Wawrinka, durante el duelo ante Murray
Wawrinka, durante el duelo ante Murray - AFP

Roland Garros«Hay que mover a Wawrinka»

Carlos Moyá, Francis Roig y Toni Nadal, los tres entrenadores de Nadal, dan las claves de cómo desactivar al suizo durante la final

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En una de las pausas, y después de que el sparring abandone la pista porque ya ha cumplido con lo que se le reclamaba, Toni Nadal, Carlos Moyá y Francis Roig juegan a lanzar la bola con el pie desde la red hasta la línea de fondo, una especie de petanca. Toni gana claramente el primer pulso, y doblan la apuesta tirando ahora a la esquina, mucho más difícil. Se mantiene el orden de salida y, mientras discuten qué pelota ha quedado más cerca, aparece Rafael, competitivo hasta cansar, y la clava justo encima de la línea, campeón también en eso. Risotadas, aplausos de la afición que disfruta del entrenamiento en la pista 4 y otra vez a darle con Moyá hasta completar algo más de hora y media de trabajo bajo un sol de justicia, última sesión antes de la final contra Stan Wawrinka (15 horas).

Esa secuencia explica bien la situación que se vive en el ecosistema de Nadal, visiblemente menos tenso que en finales anteriores porque ha llegado hasta aquí como un cohete. «Está en un momento muy bueno, jugando muy bien. No ha perdido ni un set, que es algo demostrativo. Está pegándole muy bien a la pelota. Creo que es su mejor momento del año, al menos en tierra batida. Está jugando mejor que en Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma. Estamos bien, pero es una final», introduce Toni Nadal, la voz de la experiencia. «Ha jugado todos los partidos a un nivel muy alto. Solo queda uno más, supuestamente el más complicado, pero estoy seguro de que está preparado para esa batalla», coincide Carlos Moyá, debutante en estas galas. «De la gira de tierra a ahora ha dado un salto. Ha fallado menos, ha ido a buscar más la pelota, ha movido mejor a sus rivales… Y los resultados cantan», aporta Francis Roig, cuyos consejos valen oro.

Son todo piropos, pero no hay ni pizca de confianza, precavido el equipo porque los excesos son muy malos. Enfrente, sin que se hable demasiado de él, está Wawrinka, que ya ha ganado aquí una vez (2015) y que tiene un arsenal de golpes ganadores asombroso. «Wawrinka sabe que va a tener que estar en estado de trance todo el partido», explica Roig, el primero en admitir que el suizo, cuando está enchufado, es un peligro. «Esperamos a un Wawrinka todavía más agresivo de lo habitual, es de los que no se arrugan. Si tiene un buen día va a ser complicado, pero Rafa tiene sus armas para contrarrestarlo», defiende Moyá. ¿Y cómo se contrarresta? Ahora opina Toni. «Hay que intentar que él no pueda hacer su juego. Es muy agresivo, tiene mucha potencia en cada golpe. Hay que buscar que golpee en posiciones incómodas. Seguirá atacando, pero con menos probabilidades de éxito. Hay que intentar que le dé difícil». Son las tres voces que escucha Rafa Nadal, todas especiales, todas respetadas, con la novedad esta vez de Moyá. «Emocionalmente es una carga doble. Estás viendo a tu jugador, pero sobre todo a tu amigo».

Y todo bajo la cantinela de la décima, que supone un número redondo. «Es el primero para mí. Para él son todos especiales, aunque el décimo es simbólico. Va a ser difícil que se vea algo igual en toda la historia. Cuando tienes nueve quieres 10, y cuando tienes 10 vas a por el 11», cuenta Moyá. «La única realidad es que de nueve a diez hay un 11%. De uno a dos, un 50%, y de dos a tres un 33%. Esta vez es la que menos cambia ganar uno u otro. Lo cierto es que ganas un Grand Slam, un Roland Garros, pero el número particularmente da igual. Diez queda muy bonito, pero nuevo tampoco está mal», sentencia Toni Nadal. «Si nueve ya era una pasada, diez lo es un poco más», concluye Francis Roig

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