Bruno Hortelano, en una entrevista con ABC
Bruno Hortelano, en una entrevista con ABC - ISABEL PERMUY

Río 2016 | AtletismoLa excepción se apellida Hortelano

Ingeniero en biomedicina, hijo de científicos y criado en el extranjero, es la gran esperanza de la velocidad

Río de Janeiro Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La historia del atleta español más veloz de la historia (10.06 en los cien metros) da que pensar. Sus padres, Gonzalo y Pilar, son biólogos moleculares y han hecho su vida investigando en laboratorios alejados de su país. Por eso, Bruno Hortelano nació en Wollongong (Australia), fue a la escuela en Ontario (Canadá) y se ha licenciado en Ingeniería Biológica, en la especialidad de Biomedicina, por la Universidad de Cornell, en Ithaca (Nueva York), la misma en la que estudió el primer gran nadador español, López Zubero. En Estados Unidos las universidades componen la cantera olímpica del país que ya acumula mil oros. Y en sus centro de investigación, en los de Australia y Canadá hay trabajo para los padres científicos del atleta.

Ahora, Gonzalo y Pilar dan clase en la Universidad de Astana, en Kazajistán, y su hijo debuta hoy en las series eliminatorias de los 200 metros libres, la prueba designada para el segundo oro de Usain Bolt.

En junio, en la pista de Moratalaz, Hortelano acarició la barrera de los diez segundos en los 100 metros. «Si hubiera estirado un brazo, mis dedos habría bajado de diez segundos», cuenta. Tan cerca. Poco más de un centenar de atletas han cruzado ese límite. Y de ellos, sólo dos de piel blanca, el francés Lemaitre y el chino Su Bingtian. «No me veo inferior a los velocistas caribeños», apuesta. «Después de hacer 10.06 ya me veo por dejado de esa barrera». Pero descartó esa prueba en Río para centrarse en la que mejor le va: los 200. Tiene una marca personal de 20.18. Es un excepción de tez pálida en un mundo de afroamericanos y caribeños.

Debuta hoy. «Correré la serie como si fuera una final». Estar entre los ocho mejores es casi imposible. Su meta es una plaza en el semifinal y luego, soñar. Con su formación científica sabe que los números no mienten. Tiene por delante en el ranking mundial a más de veinte rivales. «Mi estrategia está clara. Tener cabeza para ahorrar energía en el inicio de la prueba y, a la vez, darlo todo para llegar al límite». La fórmula mágica de los 200 metros. Su cualidad es retrasar la fatiga. Ir a más cuando otros se funden.

Hortelano, que ahora vive como atleta en Madrid y compite en el equipo Playas de Castellón, tiene mentalidad americana. Su cuna atlética. En Cornell le ha entrenado Adrian Durant, una antiguo especialista en los cien metros. Viene de esa escuela: es un atleta español por fuera y estadounidense por dentro. Sonriente y aparentemente inofensivo lejos de la pista y voraz y determinado sobre el tartán. Un chico sin miedo, liviano de aspecto, que se medirá a moles de músculo. Da igual. Los Hortelano saben buscarse la vida. Aquí o allá.

Su eclosión estaba anunciada. Y llegó en el pasado campeonato de Europa de los 200 metros. Tras batir el récord de España en las semifinales, cruzó la meta de la final en la segunda plaza, tras el holandés Martina. «No había dejado de correr y ya estaba llorando», relató aquel día. Plata. Un sueño. Aunque, en realidad, la noche anterior durante el duermevela se sonó «campeón». Bueno, la plata estaba bien. Era un salto enorme para él y para el atletismo español, huérfano de esprinters. Y así, feliz por la segunda plaza, empezó a buscar a sus padres en la grada. Le paró una periodista holandesa. Quería grabar una entrevista con el vencedor. Con él. Que no. Negó con la cabeza. «Pensé que se había equivocado. Entonces me lo dijo. Martina había sido descalificado por invadir la calle de un rival. ¡Campeón de Europa!». Al saberse oro, Hortelano dejó plantada en directo a la periodista, atónita frente a la cámara. El atleta salió pitando hacia donde le esperaban sus padres. Un sprint de alegría.

«A estos Juegos -su debut- vengo a mejorar mi marca. A dar lo mejor de mí. Me veo con capacidad para seguir progresando», asegura. De momento, es atleta. Luego volverá a su origen, los libros. Va a estudiar otra carrera, Medicina. Su meta ahí es la oncología infantil. Ahora se dedica a acortar el tiempo que tarda en patear 100 o 200 metros. Luego tratará de alargar el tiempo de vida de sus pacientes.

Ver los comentarios