Cádiz CF

¡Gol del Cádiz CF!

Ortuño supera por un gol al mítico Salva Mejías

Pepe Reyes
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Ortuño está siendo clave esta temporada.
Ortuño está siendo clave esta temporada.

A falta de seis jornadas para concluir la competición, Ortuño, ese gran delantero centro con el que tanto venimos disfrutando esta temporada, ha alcanzado la cifra de 17 dianas, con las que supera los 16 goles que materializara Salvador Mejías en la campaña 84/85 y con las que se sitúa a tan sólo seis tantos de igualar los míticos 23 que obtuviera Paco Baena en la ya lejana liga de 1973/74. Estadísticas que contienen gran carga sentimental, pues los recuerdos se agolpan al rememorar la brillante, y ya lejana, trayectoria de estos magníficos futbolistas gaditanos.

Y aquellos me llevan a una soleada tarde de primavera del año 83, cuando Milosevic hizo debutar en Carranza al menor de los Mejías, con la que daba inicio a una prolífica carrera como delantero velocista y goleador.

Facultades que ya apuntara desde las sesiones inferiores, en alguno de cuyos equipos me cupo el honor de compartir vestuario con él. Más enredados aún en la nebulosa de la memoria se presentan las hazañas de Baena, ese auténtico ídolo de mi infancia, que tanta facilidad demostrara para batir las porterías contrarias y que tantos domingos por la tarde nos obligó a vivirlos pegados a un transistor, a la espera de esa exclamación tan esperada: ¡Gooool del Cádiz CF!, ¡Gol de Paco Baena…!

Corría el año 74 y el conjunto amarillo acariciaba el sueño de ascender por vez primera a la división de honor. Bajo la dirección de Domingo Balmaña, se confeccionó una plantilla de excelsa calidad, que llegó a practicar un fútbol de alta escuela y que permaneció casi toda la temporada en puestos de ascenso. Pero tan bello edificio se derrumbaría en las últimas jornadas y la afición, fiel, entregada y numerosa, se iba a quedar con la miel en los labios.

Para mí, niño entonces, supuso el primer trauma futbolístico de envergadura. Décadas después y sanadas remotas decepciones, todavía enerva el escalofrío de aquella emoción desbordada, de aquellos estallidos de júbilo que, unánimes, las ondas de radio transmitían con un escueto, sonoro y rotundo: ¡Gooool del Cádiz CF!

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