Torneo de Gstaad

La maldición que rompe Albert Ramos

El español se impuso a Cedrik-Marcel Stebe por 6-3, 6-2 en Gstaad tras perder las cuatro finales anteriores

Albert Ramos con el trofeo de la ATP en Gstaad EFE

Pilar L. Arreaza

La perseverancia y el trabajo siempre terminan dando sus frutos. Que se lo digan a Albert Ramos. El tenista español, que había perdido sus últimas cuatro finales , se proclamó ayer campeón del ATP 250 de Gstaad (Suiza) al superar al alemán Cedrik-Marcel Stebe por 6-3, 6-2 tras una hora y 22 minutos de partido . El de Mataró, que empezó a jugar al tenis cuando apenas contaba cinco años gracias a la afición de su padre que lo practicaba en un club local de su ciudad, ofreció ayer a todos los asistentes del Roy Emerson Arena una lección de constancia y tesón en un encuentro que se retrasó más de cuatro horas debido a la lluvia y en el que el español tuvo que remangarse en el barro como pocos antes lo habían hecho.

Pero Ramos no solo consiguió batir a Stebe. También se proclamó campeón en una batalla aún más dura: la de superarse a sí mismo . El catalán logró ampliar un palmarés en el que ahora figuran dos ATP Tour, ambos en torneos de categoría 250 sobre tierra batida. El segundo título profesional en su carrera al que también se suma su victoria número 200 en el circuito ATP.

Llegó la gloria

Albert Ramos cumplió por fin su deseo de romper con la maldición que le había perseguido durante tres largos años . El español solo había logrado hacerse con una de las seis finales que había disputado a lo largo de su carrera. Saboreó la victoria el 17 de julio de 2016, en Bastad (Suecia), cuando derrotó a Fernando Verdasco por 6-3, 6-4, una sensación tan placentera como efímera que le arrebató el año pasado Roberto Carballés en Quito, y que el domingo, en Gstaad y a los 31 años, volvió a degustar.

Ramos se mostró muy sólido con su servicio y el germano, que ya había firmado en Gstaad el mejor papel de su carrera, apenas pudo inquietarlo. El español solo cedió su saque en el juego inaugural, pero devolvió la rotura de inmediato y ya no soltó el liderazgo. Logró sin contratiempos la primera manga por 6-3 y después se situó con 4-0. Una conquista que se traduce en 250 puntos, el impulso que necesitaba para recuperar el top 70 individual del ránking ATP. Su coronación supuso un balón de oxígeno para el tenista de Barcelona que atravesaba una severa crisis de resultados.

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