Tercera división

Antonio Guardeño, el singular presidente del Loja

La crisis devolvió al constructor a su oficio de albañil, pero no consiguió acabar con la ilusión del dirigente por hacer crecer al club granadino

Antonio Guardeño, presidente del Loja, trabajando en una obra CHAPA

Sergio Yepes

El fútbol modesto está repleto de personajes que arrastran grandes historias detrás. José Serrano y Nené , utilleros del Tudelano y del San Fernando , respectivamente, o Pedro Menénde z, presidente del Lealtad , son solo algunos ejemplos. También Antonio Guardeño , un hombre sencillo de 51 años al que sus ciento noventa y siete centímetros de estatura le impiden alcanzar la pretensión de pasar desapercibido, está cumpliendo doce como presidente de «mi Loja» . Del club en el que comenzó haciéndose acreedor de la confianza de los socios por su condición de constructor y en el que terminó por hacer una gran obra después de que la crisis le devolviera la pala y obligase a retomar su oficio original de albañil .

[Loja, la paradoja del primer club que denunció un amaño]

Montando «una base de jugadores que fuimos retocando» en función de las necesidades, evoca que «hicimos historia» el 27 de mayo de 2012 al ascender al grupo IV de Segunda B. Justo donde revistió con realidades «el sueño de un pueblo entero» y quedaron levantados sus «mejores recuerdos». Y estableciendo los planos de cimentación para que «en cuanto nos sea posible» se pueda concretar el retorno dice que «sigo disfrutando». Avisa que por la entidad de algunos rivales «que tienen la necesidad de subir» abogó esta temporada por «cambiar el chip» y apostar «por la cantera». Y de ahí a que no le cause desvelos, sino sosiego, la décima posición que ocupa en el grupo IX de la Tercera división el plantel que puso a disposición del cordobés Diego Delgado .

«Tengo una empresa de construcción. Antes construía para mí y vendía. Y ahora nos dedicamos a hacer obras para los clientes que nos avisan», introduce. Avisa que de «tener cuarenta trabajadores a mi cargo» y «estar pendiente de permisos, licencias y arquitectos» pasó a estar en ‘cuadro’, a operar nuevamente con «ladrillos» y en definitiva, a ganarse el pan con las labores propias de «un peón» . En el tránsito «no se me cayeron los anillos» y se readaptó a la nueva situación laboral – «si hay que hacer mezcla, se hace mezcla»– y de esta manera se convirtió en una fiel metáfora de lo que a la misma par también ocurrió en el ‘mundillo’ del fútbol modesto.

Lo cierto es que cuando puso las bases de su mandato «nos ayudaban hasta los bancos» y ahora «todo está muy mal», de modo que «ni pueden echar una mano las empresas chicas que antes se publicitaban en los carteles, porque han recortado gastos en publicidad». Que es algo que supone que Guardeño esté viviendo ahora otra realidad como dirigente. Como mandatario de u n club en el que vivió días de vino y rosas . [ Siga leyendo la historia de Antonio Guardeño ]

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