Pedro Castiblanque Ballesteros es uno de los premiados por su oficio, o más bien afición, como él dice, que es «hacedor de cuadros con hilos y máquina de escribir»
Pedro Castiblanque Ballesteros es uno de los premiados por su oficio, o más bien afición, como él dice, que es «hacedor de cuadros con hilos y máquina de escribir» - fotos: isabel permuy

Los oficios más raros de España: Pedro «fabrica» cuadros con hilo y máquina de escribir

Este vecino de Leganés lleva casi siete décadas tecleando signo tras carácter para recrear dibujos como un desfile militar. Es el segundo ganador del concurso de ABC.es por tener una de las profesiones (o «aficiones», como él dice) más extrañas del país

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Pedro Castiblanque Ballesteros tiene 77 años. Cuando tenía 8, un tumor en la rodilla le condujo directamente al Hospital San Rafael y ahí, sin divertimento alguno, como este vecino de Leganés dice con sorna -«sin los móviles, ordenadores, consolas que hoy en día tienen los niños para jugar y entretenerse»- se hizo acompañar de una única sombra, la que proyectaba su máquina de escribir. Con el teclado, poco a poco, vio cómo combinando signos y letras, salían soldaditos, o dibujos variados. De ahí a volcar todo su arte sobre un cuadro de hilos y un marco comprado transcurrieron varios años de gran afición y no dejar de usar el teclado de aquel viejo aparato.

Oriundo de Cuenca, este hombre de trato entrañable lleva radicado en el municipio madrileño casi siete décadas, en el marco de un barrio obrero donde pocos entienden o valoran su afición-oficio.

En realidad, como este septuagenario advierte, no ha sido una profesión como tal porque no ha vendido sus cuadros, sino que se ha prodigado en regalarlos a sus cuatro hijos y cuatro nietos. Este jubilado recuerda que cuando comenzó, «el que no sabía escribir a máquina no era nada». En su vida ha trabajado de administrador de una empresa en un polígono industrial, y señala que al principio había que hacer muchas instancias, rellenarlas y trabajar muy rápido, así que las personas que lo veían teclear con tal celeridad quedaban muy sorprendidas. «En una academia llegábamos a teclear pasajes de novelas enteras. Teníamos que trabajar muy rápido, así que agudizabas el ingenio», rememora con una brizna de melancolía en su discurso.

«Regalo los cuadros a mis hijos y les digo que son como mis cenizas, que no los vendan»

¿Y ahora? «Mis hijos están asombrados, este trabajo no lo hace nadie. Hacerlo me mantiene activo y juvenil el cerebro, partiendo de esta base, es una satisfacción grande. Les digo a mis hijos que los cuadros que les doy son como mis cenizas, que las conserven, que no lo vendan ni estropeen», arguye.

Pedro es todo un mañoso, hace hasta carabelas con cascos de nueces
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