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Emilio Saracho, presidente del Banco Popular - EFE

La banca urge a Saracho a cifrar el déficit de provisiones del Popular

El riesgo de que los pleitos afecten a supervisor y auditor cobra fuerza

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Emilio Saracho está perdiendo la confianza de los inversores, del sector financiero y de su propio consejo de administración. Lejos de encontrar una solución y clarificar el futuro del Popular y sus accionistas, los títulos del banco se volvieron a hundir ayer más de un 18% en Bolsa, a 0,34 euros, y en apenas cinco días han perdido el 50% de su valor. Nadie comprende que el presidente no haya salido a dar un mensaje de tranquilidad a los depositantes ni cifrado el problema del Popular. Por eso, tanto la banca como los inversores reclaman que la dirección identifique ya el déficit de provisiones y por tanto de capital del grupo.

Ayer, ante esa situación, un accionista de referencia y socio histórico del Popular, el grupo francés Crédit Mutuel, que tiene más del 4% del capital, renunció a su puesto en el consejo de administración.

La semana pasada Blackrock redujo su participación del 4% al 1,7%. Por eso ahora muchos se preguntan cuánto más van a aguantar otros accionistas de peso como Allianz.

El consejero delegado del Popular, Ignacio Sánchez-Asiaín, anunció a finales de abril que en unas semanas se identificarían esas necesidades de provisiones, mensaje muy bien recibido en el sector y en los mercados. A día de hoy el banco no ha dado ninguna información sobre la revisión que está haciendo de 40.000 activos inmobilarios problemáticos, entre créditos y viviendas y suelos adjudicados.

Las fuentes financieras consultadas consideran que esa falta de información contable explica que a estas alturas, cuando la entidad cotiza ya a precio de saldo, ningún grupo bancario haya lanzado ya una oferta de compra. Algunos expertos defienden que Saracho no ha tenido tiempo para hacer ese ejercicio, pero otros recuerdan que José Ignacio Goirigolzarri, además de salir a calmar a los ahorradores cuando Bankia se despeñaba en Bolsa ante su rescate, sí identificó el agujero del banco en 15 días.

Como fuere, los analistas creen que ahora difícilmente el Popular recibirá alguna oferta de compra sin que antes se someta a una intervención por parte del supervisor europeo y se apliquen pérdidas a accionistas y bonistas, estrenando así el nuevo mecanismo de rescates bancarios sin ayudas.

«Si yo fuese comprador, esperaría a que siga bajando la acción como quien espera sentado acariciando su gato», dice un alto ejecutivo. Otros apuntan a que ahora ya se está preparando el terreno para una venta a «hedge funds», opción que en el seno del Banco de España nunca ha generado demasiadas simpatías.

Si no se suspende la cotización se prevé que las acciones del banco sigan cayendo hasta los 0,2 euros aproximadamente. «En el momento en que se habla de rescate, ya valen cero», asegura un directivo bancario. Es más, en el mercado cobra fuerza la idea de que además de reducir a cero el valor de las acciones, también los tenedores de 1.250 millones de euros en bonos convertibles contingentes («cocos») del banco sufrirán una quita.

Esas quitas permitirían a un eventual comprador, precisamente por la falta de información sobre el problema de provisiones del Popular, afrontar la adquisición del banco con garantías de que no va a incurrir en grandes pérdidas. Porque al déficit de saneamientos se va a sumar muy probablemente el coste de litigios.

El descalabro en Bolsa de los últimos días dispara el riesgo de que el banco sea demandado por los accionistas que acudieron a la ampliación de capital del pasado año. Algunas fuentes señalan que incluso podrían pleitear quienes invirtieron en la ampliación de 2012, después de que las autoridades identificasen al grupo un déficit de capital de 3.000 millones.

Al respecto, en el sector coinciden en señalar que esos litigios ya no solo afectarán al banco y su antiguo equipo gestor, sino que podrían salpicar también al Banco de España y al auditor del banco, Pwc, que ha aprobado las cuentas del Popular año a año sin salvedades, salvo un párrafo de énfasis que incluyó en las de 2016, ya con el banco inmerso en su actual crisis.

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