España-Albania

Hacia el Mundial en mitad del ruido

España debe sentenciar en Alicante su pase en la semana más difícil de los últimos años

Piqué, en la sesión previa al partido ante Albania EFE
Javier Asprón

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Y al final de una semana de ruido extremo, el fútbol. Pese a que nada se ha hablado del partido ni del rival durante toda esta semana, la selección se juega hoy ante Albania una victoria fundamental (20.45 horas). La clasificación para un Mundial, nada menos. El billete a Rusia 2018, la undécima clasificación consecutiva para una fase final.

Tanto ha sido el barullo respecto al asunto Piqué que hasta un periodista albano preguntaba ayer extrañado si el evidente pasotismo ante el partido se debía a que el rival eran ellos. Pero no. Tanto ha polarizado el ambiente el central azulgrana que ni aunque el rival hubiera sido Brasil le hubiesen desviado del foco.

Ni las llamadas a la calma, a pasar página, tanto de Lopetegui como del resto de jugadores han servido durante una semana en la que el deporte y la política han convivido en Las Rozas. Por eso, y porque cuesta imaginar lo que pasaría si España sufriera un mal resultado en el Rico Pérez, el encuentro puede resultar hasta balsámico . Así lo ven los internacionales, siempre esquivos e incómodos en polémicas de este tipo, y que ayer cedieron la palabra a Sergio Ramos, el único peso pesado que faltaba por hablar.

El capitán de la selección, un habitual ante los micrófonos en los inicios de las concentraciones, se saltó esta vez su cita. «Preferí quedarme al margen», confesó. «Pero hay un bien colectivo que es llegar al Mundial y eso está por encima de todo». Así que intentó ejercer como tal y reconoció que habían pasado una semana difícil. A la vez, volvió a pedir comprensión con Piqué, con quien reconoció que se lleva bien pese a «que piensan y sienten» de forma distinta. Una diferencia que se hizo patente cuando le preguntaron por el mensaje del Rey: « El discurso del Rey era necesario . Impecable. Chapeau. Aunque sea delAtleti...».

Caso cerrado

Al contrario que Ramos, y por si había alguna duda al respecto, Lopetegui cerró el asunto Piqué a la primera pregunta. Ni media concesión más a una polémica que ha supuesto su primera gran crisis al frente del combinado nacional. «Lo de Piqué es pasado» , dijo. «El objetivo es tan potente que me ocupa toda mi energía».

También se prohibió hablar de Cataluña, de nuevo amparado en la responsabilidad de alcanzar el primer objetivo para el que le contrataron: «Somos personas y estamos al tanto de todo lo que sucede, pero ahora mismo no pensamos en la situación del país. Nos jugamos estar en el Mundial y en hacer bueno el año y medio que llevamos en esto. Nuestra capacidad de decidir esta aquí».

Y hay que creerle. En realidad, las preocupaciones de Lopetegui son otras, porque al margen de los dolores de cabeza que provoca el central, la selección acude a esta cita con una importante colección de bajas. Y no son menores. Carvajal, Morata e Iniesta se cayeron de la convocatoria a última hora. Y tampoco estará ante Albania el sancionadoBusquets.

Para Lopetegui, la victoria supondría la rúbrica definitiva a una clasificación casi inmaculada que vivió su momento estelar en el Bernabéu con la goleada a Italia. El técnico vasco, elegido para sustituir a Del Bosque tras el fiasco en la Eurocopa, ha ido ganando adeptos con el paso de los meses. Fue una elección continuista, un hombre de la Federación encargado de impulsar y renovar un plantel con síntomas de agotamiento. De momento, presenta un balance casi imbatible , nueve triunfos y tres empates en sus doce primeros partidos, con 40 goles a favor y solo siete en contra. Lograr el primer puesto en un grupo en el que estaba la misma Italia que mandó para casa a la selección en París.

Y enfrente, aunque parezca que importa poco, una Albania al mando de Christian Panucci , leyenda del Real Madrid de la Séptima. Inmejorable su aspecto después de veinte años, el lateral es un recién llegado al cargo que se mantiene invicto en sus dos partidos como seleccionador nacional. Panucci asumió ayer el papel de víctima, aunque no renunció a que sus jugadores vivan «una noche inolvidable». Pese a todo, sus objetivos van más allá de este partido, al que llega con una selección eliminada y camino de una profunda reconstrucción.

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