«Ahora, que no vuelva a suceder»

River Plate y Boca Juniors piden dejar atrás los incidentes que viciaron la final de la Copa Libertadores

Leo Ponzio celebra el título en el Bernabéu REUTERS

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Con una sonrisa que no cabía en la sala de prensa del Santiago Bernabéu, contenida incluso su alegría para tratar de mantener las formas, Matías Biscay y Leo Ponzio, segundo entrenador -Marcelo Gallardo, el primero, cumplía sanción- y capitán de River Plate, cavaron una zanja en la que enterrar todos los incidentes que envolvieron la final de esta Copa Libertadores.

«Lo que hicieron los jugadores fue que esa gente que sintió estafada su ilusión pudiera sentir alegría. Creo que no toda la gente del fútbol es violenta: es un mínimo grupo. Esa gente que se comportó bien y tuvo paciencia para hacerlo creo que hoy tendrá un poquito de felicidad por lo que hicieron los jugadores», manifestó Biscay, todavía con los ojos vidriosos después del abrazo con el que se había felicitado con Gallardo. «Se terminó y querdaron muchas cosas pendientes por solucionar. Nosotros sólo nos manifestamos en positivo. Queríamos hablar en la cancha, como hicimos. Es difícil poner palabras a cada hecho que fue sucediendo día a día, se escuchó en todo el mundo. Ahora hay que tratar de que no fue vuelva a pasar», ponderó Ponzio, flamante capitán, a sus 36 años, del nuevo campeón de Sudamérica.

Ponzio, convencido de que el equipo franjirrojo «ha marcado una época», miró más allá de lo que lo hizo su técnico en funciones. «Nuestra sociedad, para estos eventos, no se comporta. El camino no es el que queríamos nosotros. No podíamos contagiarnos de lo negativo porque iba a ser peor. Demostramos, después de callar, que fuimos superiores». Quiso aclarar Biscay que en ningún momento, como ciertas declaraciones vertidas desde el entorno de Boca Juniors insinuaron, presionaron para jugar el partido de vuelta el día en que el autobús fue apedreado. «Queríamos jugar en las mismas condiciones que ellos, y ahí demostramos que somos superiores».

Con bastante menos gracia llegó Guillermo Barrios Schelotto a su comparecencia ante la prensa, abatido y con una cara más larga que esta final tras ver cómo se le escapaba un triunfo que durante veinticuatro minutos tuvo en la mano. Tampoco se fue el entrenador de Boca sin arañar la costra que en Madrid se ha formado sobre el fútbol argentino: «A veces pareciera que somos incorregibles, que si se diera la final dentro de unos años no se podría jugar». «En lo deportivo, el partido está finalizado», aseguró, aunque «no se puede permitir que se diga que es normal lanzarle una piedra a un micro».

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