Mountain Bike | Europeo

Carlos Coloma, el «torero de Río»: «Quiero ayudar a otros a conseguir su sueño»

Tras dos años alejado de la alta competición, el ciclista, bronce en los Juegos de 2016, afronta con ganas este Europeo

Emilio V. Escudero

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La suya fue la última gran alegría de Río 2016 para España. Una medalla inesperada para muchos, pero no para él, convencido de su éxito. Confianza sin límites que Carlos Coloma (Logroño, 1981) vuelve a poner sobre la mesa para afrontar el Europeo, su primera gran cita desde aquel bronce olímpico. A punto de coger el vuelo para Escocia, el ciclista atiende a ABC para hacer un repaso a estos dos años , pero también a lo que está por venir. Un horizonte ve con esperanza y que espera alargar hasta Tokio 2020.

¿Dónde guarda la medalla de Río?

De momento la tengo guardada en el armario con toda la ropa del día a día, aunque tengo pensado hacerle una vitrina para ponerla junto al resto de trofeos, pero por ahora no he tenido tiempo.

¿Así que la ve todos los días?

Todos los días no la veo, pero igual una vez al mes, cuando estoy cogiendo algo, toco la caja, la abro y pienso... ¡Madre mía! Es que está aquí, es de verdad. Y te viene todo a la cabeza. Te acuerdas de cómo fue aquel momento, lo que ha pasado después... Porque ha sido todo muy bonito. Más allá del éxito deportivo, esta medalla me ha abierto muchas puertas y me ha permitido conocer a mucha gente. Ni en el mejor de mis sueños hubiese podido pensar que mi carrera deportiva iba a ser tan bonita como está siendo.

¿Le cambió mucho la vida ese bronce?

A nivel personal intento seguir igual, aunque no paro quieto ni un minuto entre reuniones, entrenamientos y actos con patrocinadores. Es cierto que tras la medalla sí que todo el tema de marcas y demás cambió de manera radical. Han pasado dos años ya y todavía no ha parado de sonar el teléfono para ofrecerme cosas y oportunidades. Y que siga así. Estoy disfrutando mucho e intento no decir que no a nada, porque creo que esto es algo que te pasa solo una vez en la vida y hay que aprovecharlo.

¿Y le salieron muchos amigos de esos que «no veía de hace tiempo»?

Sí que hubo alguno de estos que no aparecían y de repente vienen para decirte que eres muy bueno, pero fueron los menos. A nivel de patrocinadores, no me sabe mal que me llamen marcas nuevas, porque la sensación que me da es que no me conocían y que por eso no lo hacían, no porque se arrimen al éxito. Mi gran suerte fue que la carrera en la que gané la medalla olímpica fue un domingo por la tarde, con mucha gente delante de la televisión que pudo verme ganar el bronce. Vio mis ganas, la emoción que tuvo la carrera, y para mí es un orgullo que ahora se sigan acordando de mí cuando voy por la calle.

Es que su entrada en meta (haciendo pases de torero y llevándose las manos a la entrepierna) fue para recordar...

(Se ríe). Sí, no es que me paren todos los días veinte personas,

pero sí que se siguen acordando. Sobre todo cuando me dejo bigote (así lucía en aquella final). Es algo de lo que me siento muy orgulloso y que le da más valor incluso a aquella medalla.

¿Ha podido afrontar entonces más holgado la preparación de este Europeo?

Mi camino hacia Río fue bastante duro y a la vez bastante emotivo para mí. Tras conseguir el diploma olímpico en Londres, me rompí el hombro, tuve dos operaciones y todo el tema de patrocinadores se paró bastante. Me quedé casi sin apoyo y solo el Comité Olímpico y el Gobierno de La Rioja apostaron fuerte por mí. Me lancé por la cuesta y sin frenos a por un sueño que sabía que era muy complicado. Así, después de haber estado el 400 del ránking y con el hombro roto, solo yo y mis preparadores creíamos que podíamos conseguirlo. Y por eso fue duro, pero bonito y motivador. Ahora, por fortuna, eso ha cambiado. Porque la medalla me ha dado estabilidad para preparar los campeonatos.

¿Se nota un impulso en las ayudas?

Tardan en llegar, porque hay mucho tema burocrático detrás, pero acaba llegando. Las ayudas del ADO son bastante buenas y no puedo quejarme. Igual que con el resto de mis patrocinadores, que me tratan muy bien, algo que es importante porque es clave a la hora de preparar las pruebas.

¿Cómo llega al Europeo? Porque estos dos años no han sido sencillos para usted...

El primer año tras los Juegos fue muy complicado. Me cambió totalmente la vida por todos los actos de reconocimiento y demás. Este segundo ya ha sido un poco más normal, volviendo a la Copa del Mundo con regularidad y a la espera de este Europeo al que voy con muchas ganas a pesar de haber sufrido unas molestias en la pierna que no me han dejado entrenar bien. La batalla para Tokio empieza a partir de 2019. Es ahí cuando quiero estar al cien por cien, porque sé que los Juegos de 2020 serán los últimos y quiero llegar con opciones a pesar de que tendré ya 38 años.

Se le ve con ilusión a pesar de esa veteranía...

Por mi forma de ser, la ilusión que tengo por seguir montado en la bici es tremenda. Si todo va bien, cumpliré mi vigésimo Mundial consecutivo, algo complicado que habla muy bien de la pasión que tengo por este deporte.

¿Y ha pensado ya en el futuro?

Sí, claro. Hay proyectos muy bonitos y aquí en La Rioja me dan mucho apoyo. Después de Río empecé a trabajar con una chica muy joven que se llama Rocío García, que es parte clave de mi futuro, porque me encanta tenerla cerca y poder ayudarla en este camino como estoy haciendo hasta ahora. Si el día de mañana no soy capaz de sumarle, quiero lo mejor para ella y que llegue lejos, así que entendería que buscara nuevos horizontes. Creo que puede ser campeona del Mundo, aunque es muy difícil, pero tiene madera. Es todavía una niña, pero tiene un rendimiento fuera de lo normal. Nos va a dar muchas alegrías. Por ahora, compagino mi carrera deportiva con su entrenamiento. Después de Tokio, si veo que no puedo seguir al más alto nivel en la Copa del Mundo, pues me volcaría en su futuro, que es algo que me ilusiona mucho también.

No debe ser fácil mantenerse en lo más alto de su deporte y compaginarlo con esa ayuda desinteresada con Rocío...

Los deportistas muchas veces nos volvemos egoístas cuando estamos en activo porque lo queremos todo para nosotros. En mi caso, quizá, tener esa medalla y todo lo que he conseguido a mi edad, me da para pensar un poco en los demás. No es que pierda ambición propia, pero me apetece ayudar a otros a conseguir el sueño que yo logré en Río. Además, se junta que Rocío es una chica que se lo merece todo por la entrega que tiene. Hoy en día, en el deporte femenino faltan aún muchos apoyos y si no tienes a alguien al lado que te empuje y te aliente muchas veces se puede perder el talento.

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