El último cambio de Ferguson

Solskjaer, el gran revulsivo del técnico escocés, coge en Cardiff las riendas de un Manchester United a la deriva

Solskjaer charla con Ferguson en un entrenamiento del Manchester United en 2007 REUTERS

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Resulta que al final, de tanto proyectarse, la sombra de Sir Alex Ferguson ha acabado por alcanzar a uno de los rostros que más habitualmente se cobijaron bajo ella. En concreto uno infantilizado, que le valió el mote de Babyface Killer (El Asesino con cara de niño) por parte de la prensa británica, puesto que su cara imberbe se hizo popular por reflejar la euroforia con la que se festejan los goles a última hora, con el recuerdo del que anotó ante el Bayern de Munich en la final de la Champions League de 1999 como tarjeta de presentación. Ole Gunnar Solskjaer, el hombre que hizo de la condición de suplente un don y de la flor del mítico entrenador escocés una realidad imperecedera, toma desde esta tarde, ante el Cardiff, un testigo que abrasa las manos de quien lo ha intentado portar (18.30 h., Movistar Liga de Campeones).

Lo mismo da que se llamase David Moyes, Louis Van Gaal o José Mourinho. Todos, sin mayor atisbo de duda que el que pudiera suponer aquel doblete menor con el que el portugués edulcoró su primer año al frente de los «red devils» (Europa League y Copa de la Liga). Antes de que comience la decimoctava jornada de esta Premier League, el United marcha a 19 puntos de la cabeza, donde está el Liverpool, y a 11 de los puestos que dan acceso a la Champions League. Nadie ha sabido llevar las riendas de Old Trafford como Ferguson, un tipo que pasó por Manchester de la forma en la que lo hacen los fenómenos naturales, 26 años en el cargo y 38 títulos, tal es la huella que aún hoy sigue fresca.

«Ofensivo y ganador»

Quizá porque la suya aún sigue teniendo reservado un espacio con honores en el graderío del Teatro de los Sueños, puede que por facilidad para resolver urgencias apareciendo de la nada, quién sabe si por un rostro tan amable que refuerza el discurso envilecedor con el que se pinta a quien le precedió en el puesto, Solskjaer sienta como una manzanilla en un Manchester United en pie de guerra. En las últimas horas, medios ingleses han especulado con que el detonando de la salida de Mourinho podría haber sido el motín que varios futbolistas ultimaban. A los Pogba, Alexis y compañía, tipos desterrados por un técnico que no vacila en cortar las cabezas de quienes no fagocitan sus ideas hasta morir por ellas, tiró un capote el autor de 126 goles en 366 apariciones con la casaca roja horas después de aceptar el reto, cuando aludió al «estilo ofensivo y ganador» que caracteriza al club.

De su mentor Ferguson, a quien reconoció haber pedido consejo para afrontar el reto que tiene por delante, recibió uno de los elogios más amargos que se le pueden brindar a un futbolista cuando destacó su capacidad para analizar los partidos desde el banquillo. Como si aquellas palabras encerrasen algo de premonición, hoy se sentará en el del Cardiff, su segundo equipo profesional como técnico. Con el cuadro galés descendió a Championship en 2014. Antes, en el Molde noruego, ganó las dos primeras ligas de la entidad en dos intentos, los de 2011 y 2012 y, al año siguiente, laCopa. En 2008, un año después de retirarse por culpa de una concatenación de lesiones que lo azotaron durante cuatro años, se hizo cargo del filial del United. Y hasta hace tres días, cuando fue nombrado sustituto de Mourinho, seguía inmerso en su segunda aventura al frente del combinado de Noruega, con el que ya tiene apalabrada su vuelta para el último día de mayo, cuando este impás en el que oficiará como preparador interino del club de su vida concluya.

El olor a ceniza de la consumida etapa de Mourinho evidenciaba un tiempo a punto de cumplirse que suplicaba un salvador. Allí, como si el mismísimo «Fergie» hubiese pedido el cambio, emergió Ole. Suya fue la firma en el capítulo con más épica de la historia del Manchester United. Y a punto está de probarse si su providencialismo con traje y corbata está a la altura del que demostró con las botas puestas.

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