CÁDIZ CF

Del infortunio a la suerte

Sólo en el acierto en el remate fue capaz el Cádiz CF de ganarle la partida a los locales

Pepe Reyes

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Salvi, extremo derecho del Cádiz CF.

No sin mucho sufrimiento y nada exento de fortuna, el Cádiz CF conseguía en el Nuevo Arcángel su cuarta victoria consecutiva en la competición liguera y escalaba así un peldaño más en la tabla clasificatoria. Discreto partido el ofrecido por los amarillos, que se vieron superados en muchos tramos del mismo por el mayor empuje, mejor juego y mayor ímpetu por conseguir el triunfo de sus rivales. Pero, como nos ha tocado padecer en múltiples ocasiones, tales circunstancias no suponen garantía alguna de su logro.

Aún se recuerdan los recientes episodios de frustración vividos frente a Oviedo, Nástic, Albacete o Extremadura, encuentros en los que los gaditanos se mostraron superiores a sus adversarios, merecieron la victoria y vieron cómo ésta se escapaba de manera cruel y desesperante. Con lo que se vuelve a confirmar el certero axioma futbolístico que proclama que este deporte da y quita por partes iguales , que la suerte que un día regala la convierte en infortunio en el momento menos esperado. Y viceversa.

Como bien volvía a reconocer Álvaro Cervera, sólo en el acierto en el remate fuimos capaces de ganarle la partida a los locales, pues en todas las demás facetas del juego nuestra inferioridad fue manifiesta, hasta el punto vernos desbordados en ocasiones por la mayor intensidad, velocidad y capacidad de anticipación de los blanquiverdes. Impresión derivada del menguado caudal ofensivo mostrado por el equipo cadista, al que parecía costarle una barbaridad enlazar dos pases seguidos sin prematura pérdida del esférico.

Con tal nivel de desacierto, los centrocampistas debían abandonar su ubicación para salir continuamente a cruces en desventaja y la defensa tenía que retroceder más de lo debido para atrincherarse en posiciones atrasadas. Jugadores llamados a marcar la diferencia por su desborde en terrenos de vanguardia, como Salvi, Manu Vallejo o Jairo, completaron un partido pleno de desaciertos, salvo, claro está, en los goles anotados. Pero a los que nunca se les puede negar su denodada capacidad de sacrificio , carácter éste que constituye la verdadera seña de identidad del equipo y sobre el que se sustenta todo lo conseguido.

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