Gran Premio de Brasil

«Vamos a por Massa»

Alonso acaba octavo en una potente carrera del McLaren. Enorme remontada de Hamilton, cuarto, y triunfo de Vettel

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Da sus últimas bocanadas del año la Fórmula 1 y poco cambia. Los pilotos más hambrientos, los más rocosos, siguen marcando la pauta. Lo hizo Lewis Hamilton, ya propietario de su cuarto título, y autor de una soberbia remontada en el vetusto circuito de Interlagos, a la derecha de la interminable ciudad de Sao Paulo. Salió el último y acabó cuarto, a un peldaño del podio. Y también lo hizo Fernando Alonso, conductor de un potente McLaren con el lento motor Honda, quien selló una notable carrera en Brasil. «Vamos a por Massa», animó el español a su equipo cuando vio posible ser el primero de los mortales, detrás de Mercedes, Ferreri y Red Bull. Alonso concluyó octavo . La victoria fue para otro gran nombre, Sebastian Vettel, quien rehabilitó a Ferrari, sin victorias después del verano. Carlos Sainz fue undécimo.

La salida del Gran Premio de Brasil anunció una bonita tarde de otoño. Accidentes, encontronazos, adelantamientos, cambios y alternativas... Lo que se espera para hacer de la F1 un espectáculo de masas.

Bottas enseñó su cartel de segundón al permitir, adormilado y sin pulso en la sangre, que Vettel le birlase la pole que había conquistado el sábado. Casi sin oposición traspasó la puerta el alemán y se encaminó hacia una victoria de consolación para una escudería, Ferrari, con muchas llagas en el cuerpo.

Vettel es un especialista en caminar en solitario sin viento en contra ni coches que lo estorben. Así ganó cuatro mundiales a bordo de aquel Red Bull intratable diseñado por Adrian Newey. En Sao Paulo no encontró la oposición de Bottas y le dedicó un triunfo razonable a los seguidores de Ferrari, quienes han padecido otro año más -y van diez- cómo el campeonato pasaba por delante de sus narices.

Ricciardo se empotró contra otro vehículo en la salida y tardó en reaccionar hacia su propósito: llegar hasta los cinco coches de la cabeza. El francés Ocon decapitó algún alerón, Magnussen frenó más de la cuenta y estrelló su Haas, Vandoorne también se retiró desconsolado... Una primera vuelta condensada en acción.

Lo que vino después fueron batallas individuales en desigualdad. Hamilton exprimió la velocidad de su Mercedes y enlazó vueltas rápidas con adelantamientos fáciles en la recta de meta, donde su coche era un reactor frente a aviones de pasajeros. Al campeón del mundo le dio para llegar a la cuarta posición, ambicioso y siempre preparador mentalmente para dar espectáculo.

Las cámaras de televisión captaron por fin a Fernando Alonso en situación de pelea, protagonista en la Fórmula 1, inmerso en una pugna por puntos y puestos de alcurnia. Massa se despedía de su fiel hinchada paulista, la Fórmula siempre febril en Brasil, y firmó una bonita confrontación con el español. «Vamos a por Massa, ya me preocuparé de Pérez», dijo el español por la radio, siempre un punto caliente en las retransmisiones.

Apelando a su orgullo de veterano, Massa impidió que Alonso le quitase más puntos y más foco. Séptimo en Interlagos con el asturiano a su espalda en la penúltima carrera con el motor Honda que ya parece no romperse ahora que todo el pescado se ha vendido.

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