Victoria o muerte

El destino es caprichoso

Olsen propició el pase a cuartos de Suecia con una parada en el descuento. La selección nórdica ha acabado en cuatro ocasiones entre los cuatro mejores

Pedro García Cuartango

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El final del partido que enfrentó ayer a Suecia y Suiza fue digno de una novela negra de Mankell. Los helvéticos perdían uno a cero cuando Seferovic, en el tiempo de descuento, se elevó sobre un defensor nórdico y cabeceó hacia la portería de Olsen, que se estiró y atrapó el cuero que ya se introducía en su meta. Un minuto después, el arbitro pitaba un penalti contra Suiza, que el VAR dejó en una falta al borde del área. Fue la última acción del encuentro.

El fútbol tiene mucho que ver con la literatura porque cada partido es una historia con un comienzo, un desarrollo y un final. Como en las buenas novelas, el espectador nunca puede prever el desenlace. Hay una especie de mano invisible que guía las acciones de los jugadores al igual que el autor asume el papel de Deus ex machina de la narración.

Quiso el caprichoso destino que Suecia pasara a cuartos de final, lo cual no fue injusto a juzgar por el transcurso del partido. Es un conjunto peleón y con oficio, con algunos buenos jugadores como Forsberg, Lindelöf, Ekdal y Toivonen. Han logrado llegar más lejos que España, Argentina o Alemania, con lo cual ya está dicho todo.

Pero Suecia no es un comparsa en los Mundiales. Posee un notable historial, ya que ha quedado en cuatro ocasiones entre los cuatro primeros. En Estados Unidos 1994, fue tercero. Muchos aficionados recordarán al longevo y excéntrico portero Thomas Ravelli, 143 veces internacional. Pero fue en el Mundial de 1958, organizado por la propia Suecia, cuando el equipo llegó más lejos. Fue segundo tras perder la final en Solna contra un Brasil en el que jugaban Pelé, Didí, Vavá y Garrincha, el extremo de las piernas torcidas.

Suecia tenía entonces el mejor conjunto de su historia. Tres de sus jugadores formaron el mítico trío bautizado como Gre-no-li, que hace alusión a las primeras letras de sus apellidos. Eran Gren, Nordahl y Liedholm. Los tres fueron fichados por el Milán. El más brillante de todos era Nils Liedholm, capitán de la selección, apodado El Barón. Jugó en el equipo italiano hasta los 39 años. Era un extraordinario centrocampista, de gran capacidad física y con un fino manejo del balón. No ha habido nunca un futbolista de su clase en esta Suecia a la que sería un error menospreciar si nos atenemos al pasado.

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