Álvaro Martínez

Ni con agua milagrosa

Lejanos, muy lejanos, quedan los tiempos en los que el portero podía coger el balón con las manos cuando se lo cedía un compañero. Desde 1992 se castiga con libre indirecto. Y también parecen remotos los partidos en los que el equipo lo formaban jugadores numerados del 1 al 11 y no aparecía su nombre en la camiseta. De aquello hace 22 años. ¿Y recuerdan esos partidos en los que solo se permitían dos cambios? Sí hombre sí, era cuando únicamente podía haber dos extranjeros en la plantilla... Bueno, pues todo eso, que hoy llega a nosotros como un confuso recuerdo de antaño, casi borroso, lo vivió ya Ángel María Villar como presidente de la Federación Española, puesto en el que lleva 29 años, casi una eternidad con la que ha batido plusmarcas continentales de atornillamiento al sillón.

En todo este tiempo, se pueden contar con los dedos de una mano las ruedas de prensa en las que ha comparecido Villar; por lo tanto, la que dio ayer, acusando al Gobierno de poner en peligro la presencia de España en el Mundial de Rusia, le ha cogido inevitablemente desentrenado. El esquema respondió a los mismo parámetros de altanería, engreimiento y arrogancia en los que se ha movido en público a lo largo de estas tres décadas y que ayer le llevaron, incluso, a ofrecer a Rajoy un empleo de ayudante de Lopetegui «así gana más que de presidente del Gobierno». Ya ven, un tipo con clase...

Villar negó que haya movido los hilos de la amenaza de la FIFA, lo que confirma su participación en el asunto. No es la primera vez que pasa. En anteriores advertencias siempre estuvo él detrás, jugueteando con ese aviso de veto a su país en este o aquel torneo internacional. Ahora, suspendido del cargo, con un carretón de presuntos delitos, esta maniobra de defensa es aún más clara, tanto como su alejamiento de la realidad, que pasa por elucubrar una fantasmagórica conspiración a siete bandas en la que el Gobierno, el juez, un par de fiscales, la Liga, la Benemérita, un exsecretario general de la Federación y el CSD se han puesto de acuerdo para cortarle la cabeza. Falta el utillero del Botorrita F.C. pero la lista de confabulados en su contra es tan formidable como el rosario de delitos que se le achacan: apropiación indebida, corrupción entre particulares, administración desleal, alzamiento de bienes y falsedad documental. Más le valdría centrarse en su defensa y en explicar dónde demonios están esos 45 millones que la Guardia Civil no encuentra por ningún lado, que insistir en este alocado ataque, que suena tan viejo como cuando se podía ceder el balón al portero o el masajista curaba todo con agua milagrosa.

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