Mercado invernal

Para remediar el mediocre nivel ofrecido por el conjunto cadista durante lo que llevamos de campaña se acudirá, como todos los años, a la sanadora fuente del mercado de invierno. Y como ya ocurriera en tantas campañas precedentes, se otorgará a ese deseado manantial la imposible capacidad de obrar milagros, con la ilusa e ingenua pretensión de que tres o cuatro fichajes de buenos jugadores vengan a solventar las palpables carencias que los amarillos vienen mostrando.

Por desgracia, la experiencia del propio devenir del mercado invernal dicta todo lo contrario y la realidad, empecinada y aséptica, termina siempre por desmontar utópicas panaceas. A estas alturas de la liga, los futbolistas de calidad y en buen estado de forma son titulares con sus equipos.

Y ni éstos van a permitir su salida ni aquéllos desearán salir, salvo para jugar en escuadras de superior categoría, que no es el caso del Cádiz. Los jugadores ahora asequibles son los que apenas juegan en sus respectivos equipos y que, por tanto, carecen del exigible ritmo de competición.

Con lo que habría que otorgarles el consiguiente período para la adquisición de forma y de adaptación al nuevo entorno. Un tiempo y una espera que son incompatibles con las urgencias y las exigencias habituales del Cádiz en Segunda B. Me imagino que el objetivo a sondear se ha de centrar en un centrocampista de clase que desatasque el juego y un delantero goleador que vea puerta. Básicamente, las dos posiciones que todos los equipos anhelan cubrir, por lo que más difícil y oneroso resultan encontrar.

A su vez son imprescindibles las salidas, aspecto en el que también habría de hilarse muy fino. Ya constituye todo un clásico que jugador que sale del Cádiz en el mercado invernal se convierte en líder del conjunto en el que recale. Con la cantera hipotecada, con la afición escaldada y una necesidad apremiante de ascenso, no cabe otro remedio que acertar en la diana en este mercado invernal.