Lorenzo posa con el ejemplar de ABC del pasado 9 de noviembre
Lorenzo posa con el ejemplar de ABC del pasado 9 de noviembre - JOSÉ RAMÓN LADRA
MotoGP

Jorge Lorenzo: «Gano el Mundial con la cabeza muy alta»

Frente a las insinuaciones de Rossi y las críticas desde Italia, el campeón exhibe sus méritos: «Nadie me regaló nada, los números hablan por sí solos»

Madrid Actualizado: Guardar
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En el Jorge Lorenzo pentacampeón del mundo queda muy poco de aquel que escondía la timidez en descaros y contestaciones de hormonas revolucionadas. «Me he hecho mayor», reconoce el propio protagonista. Con 28 años y cinco títulos, Jorge Lorenzo (Palma de Mallorca, 1987) comparte experiencias, recuerdos y emociones con ABC. Vestido con chaqueta de cuero marrón, y vaquero que esconde la grave quemadura que se produjo mientras celebraba el título en Palma de Mallorca. «Pensé que se tendría que suspender de lo que me dolía», aceptaba mientras cojeaba hasta tomar asiento. En la mesa, un ejemplar de ABC del lunes que hojea recordando esos momentos en los que se convirtió en campeón. Pide agua y algo para comer, pero se dedicará a responder con la mirada fija en su interlocutor y sin escatimar palabras que expresen sus sentimientos.

-¿Cómo está la pierna?

-Vaya susto que tuvimos, pero no es nada. Me escocía tanto y pensé que tendría que ir al hospital y cancelarlo todo. Pero luego… si he corrido con la clavícula recién operada después de 30 horas, esto no me puede impedir celebrar el título con la gente.

-¿Cómo se sintió en ese recibimiento en su casa?

-Me sentí más arropado que nunca. Supongo que la gente cada vez me aprecia más. Las calles estaban llenas, hubo muchas personas que corrían siguiéndonos en el autobús por las calles de Palma. Y cuando llegué al Ayuntamiento y salí al balcón había muchísima gente.

-¿Muy diferente a 2012?

-Yo sí. Fui más expresivo y cariñoso que nunca, me he hecho mayor, y tengo mucha más experiencia para estar desinhibido y disfrutar al máximo de estos momentos que será muy difícil repetir. Me he mostrado mucho más cálido con la gente y eso se nota, porque también ellos han disfrutado más conmigo.

-De los cinco, ¿este último ha sido el más difícil o no se pueden comparar?

-Ha sido el título más difícil, seguro. El más luchado y el que parecía imposible. En 2006 al principio se complicó mucho, pero luego gané carreras y pude recuperar, y llegué a Valencia con ventaja; 2007 dominé prácticamente todo el campeonato. 2010 hice todas las carreras en el podio menos dos y llegué a Japón con más de 70 puntos. 2012 fue más apretado pero gané en la penúltima carrera. Nunca había llegado en MotoGP con desventaja, aparte de 2013, pero lo perdí con Marc Márquez, y al final conseguí el campeonato en la última curva de la última vuelta. Eso fue mágico. No podía haber un final más dramático y más emocionante y con un final más feliz.

-¿Ya le ha dado tiempo de digerirlo?

-Sí, he tenido momentos de relax, de disfrutar los momentos con la familia y los amigos.

-¿Qué recuerda de ese momento?

-Sobre todo la tensión vivida durante toda la carrera y la presión, porque me esforcé más que nunca en mi vida por ganar. Eso hizo que después, cuando pasé por debajo de la bandera a cuadros, me quedara en blanco. No es una alegría eufórica como cuando estás en casa viendo a tu equipo y marca un gol y ganan la final de la Champions. Ahí lo puedes vivir de una forma loca y muy efusiva, pero en este caso no puedes vivirlo así porque has estado esforzándote al máximo durante 45 minutos y no puedes pasar tan rápido a ese sentimiento. Necesité unos segundos de adaptación, de descompresión.

-Y después, ¿la explosión?

-Esos segundos que pasé hasta que Quique, mi asistente, me dio la bandera de España no los disfruté, pero a partir de ahí comencé a ser consciente de lo que habíamos conseguido y empecé a llorar en la vuelta de honor. Desde la celebración con esos otros cuatro Jorge Lorenzos hasta llegar al corralito lloré pero como un niño pequeño. Nunca había llorado en la moto. Sí en mi vida, con recuerdos, como momentos pasados muy emocionantes o con canciones, pero no dentro del casco. Ese día no pude evitarlo porque sabía lo grande que había sido la hazaña que acabábamos de lograr.

-¿En algún momento se sintió solo o aislado?

-No, mucha gente en Cheste estaba conmigo. Vi muchas camisetas mías, la empresa que me lleva el merchandising nunca ha vendido tanto como ese fin de semana. Y aparte de los aficionados, tanto mi equipo personal como el del box de Yamaha siempre estuvieron conmigo y me apoyaron muchísimo. Y sé que lo seguirán haciendo.

-¿Cómo preparó ese fin de semana?

-Yo tenía fe en ellos y ellos en mí de que lo podíamos conseguir. No sabía si lo conseguiríamos, pero sí que íbamos a estar muy cerca y de que nos lo íbamos a dejar todo. Les dije que teníamos que hacer el mejor fin de semana de todas nuestras vidas. Y así lo hicimos: vuelta rápida en pole y en carrera, y ganamos de principio a fin. Hicimos el mejor fin de semana de nuestras vidas: yo como piloto, ellos como equipo.

-Se le vio emocionado también en el himno. ¿Se empañó un poco con los pitos de los seguidores de Rossi?

-Los pitos no van de nuevo. Yo lo viví incluso desde fuera. Llegué a MotoGP y en Gran Bretaña vi a seguidores de Valentino Rossi pitar a Casey Stoner, que es australiano, pero habla su idioma. Lo pitaban y no había hecho nada, solo ganar, pero como era el rival de Rossi... Y un poco ha sucedido este año en Valencia, Misano y Mugello, sobre todo porque ahí son mayoría, pero incluso en España, en nuestro país, la mitad de los fans eran de Rossi.

-¿Encuentra alguna justificación?

-A la frustración de ver que a su piloto se le había escapado la posibilidad de su décimo mundial. Todos los que estuvieron en Cheste vieron quién estaba silbando.

-¿Qué le pudo pasar a Rossi en aquella rueda de prensa de Sepang? ¿Fue positivo para el motociclismo?

-Sin esas declaraciones, la relación entre los tres aspirantes al campeonato hubiera seguido siendo correcta. Pero supongo que ese miedo a perder el campeonato sabiendo que no era el más veloz influenció su idea de que realmente teníamos un acuerdo Márquez y yo. Como comprenderás es completamente falso.

-¿Así de tajante?

-Si lo hubiera habido, Márquez en Aragón no se hubiese caído. Si hubiera querido ayudarme se hubiera mantenido segundo para quitarle más puntos a Rossi o en Phillip Island no hubiera arriesgado como lo hizo en la última vuelta. Te diré más, realmente Marc siempre dijo: «mi objetivo es intentar ganar la carrera y obtener un buen resultado», y otros pilotos italianos dijeron claramente durante todo el fin de semana que ayudarían a Rossi. Y como se vio luego en televisión, lo dejaron pasar. Por eso no entiendo de dónde viene esa idea. La respeto porque supongo que viene de la frustración o del miedo a perder pero realmente no tiene fundamentos.

-¿Es de lo que más orgulloso se siente, de ganar a pesar de todo?

-Me siento orgulloso porque nadie me regaló nada y las estadísticas no mienten. Soy el piloto que ha conseguido más victorias, cinco poles contra una de Rossi, 274 vueltas lideradas por 50 de Rossi. Los números hablan por sí solos. Es como en fútbol, los tiros a puerta. El otro puede ganar tirando solo una vez, pero cuando se habla de quién merece el partido o el campeonato, los datos están ahí. Creo que hablan a nuestro favor. Nos merecíamos este Mundial, lo disfrutamos como se merece y yo puedo llevar la cabeza muy alta.

-¿Cómo se mantiene alerta durante 45 minutos?

-Con la experiencia de 25 años subido encima de la moto. He ido perfeccionando con el tiempo, a mejorar esa concentración. Siempre la he tenido muy desarrollada, desde que empecé. Creo que me viene por genética y no íbamos a desaprovechar lo que nos daban. Pero la he ido perfeccionando. No siempre he sido tan «reloj» o tan «robot» como algunos me llaman haciendo el mismo tiempo en las mismas vueltas.

-¿Qué conversaciones mantiene dentro del casco?

-Me voy dando ánimos. Sin parar.

-Nota que ha madurado también como piloto?

-Cuando empecé en el Mundial cometía muchos errores, dentro y fuera de la pista, me caía, hacía caer a los demás, que eso era peor. Pero he ido perfeccionando hasta convertir esa concentración en una cualidad que me diferencia del resto de pilotos.

-¿Y fuera de la pista? ¿De qué se siente más orgulloso?

-De que he descubierto cómo expresarme mejor. Gracias a la experiencia y a la relación que estoy teniendo con mi novia actual, que me ha ayudado mucho en ese sentido, he aprendido a mostrar más mis sentimientos, a mostrar el cariño, el amor, el aprecio hacia los demás. Poco a poco, especialmente este año, lo he sabido mostrar. Casi me siento más orgulloso de eso que del campeonato porque eso es para siempre. El título también, pero es un trofeo que guardas en tu museo, no deja de ser algo material. Lo otro me servirá con todas las relaciones de la vida.

-¿En qué se parecen el campeón de 2006 al de 2015?

-En ese sentido, son dos personas completamente diferentes, no tienen nada que ver. Sigo siendo muy competitivo, muy exigente conmigo mismo dentro y fuera de la pista, pero el momento de expresarse no hay comparación.

-¿Se siente reconocido por la sociedad como deportista?

-A pesar de que desde fuera es difícil darse cuenta de lo que cuesta, creo que la gente sí entiende cada vez más que hemos pasado muchos momentos de sufrimiento y sacrificio. Que nadie me ha dado nada, de todo lo que he tenido que trabajar. No solo, con la gente de mi equipo de Yamaha y de mi equipo personal. No he hecho nada solo, pero sí he tenido que llevar una vida de disciplina y sacrificio que la mayoría de los deportistas entiende. Y la sociedad cada vez más.

-¿Encuentra fuera de la moto algo que le llene tanto?

-Muchas cosas. Vivir. La moto es mi trabajo, pero hay muchísimas cosas mucho más importantes. Cuando termine la moto, mi vida para nada será vacía. Sí que es verdad que los estímulos que vive un deportista de élite, que salimos en la tele, son muy fuertes y muy intensos, pero la vida no son solo las motos. Es muy corta y hay que apreciarla, cuidar el cuerpo porque es el mejor activo que tenemos y, sobre todo, las relaciones. La vida está hecha de relaciones de amistad. Estando solo la vida se vuelve dura.

-¿Tiene esa parte de la vida cubierta?

-Sí, tengo amigos y gente auténtica que me arropa y que nos queremos mutuamente.

-Desde su posición de deportista de élite, ¿cómo ve la sociedad?

-No estamos en nuestro mejor momento, pero tampoco en el peor. Yo nací en el 87, pero antes no teníamos las comodidades que tenemos ahora. Si nos comparamos con hace diez años pues sí puede que estemos algo peor, pero tenemos que confiar en los políticos para que hagan su trabajo lo mejor posible. Y seguir mejorando también de forma individual. Sé que es difícil confiar a veces, porque todos cometemos errores, pero tenemos que confiar en que los políticos trabajan para arreglar la situación. Sin cometer errores no aprendes. Somos deportistas, pero no estamos ajenos al mundo.

-¿Es un afortunado feliz?

-Sí y soy consciente de ello. Desde los quince años que llegué al Mundial, tengo una vida soñada que muy poca gente puede vivir y sentir.

-¿Qué le ha enseñado la moto que no ve en la sociedad?

-Que nunca hay que dejar de aprender y siempre hay que tener curiosidad y ganas de mejorar. Eso te lo da la competición. Pero pasa en todos los trabajos. Si no evolucionas y tratas de aprender de los demás y de lo que tienes alrededor, si te relajas, otros te pasan por encima.

-¿Llegó a decir «hasta aquí»?

-Con lesiones, alguna vez, pero tenía el talento para esto. Y nunca he desistido. Da igual dónde nazcas, la familia que tengas o las comodidades, a lo largo de la vida siempre habrá problemas. Nadie es libre de ellos, tarde o temprano llegarán. No hay que esquivarlos o evitarlos, sino aprender a jugar lo mejor posible con las cartas malas que te tocan. Aprender de los errores que he cometido y cometeré y ser cada vez más sabio y más completo. No hay otra filosofía de vida para mí.

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