Premier

La decadencia del «Tigre»

El Chelsea no ha inscrito en la Champions a Falcao, que lleva dos años en caída libre

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El rumor que proviene de Inglaterra resulta inquietante. Un equipo de China pretende fichar a Falcao. Traducido al lenguaje del deporte significa: su majestad el dinero es capaz de arrebatar de su sitio natural al goleador más impactante de los últimos tiempo. Es la decadencia del «Tigre». Una confluencia de detalles unidos en el tiempo han arruinado la carrera del delantero colombiano, imponente rematador, felino despiadado que asombró en el Oporto y luego en el Atlético. Se marchó al Mónaco en la búsqueda del euro y una lesión en el ligamento cruzado lo ha machacado. Cedido al Manchester United y al Chelsea sin resultados productivos, el club londinense ha decidido no incluirlo en la nómina de jugadores para los octavos de final de la Champions.

Como jugador del Atlético, Falcao elevó su talla hasta el escalafón virtual que se sitúa por debajo de Messi y Cristiano. Setenta goles en dos temporadas, a una media de casi una diana por partido. Imparable en el campo, respetuoso, afable y sencillo como ciudadano. Profundamente religioso, trabajador sin descanso y comedido en sus gustos. En vez de frecuentar la noche madrileña y los reservados vip de los locales de moda, acudía a un restaurante colombiano del popular Puente de Segovia con precios anticrisis: chuleta valluna a 11 euros, mondongo paisa, a 13. Imposible encontrar a nadie que hablase mal del goleador. «Parece japonés por la educación tan exagerada que demuestra», decían en el vestuario.

La llamada del vil metal lo transportó a Mónaco a precio de oro. Se convirtió en uno de los futbolistas mejor pagados del mundo, 14 millones anuales, a través de Dmitri Yevguénievich Rybolóvlev, uno de los nuevos ricos surgidos de la nueva Rusia. En la débil liga francesa, sin Champions y sin proyección, el colombiano se estancó por un lance del azar el 22 de enero de 2014. Un defensa del Chasselay, de la cuarta división, le cayó encima al tratar de cortar su avance. Rotura de ligamento cruzado y carrera contra el reloj para subirse a la ola del Mundial de Brasil.

No lo consiguió el insigne colombiano y empezó a cavar una fosa de la que no ha salido. Emigró cedido a un escenario digno de su categoría, Old Trafford y el Manchester United. Topó con un técnico singular, Van Gaal, que lo relegó a la suplencia frente a Rooney. Cuatro goles en 29 partidos. Migajas para un depredador. Dio otro bandazo el pasado verano, el Chelsea. Ni con Mourinho ni con Hiddink ha mejorado. Al contrario. Se rapó el cabello y, como Sansón, ha perdido facultades. El Chelsea lo margina ahora. Y Falcao mira a China.

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