Cádiz CF

Cifuentes y Abdullah

El mediocentro y el portero se han convertido en vitales para el Cádiz CF

Pepe Reyes
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Abdullah, en un entrenamineto de esta temporada.
Abdullah, en un entrenamineto de esta temporada.

Acariciaban los parsimoniosos segunderos el anhelado final del partido, cuando Cifuentes, convertido por un momento en acrobático delfín, rubricaba la victoria para el Cádiz CF con un salto súbito y jabonado, con una felina estirada, que evitaba que el portentoso, postrero, desesperado lanzamiento de un jugador del Mirandés se colara como un obús por la escuadra de su marco. Como también ocurriera en la angustiosa victoria en casa frente al Numancia, la soberbia parada del veterano guardameta, en el último instante, in extremis, en el epílogo agónico del descuento, vuelven a conceder al equipo tres nuevos puntos.

De los que habrá que acordarse, cuando arriben las inevitables tardes menos afortunadas. Inconmensurable intervención de Cifuentes, que lo erige en fundamental artífice del laborioso triunfo sobre el cuadro burgalés.

Podio de honor que ha de compartir con un compañero que, a medida que transcurren las jornadas va asumiendo mayor responsabilidad y protagonismo en el juego del equipo, el francés Abdullah. Cada vez más suelto y con mayor desparpajo, ha demostrado poseer la calidad y la frialdad necesarias para ostentar la batuta en el centro del campo. Amén de futbolista exquisito, retórico y filigranero, posee rápida visión del juego y excelente toque de balón, por lo que casi todos sus pases van dirigidos con ventaja hacia el compañero mejor situado. Desde su llegada al club, se le tachó de cierta intermitencia en su rendimiento y de escaso sometimiento a las consabidas rigideces tácticas de nuestro fútbol.

Pero, precisamente, tal vez sea este aspecto el que le otorgue su distinción, el que le conceda ese aire renovado y fresco de jugador diferente, de fútbol primigenio, imprevisible, alegre y palpitante. El que, carente de ataduras, le permite correr hasta el área contraria para apurar un desmarque a la espalda de los rivales y conseguir así el tanto del empate. O el que, confiado plenamente en sus cualidades, pide el balón a su portero, dribla a un oponente y lanza un pase medido al espacio, con el que se genera la ventaja suficiente para obtener el segundo gol.

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