Fútbol

El ocaso de Arda Turan, el mayor talento turco del siglo XXI

Después de haber triunfado en el Atlético, no alcanzó su mejor nivel en el Barcelona. Ahora vive un difícil episodio que podría terminar con él entre rejas

Arda Turan celebra su tanto al Chelsea en las semifinales de la Champions de 2014 Reuters
Carlos Tristán González

Carlos Tristán González

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En el verano de 2011 aterrizó en Madrid un futbolista desconocido para la inmensa mayoría. Arda Turan llegaba procedente del Galatasaray y de él se decía que aterosaba un enorme talento en sus botas y que era «el David Beckham turco» , no por su fútbol, sino por lo mediático que era en su país. Del Atlético se había marchado ese verano Agüero, y sobre Arda Turan, junto a otros futbolistas de la talla de Falcao, Gabi, Miranda o Courtois, recaía devolver la ilusión a la parroquia rojiblanca. Aunque las cosas aquel año no empezaron bien, rápidamente mejoraron.

Su destino, como el del club rojiblanco, dio un giro de 180º con la llegada de Diego Pablo Simeone. Con él se convirtió en una referencia y logró el reconocimiento que siempre había deseado. En un equipo donde abundaban los jugadores aguerridos y el fútbol de intensidad, Arda Turan fue la perfecta nota discordante que daba a sus compañeros la magia que se necesitaba en determinados momentos. Él era un verso libre dentro del la perfecta poesía que llegó a componer Simeone.

A orillas del Manzanares pasó cuatro temporadas en las que conquistó una Europa League, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey, una Liga y una Supercopa de España. Su peso en el equipo aumentó exponencialmente al mismo tiempo que el amor que le profesaba la afición. Pero su fútbol diferente, el mismo que le había encumbrado en el Atlético, le empujó a marcharse. Cuando anunció que se quería ir del club fue claro: «Aquí se corre mucho» . Para cualquier equipo esto podría haber sido un hándicap -¿quién querría a un jugador que confiesa que no quiere correr?-, pero no para el Barcelona , quien vio en su figura a una pieza perfecta para su engranaje.

Secundario en el Camp Nou

Así, Arda Turan se mudó a la Ciudad Condal en 2015 a cambio de 34 millones de euros. «Vengo a ganar la Champions» , dijo en su presentación. No lo consiguió. En su favor habría que decir que el contexto de su desembarco no fue el idóneo, toda vez que no pudo jugar hasta enero por culpa de una sanción . Aun así, su rendimiento nunca se acercó a lo que se esperaba de él. En tres temporadas solo jugó 64 partidos, anotó 17 goles y repartió 13 asistencias. Nunca gozó de un papel protagonista y cada verano le rondaba la misma melodía: la que le situaba fuera del equipo.

Finalmente, en enero de 2018 regresó a Turquía. El Barcelona, loco por venderle, no encontró a nadie que quisiera pagar un precio por su traspaso, así que lo cedió al Estambul Basaksehir . Arda Turan volvía así a su país con la esperanza de recuperar su mejor fútbol y el protagonismo perdido. Paradójicamente, lo primero no lo ha encontrado aún, no así lo segundo, aunque no de la manera en la que deseaba. Y es que desde que volvió a Turquía ha sido protagonista de varias polémicas dentro y fuera del campo.

Apenas había disputado diez partidos con el Basaksehir cuando fue expulsado . Se jugaban los últimos minutos de un partido frente al Sivasspor cuando Arda Turan no coincidió con una decisión del línea, enloqueció e insultó, amenazó y empujó al colegiado. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. La sanción fue ejemplar: 16 partidos que aún está cumpliendo. Entonces pareció que quien había regalado tanta magia en España había tocado fondo; pero nada más lejos de la realidad.

Su episodio más negro

La pasada semana, Arda Turan se vio envuelto en un grave caso de violencia en un bar de Estambul. Tal y como se puede apreciar en las imágenes en vídeo , fue uno de los protagonistas de una pelea contra un famoso cantante, Berkay Sahin. El futbolista, completamente fuera de sí, llegó a sacar una pistola para amenazarle.

Recientemente se han confirmado las acusaciones que recaen sobre él. Un juzgado de Estambul ha aceptado el escrito que pide que sea imputado por delitos de «acoso sexual», «lesiones intencionadas», «disparos con arma de fuego de un modo que puede producir miedo o pánico» y «porte de armas sin licencia». La condena podría ser de entre tres y doce años de prisión.

Este ha sido el último episodio de un jugador que se ganó el cariño de muchos aficionados en España, fueran del Atlético, del Barcelona o de cualquier otro. El «Ardaturanismo» , término acuñado en su etapa en la Liga para referirse a su forma de juego y de ser, es ahora una especie de perversión de lo que significó. Su talento sobre el terreno de juego siempre estuvo fuera de toda duda, pero su rendimiento fue cayendo cuando abandonó el Vicente Calderón.

Su vuelta a Turquía se antojaba como la oportunidad perfecta para reencontrase con su mejor versión, pero lejos de ello, puede haber dado con lo peor de sí mismo. El broche a esta decadencia podría llegar en forma de sentencia condenatoria , lo que terminaría de enterrar su carrera en la cárcel.

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