La «banca en la sombra» oscurece el futuro de China

Pekín busca poner orden en sus cuentas para reducir una deuda que puede estar en torno al 250% del PIB

La deuda total de China ascendía al 252,7% de su PIBal finalizar el tercer trimestre del año pasado REUTERS
Pablo M. Díez

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Si las cifras chinas hay que tomarlas siempre con cautela por las dimensiones y el caos burocático de este país, las de su deuda son una maraña que preocupa a los economistas de todo el mundo. A tenor del Banco Internacional de Pagos, la deuda total de China ascendía al 252,7% de su PIB al finalizar el tercer trimestre del año pasado. Incluyendo los créditos al sector público y al privado, formado por empresas y hogares, eran unos 32,5 billones de dólares (28,6 billones de euros), por debajo de los 50,1 billones de dólares (44,1 billones de euros) de Estados Unidos pero por encima de los 17,9 billones de dólares (15,7 billones de euros) de Japón.

De ese dinero, 26,3 billones de dólares (23,2 billones de euros) eran créditos a empresas del sector privado y hogares, lo que suponía un 204,4% del PIB y el grueso de los préstamos otorgados por los bancos a China. Lógicamente, la mayor parte se la llevaban las empresas privadas: 19,7 billones de dólares (17,3 billones de euros) y un 152,9% del PIB. Dicho porcentaje es casi el doble que en EE.UU., donde los 14,9 billones de dólares (13,1 billones de euros) de estos créditos representan el 73,9% de su PIB.

Oficialmente, la deuda del Gobierno central asciende a 6,2 billones de dólares (5,4 billones de euros) y supone el 48,3% del PIB, por debajo de EE.UU., donde ya suma lo mismo que su economía, y de Japón, donde es más del doble. Pero el gran problema de China está en los gobiernos locales, fuertemente endeudados, y en la denominada «banca en la sombra» , un sistema de financiación privada que opera al margen de los bancos e instituciones de crédito y es difícil de cuantificar.

En el primer trimestre de 2017, la agencia Moody´s estimaba que dicha «banca en la sombra» podía suponer el 80% del PIB chino. Por su parte, Goldman Sachs cuantificaba la deuda total del país en el 317% del PIB al final de ese año. Desde entonces, y alarmado por estas cifras tan confusas pero todas desorbitadas, el autoritario régimen de Pekín está intentando poner orden en sus cuentas para reducir su excesivo endeudamiento.

La elevada deuda de los gobiernos locales es una fuente de inquietud

«Tenemos que reforzar las medidas de control para reducir los riesgos endémicos del sistema financiero, acabando con los préstamos a las empresas zombis y a las que incumplen las leyes», aseguró el viernes el primer ministro, Li Keqiang , en su comparecencia ante la Prensa al término de la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento orgánico del régimen.

Además de prometer que «el Gobierno se apretará el cinturón» , anunció rebajas fiscales y más facilidades al crédito para las empresas privadas, que generan el 60% del PIB y el 80% de los empleos urbanos pero solo reciben el 25% de los préstamos porque la mayoría de los bancos son estatales y priman a las empresas públicas aunque sean deficitarias. Esa falta de dinero lleva a muchos empresarios a acudir a la «banca en la sombra», con el consiguiente encarecimiento de sus préstamos. Para acabar con este problema e inyectar liquidez en la economía, el régimen recortó el año pasado las reservas bancarias hasta cinco veces y se ha propuesto doblar en tres años los préstamos a las empresas privadas para que sean la mitad de todos los que se dan en el país.

Con el fin de desentrañar la madeja financiera china, las autoridades también ordenaron a principios de este año que los bonos sin vencimiento, que antes eran considerados como acciones, fueran reconocidos como deuda. A tenor de Bloomberg, dicha medida afecta a 360.000 millones de dólares (317.000 millones de euros) , la mayoría de empresas estatales.

Al borde de la bancarrota

Acuciadas por la ralentización económica de China, que crece a su ritmo más bajo de las tres últimas décadas (6,6% el año pasado), numerosas firmas privadas, sobre todo de la construcción y las manufacturas, están al borde de la bancarrota por su falta de liquidez para hacer frente a su excesivo endeudamiento. Es el caso de Fuhua (Beijing Foriseland), promotora inmobiliaria especializada en centros comerciales, que ha dejado sin pagar a sus trabajadores tras embarcarse en más proyectos de los que podía abarcar.

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