Champions | CSKA-Real Madrid

Mario Fernandes, el futbolista decreto de Putin

Este brasileño nacionalizado ruso es uno de los jugadores más peculiares del planeta

Rubén Cañizares

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Año 2011. Un joven lateral derecho de Gremio es llamado por Mano Menezes, entonces seleccionador de Brasil, para debutar como internacional absoluto a lo grande. Partido contra Argentina, el gran clásico suramericano. Como el resto de los convocados, Mario Fernandes (Sao Caetano do Sul, 19 de septiembre de 1990) fue citado en el aeropuerto de Sao Paulo, pero nunca apareció. La explicación oficial, problemas personales. Pobre justificación. La oficiosa, una noche más de flirteo con el alcohol y la fiesta, dos enemigos en los prometedores inicios de la carrera del hoy futbolista del CSKA de Moscú, uno de los jugadores más peculiares del planeta: «Me arrepiento bastante de aquello», recuerda.

Mario Fernandes se formó en la cantera de la Asociación Deportiva Sao Caetano , club de su ciudad natal. Allí, ya se le descubrieron ciertos problemas de integración y episodios de depresión, pero su fútbol alegre y vertiginoso no dejaba de crecer y con solo 18 años, el Gremio llamó a su puerta. Era la oportunidad de su vida, pero su aventura en Porto Alegre tuvo un comienzo de thriller. Pocos días después de firmar su contrato, Fernandes desapareció. Era un viernes, y hasta el lunes no se tuvieron noticias de él. 72 horas de angustia para su familia y amigos. También para el Gremio, estupefacto y desconcertado por la situación. En esos tres días interminables, con la Policía detrás de sus huellas, el futbolista cogió dos vuelos y acabó en Sao Paulo. Mario dijo sentirse engañado por su traspaso, y no encontró mejor idea que huir a casa de un familiar, a 1.200 kilómetros de Porto Alegre. Lo que hizo y dónde estuvo hasta llegar a su destino aún está hoy bajo llave.

A pesar del susto, aquello pasó y acabó en el olvido. Tanto, que en 2012, cuatro años después, Fernandes había aparcado sus problemas personales y se lo rifaba la casi totalidad de la élite europea, pero la tentación de la noche seguía en su cabeza: «Todo el mundo sabía en Porto Alegre que me gustaba salir por la noche y beber. Necesitaba irme de Brasil», explica. El Madrid fue uno de los equipos interesados en el lateral, pero Fernandes necesitaba un cambio radical en su vida. Y así fue. 15 millones de euros le llevaron a Moscú, y en Rusia encontró la vida y el entorno que necesitaba para asentar la cabeza, y las ideas.

No a Brasil

En octubre de 2014, tras dos buenas temporadas en el CSKA y tres años después de su espantada con Brasil, la canarinha le dio una segunda oportunidad. Dunga le hizo debutar en un amistoso ante Japón, pero no le convenció y no le llevó al Mundial de Brasil. Tampoco a Mario Fernandes le quitó el sueño ponerse la camiseta de su país. La ecuación tenía fácil resultado. Rusia sería su selección.

Los tramites para lograr la nacionalización se alargaron más de lo esperado y eso le impidió disputar la Eurocopa de 2016, pero en julio de ese año, Putin acabó con el papeleo de un plumazo. Decreto presidencial y burocracia finiquitada. Stanislav Cherchésov ya tenía un arma más para el esperado Mundial de 2018.

Allí, Fernandes jugó su primera competición oficial con Rusia, siendo pieza clave en el brillante papel de la anfitriona, que rozó las semifinales. Un motivo más para consumar su idilio con Rusia, donde en Moscú y en el CSKA Mario Fernandes es hoy una de sus grandes estrellas.

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