Vuelta a España

Hinault creó la leyenda de Ávila y Gredos

La Vuelta concluye en las montañas en las que el francés conquistó en la edición de 1983

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Sucedió en 1983 y para los amantes del ciclismo aquella Vuelta, aquella primavera, solo tiene un apellido en la memoria (Hinault) y unos cuantos satélites (Gorospe, Serranillos, Gredos, Ávila) que pululan alrededor del campeonísimo francés. Hace 36 años de semejante exhibición y en la memoria colectiva del ciclismo es una imagen que no se olvida: el brutal destrozo que provocó Hinault en Serranillos, su ímpetu camino de Ávila acompañado de Belda y Lejarreta y la victoria en el velódromo de la capital abulense que hundió al líder, Gorospe, tal vez para siempre.

Fue el seis de mayo de 1983, antepenúltima etapa (Salamanca-Ávila) de una edición marcada por el poderío del equipo Renault que dirigía Cyrille Guimard (estaban Greg Lemond y Laurent Fignon como gregarios de Hinault) y la sobresaliente respuesta de los corredores españoles, encabezados por Julián Gorospe, Álvaro Pino, Eduardo Chozas, Alberto Fernández, Marino Lejarreta o Vicente Belda.

Gorospe era el líder, un jefe atípico en España, porque no era pequeño, enjuto ni escalador, sino alto, rodador y elegante . Corría en el Reynolds, la estructura del actual Movistar.

Era la primera Vuelta que TVE retransmitió por completo, la Vuelta del estreno de los Lagos de Covadonga ( Marino Lejarreta). Y fue la Vuelta de Hinault, la estrella mundial de la época.

En Serranillos sucedió todo. Gorospe vigiló al «Caimán», así llamaban a Hinault, y le aguantó un primer ataque. En el segundo se enterró para siempre. El francés le castigó con violencia, tal como era, y se marchó en el puerto de Gredos (que hoy se escala, junto a Navatalgordo, la Peña Negra y la Plataforma de Gredos) junto a Lejarreta, Belda, el belga Nulens y el italiano Bortolotto. Estos dos no pudieron seguir el paso del galo y se descolgaron.

Apenas pudieron dar relevos Belda y Lejarreta a Hinault, que superó desatado Serranillos y luego la Paramera, antes de entrar en el velódromo de Ávila, ganar la etapa al esprint del trío y dejar la imagen para la posteridad. La rabia en su cara al saber que había ganado la Vuelta.

Gorospe, dirigido por Echávarri y Unzué, llegó a 20 minutos a la capital abulense, perdió la Vuelta y no volvió a ser el mismo. Se recicló en corredor vueltas de una semana.

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