Río 2016 | TaekwondoEva Calvo, una «chica sencilla» de Leganés

El taekwondo ayudó a la simpática y divertida subcampeona olímpica a vencer su timidez

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«Soy una chica sencilla», escribió Eva Calvo en su cuenta de Twitter en agradecida respuesta a una entrevista concedida a este medio y publicada también por ella en dicha red social. Desveló que si ganaba una medalla en Río, en sus primeros Juegos Olímpicos, sólo esperaba que su abuela le preparase, a ella y a su inseparable hermana Marta, «una tortilla de patatas» a su regreso a Madrid. «¡Por favor! Que ya tengo ganas», suplicaba en la Villa Olímpica la taekwondista madrileña de Leganés.

Este deporte que Eva Calvo practica desde hace diez años le ha ayudado a vencer su timidez. A formarse como persona y deportista «y a tener una mentalidad más fuerte». De pequeña le daba vergüenza «hasta salir a por el pan».

Es, además de una joven tranquila, simpática y espontánea, divertida, muy divertida. Su risa es contagiosa. Su entrenador, Xixo, dice que Eva tiene «los pies en la tierra y la mano en el cielo». La humildad no le hace perder la cabeza, y tantísimo trabajo le ha llevado alcanzar la gloria olímpica con 25 años recién cumplidos, porque disfruta en los entrenamientos y en competición.

Se ha perdido las fiestas de Leganés por estar en Río -«Por un año...», dice-, donde el día más importante de su vida deportiva ha estado acompañada de sus padres, Fede y Lola. Ya anunció que, si la ganaba, más de la mitad de una medalla sería para Marta, su amiga, con quien no tiene secretos, y también su ‘sparring’ y suplente en los Juegos. La pequeña la sufre en los entrenamientos y es quien más anima a Eva a rebajar peso. Marta es «un apoyo enorme» para ella. Igual que la hermana mayor tuvo que levantar a Marta «cuando estuvo una semana de bajón» tras quedarse a sólo dos combates de la clasificación para los Juegos de Río.

Eva Calvo tiene pareja, pero tres días después de llegar a Madrid va a marcharse a la playa de vacaciones con Marta, que en las competiciones se pone mucho más nerviosa que quien ha entrado en los anales del olimpismo y del deporte español en Río 2016. Eva Calvo, que no se ve nunca superada por la presión exterior, no pierde la calma dentro ni fuera del tapiz. Tras ganar su combate de semifinales y asegurarse la medalla, siguió comportándose como si nada hubiera conseguido. Alejada del divismo y de las excentricidades de otros deportistas tan altivos cuando les acompañan los éxitos, cuando ella ya ha sido campeona de Europa en 2014 y subcampeona del mundo en 2015, aunque sea en una disciplina minoritaria y desconocida para el gran público.

Comenzó a practicar atletismo y fútbol y fue Marta quien la animó a acudir a clases de taekwondo cuando Eva tenía 15 años. La agresividad, a ella que el taekwondo le ha enseñado «respeto, sociabilidad con los compañeros, esfuerzo y sacrificio», entre otras cosas, sólo la demuestra sobre el tatami. Fuera es una chica muy agradable, pausada y muy risueña. A quien piense que es una joven de Leganés, delgadita (menos de 57 kilos con 1,76 de altura), que sólo se dedica a dar patadas con sus largas piernas, responde: «El taekwondo sobre todo es de cabeza, de pensar las tácticas y estrategias, porque son combates muy rápidos y hay que cambiar la mentalidad si vas ganando o perdiendo y analizar qué hace el rival». Entrena en el CAR de Madrid y estudia Matemáticas, al igual que su hermana, pero asegura que no le ayuda en el taekwondo.

Como a cualquier joven de su edad, a Eva, muy activa en las redes sociales, le gusta dedicar el tiempo libre al ordenador, la lectura o la música -le gustan Red Hot Chili Peppers e Imagine Dragons, entre otros grupos-, y a lo que más le ha costado renunciar es a pasar más tiempo con la familia y los amigos, la mayoría estudiantes de la carrera, y también a la comida. Después de dos años a dieta y tener que controlar tanto el peso, piensa en pasarse por el McDonald’s de la Villa Olímpica a comerse una hamburguesa. Aunque lo que está deseando comerse es la tortilla de su abuela Belinda.

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