CÁDIZ CF

Hastío canicular

Porque no es fácil la vida sin fútbol: la vida sin él es un error, una tarea inútil

Pepe Reyes

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El balón aún no rueda en el Estadio Ramón de Carranza.

Inmersa en el absurdo desvarío de fines de semana sin reclamo futbolístico , ayuna de pasión y de emociones que la competición depara, la afición transita medio perdida, deambula desorientada por estas exigentes, prolongadas, desabridas calendas veraniegas.

Obligado paréntesis estival, descanso no deseado, que a los fieles seguidores de este universal juego balompédico sorprende cada temporada como un pesado vagón de aburrimiento y de hastío canicular. Los domingos sin goles que cantar, sin estadios donde acudir, sin polémicas con las que ofuscarse, sin pálpitos que acelerar, sin victorias con qué alegrarse o derrotas con qué suspirar, parecen menos domingos. Como si le hubieran hurtado, de repente, su componente mágico de adrenalina y efusividad.

Domingos convertidos en inanes prolongaciones de unas semanas a las que hurtaron su esperado y ocioso colofón. Porque no es fácil la vida sin fútbol. Su ausencia provoca incómoda desazón, un vital desasosiego que se extiende por igual en todas las latitudes.

Así por ejemplo, impostados en su desatada locuacidad, a veces excelsa y casi siempre embaucadora, los argentinos, muy amantes de este deporte, ya habían proclamado con pomposidad y elocuencia que la vida sin fútbol es un error, una tarea inútil. De entre ellos, la lírica voz del gran futbolista que fue Jorge Valdano, musicó sin inmutarse el lapidario aserto: “El fútbol es la cosa más importante dentro de las cosas menos importantes”. Mientras otro compatriota, el poeta Walter Saavedra, advirtió en retórica interrogación: “¿Cómo vas a saber lo que es la vida, si jamás jugaste al fútbol?”

Sentencias aclaratorias de la importancia vital del llamado deporte rey, que, aunque contundentes, no alcanzan el grado de rotundidad que contiene la siguiente cita, de autoría anónima: “Lo único importante en la vida es el fútbol, todo lo demás son detalles.”  Con la que queda establecida la auténtica relación existente entre la propia trascendencia (el fútbol) y las cosas perecederas, prescindibles y materiales (todo lo demás). Incontestables argumentos a los que el escocés Bill Shankly quiso restar hierro, a modo de corolario: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso”.

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