Cádiz CF

Inesperadas decepciones

La afición cadista espera ya con avidez una nueva temporada

Pepe Reyes

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Perea, en el momento en que se lesionó en Granada.

Con la desazón de la reciente eliminación de España en el Mundial, se ponía fin a una temporada futbolística cuya final resolución ha venido henchida de desilusiones. Frustradas expectativas en una selección que, amén de cubrir de estupor y bochorno a todo el país, estampaba postrera rúbrica a un curso ahíto de inesperadas decepciones.

Falló nuestro equipo nacional en su propósito de revalidar pasados laureles, se derrumbaba el Cádiz CF en el tramo final de liga y se quedaba a las puertas de optar por el ascenso, al filial se le escurría de las manos, en el último suspiro, el pase a la Segunda B, que tan seguro se veía durante tanto tiempo…y hasta el conjunto femenino quedaba también a un paso de subir de categoría.

No parece, pues, que los aleatorios hados de la fortuna, que para bien o para mal tanto intervienen en el fútbol, hayan mostrado compasión por esta sufrida afición del mediodá hispano. Antes al contrario, da la impresión que abundaran intencionadamente en la generación de una ilusión, que la mantuvieran viva y encendida hasta el último instante, para golpear después con encarnizada saña el premeditado directo de la decepción. Bien es cierto que nuestro Cádiz CF pareció un conjunto agotado y sin ideas los últimos meses de competición , que la selección nacional ha sorprendido con un juego desesperante, lento y sin profundidad, que el Cádiz CF B había perdido fuelle en la recta decisiva de la campaña. Pero no por ello se ha de dejar de reconocer que tampoco acompañó la suerte, en ninguno de los casos. Y aunque esta vez la miel de la gloria se haya quedado en los labios, habrá que seguir intentándolo. Empresa para la que la afición amarilla, envuelta en un ánimo renovado, vuelca ya todo su empeño en las taquillas del Carranza.

Una hinchada que acredita un extenso currículum de decepciones superadas, de descomunales caídas de las que supo levantarse, de padecer y gozar con las subidas y bajadas de esa noria imprevisible que es este deporte. Y que espera ya con avidez una nueva temporada.

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