Pedro Sardina - Virando por estribor

El «Scallywag» debería ser sancionado ejemplarmente

Ir sin chaleco y sin atar a la línea de vida un día con olas y viento es mucho más que una imprudencia

Terminó la cuarta etapa de la Volvo Ocean Race, la más tediosa, dura, táctica y desgraciada hasta el momento y, gracias a Dios no estamos hablando de que otra vez una imprudencia acarrea traer uno de los cuerpos de un regatista en una bolsa, o lo que es peor, hablar de la desaparición de un deportista en el mar.

La Volvo Ocean Race tiene muchas características. Unas buena y otras malas, pero entre las malas , desgraciadamente desde hace unos años, se encuentra la poca seguridad con la que cuenta la regata. Es sabido por todos los regatistas que el uso del chaleco y el arnés de sujeción a la linea de vida es una de las cosas vitales en estos barcos. Volvo Ocean Race no obliga a los regatistas a colocárselo y lo deja a la decisión del patrón si hay o no que llevarlo.

Hace pocas ediciones, en 2005-06, Hans Horrevoets, trimmer del «ABN 2» fue tragado por una ola en el Atlántico Norte. El regatista holandés murió, desgraciadamente, pero al ir atado con el arnés sus compañeros pudieron recuperar el cuerpo y traerlo a tierra para que su familia lo enterrara. Fue una de las epopeyas más tristes de esto que llaman el Everest de la vela.

Hace pocas fechas, Alex Gough, tripulante del «Scallywag» mantuvo durante un tiempo a todos sus compañeros de equipo y a la organización en vilo al cometer la gilipollez de deambular por la cubierta del barco un día de oleaje y viento sin atarse a la linea de vida, además de no llevar puesto el chaleco salvavidas. Una ola se lo llevó al océano en un abrir y cerrar de ojos con el barco a 20 nudos de velocidad. Era de día y hacía sol por lo que con un golpe de suerte, la tripulación del «Scallywag» pudo hacer las maniobras necesarias para rescatarlo. En las imágenes de vídeo que pasó la organización se puede ver como es rescatado y como sube al barco sin chaleco y con ropa oscura (fatal para divisar a un náufrago entre las olas).

El zagal, con cara de susto y nada más salir del agua se puso a las ordenes de eso que mal llama la Volvo Ocean Race como reportero de a bordo y narró su aventura. Ni tan siquiera entonó el «mea culpa» y se limitó a decir lo fría o caliente que estaba el agua y a dar las gracias a sus compañeros por el rescate. La imprudencia fue de él y su patrón, David Witt, tendría que haberle castigado, al menos con una etapa sin navegar, pero nada de esto ha ocurrido ni va a ocurrir.

La Volvo Ocean Race debería de sancionar con varios puntos al «Scallywag» por haber despreciado las normas básicas de seguridad que hay que seguir en un barco cuando existe un determinado tiempo. No aprendemos de nuestro errores y un día lo vamos a pagar, y sino que se lo pregunten a Jordi Domenech y a Javier de la Gándara. La vela no merece ser tratada así.

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