pero hay políticos y financieros en Europa que sí ven un cambio de orden y que lanzan mensajes ambivalentes.

El influyente gobierno de Merkel, por ejemplo, es un gran defensor de la globalización convenientemente regulada, pero la canciller ha pronunciado una frase que certifica un cambio de era: "Los tiempos en los que podíamos fiarnos de los otros han terminado". En los grandes despachos de los bancos europeos la principal preocupación ahora no es fortalecer sus posiciones en mercados internacionales, sino la fijación de unos sólidos andamios en la Europa post Brexit. "Pensamos que será mejor para Europa modernizar y reunificar los mercados de capital en estrecha colaboración con Reino Unido. De lo contrario, los ganadores van a ser Nueva York, Singapur o Shangai", dijo la semana pasada, en una conferencia de inversores en Berlín, el presidente de Deutsche Bank, John Cryan, convencido de que "la era del multilateralismo podría llegar a su fin".

Si la economía real se repliega, es lógico que la economía financiera siga el mismo movimiento, aunque aquí son necesarios los matices. Según el Banco Mundial, el volumen de préstamos bancarios entre países ha caído, y las inversiones directas en creación o ampliación de filiales y adquisición de empresas se han desacelerado. Sin embargo, también constata que el mundo sigue invirtiendo cantidades ingentes en productos financieros especulativos. El cambio de rumbo de la globalización refleja la importancia creciente de los servicios y del intercambio de conocimientos, tradicionalmente menos internacionalizados. Todo apunta, por tanto, a que la desglobalización, más que revertirse, está mutando Y la mutación se debate entre una disminución de la globalización comercial. Mientras el mundo se decide la dirección que toma, los bancos prefieren esperar en casa.

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