Fórmula 1 | GP de Bahréin

Los domingos alegran a Alonso

Como en Australia, el español escala en carrera y acaba séptimo. Otra victoria de Vettel ante los dos Mercedes

José Carlos Carabias

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Los sábados alteran a Fernando Alonso, pero los domingos le alegran la vida en esta remontada hacia lo que fue que ha emprendido en 2018. Decimotercero en la parrilla de salida y séptimo en la bandera a cuadros, el español avanza, mejora, aunque no llega dónde él espera: una lucha real con los líderes actuales de la Fórmula 1, que son Ferrari y Mercedes, por este orden. En Bahréin ganó otra vez Vettel, imponente el alemán pasajero de un coche sólido y rápido, el Ferrari 2018. Fue angustioso su éxito porque el Mercedes de Bottas se le echó encima en la última vuelta. Suerte tuvo, porque si es Hamilton lo pasa o lo echa de la pista, una de dos. Sobresaliente el rendimiento del Toro Rosso-Honda, cuarto Pierre Gasly. Y debacle de Red Bull, los dos fuera, en una emocionante carrera en el desierto del Golfo Pérsico.

Los misterios de la Fórmula 1 son inescrutables para los mortales que juegan a ingenieros, que opinan de alerones, válvulas y estrategias como si estuvieran en el muro de los campeones. El McLaren no va los sábados a una vuelta, en el sprint de las cronometradas, pero es consistente y fiable los domingos.

Alonso compite este año como los maratonianos, atletas de largo aliento que confían en adquirir su premio en la meta, después de una vida al volante. El asturiano agarra la escoba y, en el último suspiro, aparta cadáveres, recoge puntos y administra una alegría serena, que no es completa ni nada que se le parezca. Quiere ganar, ocupar el sitio de Vettel.

Le queda mucho camino para ello porque Ferrari, Mercedes, Red Bull y otros invitados trabajan para evitar su reconquista. El Toro Rosso, con el motor Honda, se agenció el mejor resultado desde que el motor japonés volvió a la Fórmula 1. El coche Haas sigue potente, la versión B de un Ferrari que amenaza ahora el trono de Mercedes. Y faltan los dos Red Bull, cazados por el infortunio, parado el coche de Ricciardo, pinchada la rueda del fogoso Verstappen.

Vettel se lanzó con determinación hacia el éxito, azuzado por el Mercedes de Bottas , que llegó al tramo final con neumáticos más frescos y algo más rápidos. Pero el duelo se quedó insípido porque el finlandés no tiene el colmillo de los grandes. No es Hamilton, tampoco Vettel o Alonso. Cuando intentó pasar al alemán, lo hizo timorato, sin decisión.

En la recolecta de Alonso influyó su gran salida, en la que recuperó varios puestos, y también la retirada de Raikkonen, quien protagonizó la escena dramática del día. Atropelló a uno de los mecánicos de Ferrari, a quien se le atascó la rueda en el cambio. El empleado fue trasladado a un hospital de Bahréin.

«Ha sido un poco de casualidad hoy -analizó el español-. Lo hemos salvado por la campana. Tenemos que mejorar los sábados para no salir tan atrás».

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