Monchi, posando en las oficinas del Sánchez Pizjuán tras su entrevista con ABC
Monchi, posando en las oficinas del Sánchez Pizjuán tras su entrevista con ABC - JUAN JOSÉ ÚBEDA
Sevilla F.C.

Monchi: «Amo al Sevilla, pero el director deportivo se ha comido a la persona»

El ideólogo del mejor Sevilla de la historia lleva 16 temporadas haciendo magia. Un éxito que le ha vaciado: «Tengo la gasolina justa. Necesito un tiempo muerto»

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Su despacho es un frenesí de felicidad y jolgorio. Una selección de emocionantes fotografías del equipo y de él mismo, repletas de alegría, dominan las paredes roja y blanca de su oficina. Algo lógico cuando se está viviendo la edad dorada del club. En los últimos diez años, cinco Europa League, una Supercopa de Europa y otra de España, y dos Copas del Rey. Así que Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi (San Fernando, Cádiz, 20 de noviembre de 1968) se ha ganado de sobra el derecho a presumir, aunque a él no le gusta acaparar elogios: «El éxito del Sevilla tiene muchos nombres y apellidos, no solo el de la dirección deportiva». Apasionado del carnaval (ha llegado a actuar en el Gran Teatro Falla) y de los gimnasios (es el primer lugar por el que pregunta cuando llega a un hotel), el ideólogo del mejor Sevilla de siempre hace un hueco en su inagotable agenda en una íntima entrevista con ABC.

-¿Cómo fue su infancia?

-Algo apretada, pero bonita. No recuerdo no haber tenido lo que quería, dentro de unas limitaciones, claro. Soy el hermano pequeño de tres. Mi padre era tornero y trabajaba en una fábrica de construcción de barcos; y mi madre era ama de casa. Fue una infancia rodeada de mis amigos del barrio donde me crié en San Fernando y de un balón. Y llena de buenas notas. Era un estudiante serio.

«Soy un político frustrado. Siempre ha sido mi gran pasión»

¿Por qué estudió derecho?

-Soy un político frustrado. Siempre ha sido mi gran pasión. En mi época de universitario no había Ciencias Políticas donde vivía, y la titulación más cercana para acceder a ese mundo era Derecho. Desaproveché una muy buena nota (obtuvo un 9 de media entre BUP, COU y Selectividad) ya que en Derecho se entraba con apenas un cinco de corte. Los profesores no pararon de reprochármelo, pero una pasión es una pasión.

Monchi, durante la entrevista con ABC
Monchi, durante la entrevista con ABC - JUAN JOSÉ ÚBEDA

-Pues es un buen momento para hablar de política. ¿Cómo ve la nuestra?

-No hay peor injusticia que tratar a dos personas diferentes de la misma manera. No me gusta generalizar en ningún ámbito de la vida. Hay políticos malos, cierto. Pero también los hay muy buenos. El gran problema es que vivimos un momento único de la historia en el que es muy difícil saber qué pasa en la sociedad.

-¿Qué quiere decir?

-Todos debemos reflexionar, incluso los medios. Y no hablo solo de España. Es un tema global. Mira lo que ha ocurrido en Estados Unidos. Qué cantidad de periodistas, columnistas y editoriales, todos ellos de gran reputación, han errado en sus pronósticos y análisis. Todos apostaban por lo contrario de lo que ha pasado, no solo se han equivocado las encuestas.

-¿Creía en la victoria de Trump?

-Yo también apostaba por la victoria de Hillary Clinton, pero siempre le recalcaba a mi círculo cercano que no se estaba teniendo en cuenta el voto oculto, el voto silencioso, y que serían unas elecciones muy reñidas. Y, mira, no andaba muy equivocado.

«Lloro mucho. Soy muy sentimental. A lo mejor leo algo que ni me roza y ya se me cae la lágrima»

-Tiene aspecto de ser una persona muy sentimental.

-Sí, lloro mucho. Soy un ser humano muy emocional. A lo mejor estoy leyendo cualquier cosa que a mí ni me roza y ya me pongo melancólico.

-¿Qué lágrimas nunca podrán borrarse de su memoria?

-De felicidad he llorado mucho en los últimos años, gracias a lo bien que nos ha ido. Pero también de pena. Deportivamente, me marcó el fallecimiento de Puerta y el descenso a Segunda en Oviedo (temporada 1996-97). También lloré, pero de impotencia, con el fichaje de Sergio Ramos por el Real Madrid. Era el día de cierre de mercado, y tras tantas semanas de trabajo y esfuerzo esa venta a última hora fue una faena. Personalmente, el llanto más amargo fue con la muerte de mi padre.

-¿Cómo es el Monchi padre?

-Tengo un hijo de 23 años y una niña de 17 y siempre he intentado transmitirles los valores que a mí me enseñaron mis padres. No soy un figura paternal muy complicada. Solo quiero que sean buena gente, personas justas, generosas y honradas que no se dejen llevar por la envidia o el odio. Y creo que he conseguido mi cometido.

-¿Por qué se decantó por la portería? Usted primero fue delantero...

-En el colegio sí, pero en mi barrio jugaba con los amigos de mi hermano mayor, y como era mucho más pequeño solo me dejaban ser portero. De los pelotazos que me daban aprendí el oficio. Casualmente, a los once años, fui a probar en el Águilas C.F., y allí empecé a tomarme lo de guardameta con más seriedad.

-¿Qué le faltó para consolidarse como portero de primerísimo nivel?

-Imagino que mis cualidades no dieron para más. Estando en la élite hay que tener unas virtudes que igual yo no reunía y, además, tuve una competencia muy alta. Unzué fue un portero magnífico. Pero tampoco es mal bagaje estar diez años en la primera plantilla del Sevilla. Yo estoy muy orgulloso de mi carrera.

«Yo también viví en la burbuja del futbolista. Ahora es todavía mayor ese mundo de Disney en el que viven los jugadores»

-¿En su etapa de profesional también vivía el futbolista en una burbuja?

-Sin duda. Lo que pasa que ahora esa burbuja se ha ensanchando aún más. La desconexión y el aislamiento del futbolista de hoy con el mundo real es todavía mayor. Hay jugadores que viven en un mundo de Disney y, aparte de Disney, hay otros muchos mundos.

¿Usted también perteneció a ese mundo de dibujos animados?

-Sí, claro. Y cuando me retiré, en el año 2000, en la temporada que ejercí de delegado antes de convertirme en director deportivo, fue cuando salí de esa burbuja. Ahí me di cuenta que el fútbol no era «ji, ji; ja, ja». Ese año aprendí mucho, entre otras cosas, a cómo debía comportarme y trabajar para ser un buen director deportivo.

¿Su éxito es trabajo, suerte o mezcla de ambas cosas?

-Para ser un buen director deportivo hay que recortar el factor suerte con trabajo. En momentos puntuales va a aparecer la suerte, como aquel famoso gol de Palop en la Europa League de 2007. Pero para llegar ahí, a esa situación, se necesita trabajo. Con trabajo tu compras 20-25 papeletas para un sorteo y sin trabajo compras una. La suerte puede existir, pero siempre es más decisivo e importante el trabajo.

«Para ser un buen director deportivo hay que recortar el factor suerte con trabajo»

¿Cómo trabaja la secretaría técnica del Sevilla para que tengan ese elevado nivel de acierto?

-Somos dieciséis personas y cada una tiene asignados varios campeonatos. Dividimos el año en dos partes. La primera parte abarca desde agosto a diciembre, y la dedicamos a lo que yo llamo fútbol en bruto. Vemos partidos y más partidos con los cuales engordamos nuestra base de datos. Además, hacemos un once ideal mensual de todas las ligas que seguimos. Después, a partir de enero, comenzamos la segunda fase de nuestro trabajo. Los jugadores que hemos seleccionado, que suelen ser entre 350 y 400, toman el protagonismo. Por ejemplo, si tenemos anotado a Lacazatte, hacemos el seguimiento de este futbolista con sumo detalle. Cinco o seis componentes de la secretaría técnica verán partidos del Olympique de Lyon en distintas circunstancias: en su estadio, como visitante en un ambiente hostil, ante rivales potentes, contra equipos débiles... De este modo obtenemos unos parámetros reales de cómo es este futbolista. En abril, hacemos otro filtro y nos quedamos con 150-200 jugadores, unos 15 o 20 por puesto. A partir de entonces nos sentamos con el entrenador para que nos diga el perfil de jugador que está buscando y, finalmente, la dirección deportiva le pone nombre y apellidos a lo que ha pedido el técnico.

-En cada puesto habrá una escala de prioridades...

-Eso es. Y muchas veces no logramos contratar nuestra primera opción, pero eso no significa que el nivel del fichaje empeore. Por ejemplo, Kanouté y Keita nunca fueron primeras opciones.

Monchi, junto a la imagen de Juan Arza, una leyenda del Sevilla
Monchi, junto a la imagen de Juan Arza, una leyenda del Sevilla - J. J. ÚBEDA

-¿Cuál ha sido su mayor éxito?

-Depende. Si lo enfocamos en lo puramente objetivo y profesional está claro que Dani Alves. Ha recorrido todos los caminos ideales de un fichaje. Jugador joven, desconocido, que viene barato, triunfa, gana títulos y se vende muy bien. Pero a nivel personal, el fichaje que más me ha llenado ha sido el de Poulsen, en 2006. Ahí es cuando me di cuenta de lo mucho que había crecido la marca Sevilla. Te hablo de un jugador que tenía que decidirse por el Milán o por nosotros. Y no me refiero al Milán de hoy, sino al gran Milán de Ancelotti. Y eligió al Sevilla.

¿Pondría a Van Persie y Gabi en el lado contrario?

-Son dos casos distintos. Gabi fue un error mío, por no saber ver todo su potencial y cualidades. Y Van Persie fue una decisión suya de última hora. Lo teníamos cerrado pero cambio de opinión y decidió marcharse al Arsenal.

-Usted estuvo mucho tiempo detrás de Bielsa, pero por una razón u otra no consiguió traerlo a Sevilla. ¿Con Sampaoli ha cubierto ese vacío?

-Jorge es un enfermo del trabajo, un maniático del fútbol, convencido de sus ideas y defensor a muerte del fútbol de posesión y de intensidad. Estoy muy contento con él y con el trato y la convivencia que tenemos. Hay respeto y complicidad de dos profesionales en distintos ámbitos que quieren el mismo objetivo común.

-Con él han subido la expectativas...

-Tenemos aspiraciones ambiciosas, pero lógicas. De lo contrario podríamos generar frustración. El objetivo en la Liga es acabar en puestos de Champions, que no es fácil. Pensar más allá no sería real. También luchamos por meternos en octavos de la actual Liga de Campeones, y en la Copa del Rey intentaremos llegar a lo máximo posible.

«Mi vinculación profesional, emotiva y sentimental con el club siempre estará por encima de mi deseo. Pero necesito parar y ver qué quiero hacer el resto de mi vida»

-¿Y cuáles son sus aspiraciones? ¿El próximo verano volverá a pedirle al club que le deje salir?

-Es un tema muy difícil de explicar y que, además, lo comprende muy poca gente. El Monchi director deportivo del Sevilla es una persona muy feliz. Tengo una autonomía de trabajo que no tendré nunca jamás en otro sitio. Soy sevillista a muerte, estoy donde quiero estar, pero detrás de todo esto hay una persona que tiene la gasolina justa. Necesito un tiempo muerto.

-Tras 16 años al máximo nivel, suena lógico que esté cansado...

-No quiero utilizar la palabra cansado. Somos unos privilegiados, no lo niego, y algunas personas se molestan porque creen que solo se puede estar cansado si te levantas a las seis de la mañana para ir a la obra. Pero la reflexión que le acabo de hacer es puro sentido común. Necesito parar y reflexionar. Pensar qué quiero hacer con mi vida. Amo a este club, pero el director deportivo se ha comido a la persona. Los momentos han sido y son muy buenos, pero la presión es muy alta. Es así de sencillo. Aunque algunos no se lo crean, no hay ninguna otra razón que explique lo que ocurrió el pasado verano y lo que siento.

-Pero no ha contestado. ¿Seguirá de director deportivo del Sevilla la próxima temporada?

-Mi vinculación profesional, emotiva y sentimental con el club va a estar por encima de mi deseo. No vivo una situación desesperada. Si al final no hay acuerdo y el Sevilla tiene una idea que no coincide con la mía, siempre va a prevalecer la posición del club.

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