RÍO2016Juegos Olímpicos

Figuras Históricas

Paavo Nurmi, dos oros en 55 minutos

El finlandés volador conquistó doce medallas, nueve de ellas oros, en tres Juegos Olímpicos

Paavo Nurmi, en plena carrera.
Paavo Nurmi, en plena carrera.

El currículum de Paavo Nurmi está atiborrado de medallas y récords del mundo. Pero el finlandés volador pasó a la historia fundamentalmente por tres motivos: sus doce medallas olímpicas, con nueve de oro y tres de plata; un método de entrenamiento muy científico y totalmente revolucionario, y una gesta casi irrepetible, la conquista de dos títulos olímpicos en la pista en 55 minutos. Este hito sucedió en 1924, en París, la ciudad que le terminó de convertir en una leyenda. Allí, con sólo 55 minutos de diferencia, el fondista finés ganó las carreras de 1.500 y 5.000. Fueron dos de las cinco preseas doradas que se colgó en seis días.

Nurmi se ganó la popularidad y el reconocimiento gracias a su trabajo. No fue un personaje simpático -casi nunca sonreía ni hacía declaraciones-, pero demostró en la pista que sus límites eran, como redactó un periodista finlandés, "sobrenaturales". El pequeño Nurmi creció en un ambiente agreste que le curtió. Además, a los 12 años, cuando murió su padre, se vio obligado a trabajar. En la estación ferroviaria de Turku se familiarizó con la dureza, la resistencia. Cada carga que transportaba a pie engordaba su jornal y así se forjó un carácter sumamente terco.

Con 15 años se lanzó de cabeza al atletismo. Nurmi se compró unos zapatos para correr y se inscribió en un club, el Turun Urheiluliitto, en el que encontró al hombre que cambió su suerte. Lauri Pikhala, que trabajaba en Correos, descubrió la importancia de los intervalos corriendo entre los postes telefónicos que se encontraba en los caminos. A partir de ahí desarrolló un método de entrenamiento, basado en la suma de volumen e intensidad, tiradas largas y series explosivas, que se convirtió en el punto de partida del atletismo moderno. Nurmi, adiestrado por Pikhala, siempre corría con un cronómetro en la mano para dominar gracias al ritmo de carrera.

El inicio de su formidable palmarés se encuentra en Amberes, unos Juegos Olímpicos, los de 1920, en los que asistió a la despedida de su principal fuente de inspiración, el fondista Hannes Kolehmainen, a quien descubrió ganando tres oros en Estocolmo 1912, y que en Holanda se retiró tras conquistar el título en maratón. Nurmi debutó con una derrota en los 5.000. El francés Joseph Guillenot nunca hubiera imaginado que iba a ser el único atleta no finlandés que derrotó a Nurmi en unos Juegos. Aquel traspié espoleó al atleta de Turku, quien no fallaría en el 10.000, cross y cross por equipos.

Su coronación definitiva llegó en París, donde, además, de los triunfos en 1.500 y 5.000 en un par de horas, también venció en cross, cross por equipos y 3.000 por equipos. Nurmi no quedó saciado con esos cinco oros. Quería uno más, pero la delegación de su país, temiendo por su salud, se lo impidió. Eso facilitó el triunfo en el 10.000 de su compatriota y gran rival, Ville Ritola. Nurmi, despechado, saltó a la pista poco después y en solitario corrió esa distancia en menos tiempo que Ritola.

Cuatro años después, en Ámsterdam, se centró en desquitarse en los 10.000, prueba en la que se colgó la medalla de oro. La única, ya que en los 5.000 y los 3.000 m obstáculos tuvo que consolarse con la plata. Aquellos fueron sus últimos Juegos Olímpicos. Le quedaban fuerzas para unos más, los de Los Ángeles 1932, donde quería cerrar su carrera deportiva con un oro en maratón, como su modelo, Kolehmainen, pero la Federación Internacional consideró que durante una gira que realizó por Estados Unidos, donde corrió 55 carreras con sólo una derrota y una retirada, cobró algún dinero que le convirtió en profesional y le invalidó como olímpico.

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