Fórmula 1 | GP de Singapur

El mejor Sainz, el Alonso de 2017

El madrileño acaba cuarto, su tope en la F1, y el asturiano abandona por un accidente. Triunfo de Hamilton, que se escapa

J. C. CARABIAS

El ciclo negro de Fernando Alonso en la Fórmula 1 debe haber terminado ya, después del anuncio de nueva asociación entre McLaren y Renault. De otra manera es incomprensible, salvo que las meigas hayan intervenido de verdad, cómo es posible que confluya tanta fatalidad en un mismo deportista. En Singapur, escenario propicio para los Ferrari y hostil para los Mercedes, triunfó Lewis Hamilton, quien asesta un golpe que puede ser definitivo en la disputa del título. Ya tiene 28 puntos de ventaja sobre Sebastian Vettel. En ese escenario, Carlos Sainz levantó el brazo para anotar el mejor guarismo en su trayectoria de tres años en la F1. Un cuarto puesto. Hasta la fecha lo máximo que había hecho eran dos sextas plazas.

Casi daba miedo emitir el pronóstico antes del gran premio: Singapur era la carrera más apropiada para que Alonso escalase de nuevo al podio o, en la ensoñación, volviese a ganar. Singapur es un trazado urbano de curvas en ángulo recto, sin una recta, sin aceleraciones radicales, sin exigencia para el motor. Posibilidades para las manos de Alonso y el chasis del McLaren sin apenas intervención del ruinoso motor japonés.

El español partió octavo y en la primera curva, pocos metros más allá de la meta, era virtual tercero. La colocación idónea para atacar el gran premio. Sucedió lo inimaginable. Después de diez abandonos por el motor defectuoso y frágil, por una secuencia de horrores provenientes de Honda, al asturiano lo tumbó una carambola.

Procedió por la izquierda Raikkonen con una ambición desconocida, furioso su asalto a la segunda plaza de Verstappen. Se lo llevó por delante, rueda con rueda en un escorzo que anuló a los dos, destrozó el morro del Ferrari de Vettel y terminó con los sueños de Alonso. De una tacada, en apenas doscientos metros, la carrera estaba medio resuelta en favor de Hamilton.

Alonso intentó seguir con un boquete en el costado izquierdo del McLaren que parecía una cornada de enfermería inmediata. Rodó y rodó en su empeño luchador, pero unas vueltas más allá llegó la ratificación de lo inevitable. El undécimo abandono en catorce carreras. Y esta vez, sin culpa para el motor Honda.

Todavía daba más rabia escuchar las explicaciones del piloto ovetense. "El podio estaba asegurado, sin duda, viendo los tiempos de Hamilton -afirmó-. En la curva estaba casi tercero, no vi bien quién venía por detrás, pero sentí un golpe muy fuerte que dejó el coche destrozado. Bueno, esto es así. Cuando salgo último acaban todos los coches. Y cuando salgo bien, tengo un accidente...". La ley de Murphy.

Singapur es el gran premio más excitante del año. La fantástica ciudad-estado acoge una carrera pulcra, bien organizada, nocturna y luminosa, sensacional la experiencia de la F1 en el sureste asiático. Es una cita de fácil pronóstico: siempre tendrá intervención el coche de seguridad por la estrechez de la pista y la segura crónica de sucesos y accidentes.

Salieron dos coches de seguridad y la carrera no completó las 61 vueltas previstas, como suele pasar. Entre medias, Hamilton pegó un bocado al Mundial por el abandono de Vettel y construyó una victoria cómoda, imprevista puesto que Mercedes sufre en este circuito que no requiere de la potencia de su motor. Ricciardo selló un segundo puesto magnífico que lo acredita como un piloto siempre a la expectativa, solvente en el largo aliento y capaz de sumar puntos en todas las circunstancias. Un seguro de vida.

Ausente Alonso, la carrera perteneció por completo a Carlos Sainz. El madrileño consiguió el mejor resultado de sus tres años de vida en la Fórmula 1. Un estupendo cuarto puesto, a un suspiro de su primer podio, después de una valiente conducción en el agua al principio de la noche en Singapur y de la velocidad que demostró con la pista seca. Ahora que acaba de sellar su continuidad en la F1 con Renault en 2018, un paso adelante sin duda en su trayectoria, firmó la mejor versión de sí mismo. No se confirmó con la cuarta o la quinta plaza, sino que buscó con ambición la progresión, mejorando vuelta a vuelta, y presionando a sus rivales.

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