Fútbol

Bula popular para los futbolistas

El sistema imperante aclama a estrellas imputadas por fraude, extorsión o denuncias de la policía

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Este es el tema que produce desasosiego en los presentadores de televisión, aquellos que tuercen el gesto festivo cuando anuncian una noticia «de la que no nos gustaría hablar». Es el reverso de la alfombra roja, los aviones privados y los balones de oro. Los futbolistas con bula popular, amparados por un sistema que ensalza todas sus virtudes balompédicas pero que pasa de puntillas por sus excesos como ciudadanos. De los tres nominados para el Balón de Oro, dos tienen litigios por fraude fiscal con la Hacienda española, Messi y Neymar, del Barcelona. El Real Madrid no es distinto. En el frente judicial, Benzema está acusado de extorsión por un chantaje con vídeo sexual a un compañero de selección, y James Rodríguez arrastra una denuncia de la Policía por huir a 200 kilómetros por hora en la autopista.

Los cuatro son fenómenos del balón, los cuatro se han llenado la piel de tatuajes. Y todos tienen que rendir cuentas a la Justicia española.

El Tour recibe cada verano a 200 ciclistas con sueños. Nunca se pierden por las carreteras de Francia, ya que siempre hay aficionados en las cunetas que trazan un sendero humano, siempre cálido con los corredores de todas las nacionalidades. Lejos del pensamiento que cuaja en nuestro país, no increpan a los españoles. Reprenden con severidad a los deportistas que hacen trampas. Abroncan al dopaje. Tienen un sentido ciudadano de la ética. Criticaron a Armstrong, Pantani, Contador, Ullrich y a su Virenque del maillot de la montaña.

Estados Unidos

Estados Unidos repudió a Marion Jones, diosa de los Juegos de Sidney y epicentro del caso Balco, el laboratorio que fabricaba tetrahidrogestrinona, la célebre THG. Un esteroide anabolizante de última generación, droga de diseño. Lo mismo sucedió con Armstrong, recluido ahora a una tienda de bicicletas en Austin por haber estafado con el dopaje a un patrocinador pagado con impuestos de los contribuyentes, el US Postal (Correos USA).

Alemania no quiso saber nada de Jan Ullrich o Johann Muehlegg, ciclista y esquiador unidos por el consumo de EPO o su derivada la darbepoetina. El tenista Boris Becker dejó de ser un héroe cuando fue multado con 375.000 euros por evasión de impuestos.

Italia o España son las otras caras de la moneda. Valentino Rossi, ídolo mundial y vecino de Tavullia, tuvo que pagar una cifra considerable incluso para un multimillonario como él. 43 millones por no declarar sus ingresos. No por ello ha perdido un ápice de popularidad. En Italia se le venera.

Tal vez por ese tronco latino, en España sucede lo mismo. No parece que los seguidores de las motos vayan a dejar de aplaudir a Dani Pedrosa por la deuda de 7,8 millones que mantiene con la caja común de todos los contribuyentes. La excelencia futbolística que representa Messi no se corresponde con la respuesta de los hinchas a sus problemas fiscales. Fueron bochornosas las imágenes de aficionados vitoreando al argentino a las puertas del juzgado de Gavá, donde ha comparecido unas cuantas veces. Está acusado, junto a su padre y representante, de haber defraudado a Hacienda cuatro millones. Tiene por delante un juicio oral, si antes no lo resuelve al estilo Mascherano (pagó 1,5 millones). Algunas filtraciones colocan a Neymar fuera del Barcelona y de España. A su padre no le gusta que la justicia «interfiera» en la carrera de su hijo. Pero el fabuloso brasileño debe responder ante el fiscal de la Audiencia Nacional. Reclama que el jugador declare por los delitos de corrupción entre particulares y estafa en relación a su traspaso al Barça.

La bula popular no conoce colores. El Real Madrid mostró su apoyo a Benzema desde la institución y desde el vestuario ante lo que la justicia francesa entiende que fue un chantaje a Valbuena. El comportamiento del francés es irreprochable para el sistema del fútbol, hasta que se demuestre lo contrario.

En la extensa gama automovilística de la que hacen gala las estrellas, James Rodríguez escogió un Audi negro de línea deportiva para llevar con el gancho a la Policía por la M40 a 200 por hora. Creyó que lo querían secuestrar y no levantó el pie hasta alcanzar la zona de confort de la Ciudad Deportiva de Valdebebas. Y, en el colmo de los colmos, el caso Rubén Castro, procesado por maltrato y amenazas a su exnovia y jaleado con tonadillas lamentables por algunos seguidores.

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