Cádiz CF

Ahíta de fracasos

La hinchada amarilla estalló el pasado domingo en La Línea

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El once que presentó Claudio en La Línea.
El once que presentó Claudio en La Línea.

De tanto vivir al borde de la desesperación, de tanto transitar bajo el umbral fatídico de la incertidumbre, de tanto deambular sobre el abismo con el imposible equilibrio de un funambulista mareado, de tanto subsistir entre la escurridiza brisa del éxito y el sombrío viento de la derrota, la fiel afición cadista parece abocada a padecer sus pesares en la diabólica cárcel de su propia esquizofrenia. Ahíta de fracasos, cansada de decepciones, la hinchada amarilla estalló el pasado domingo en La Línea, donde descargaba sus iras contra técnico y jugadores, una vez vio consumada la enésima y casi definitiva desilusión de la temporada.

Tras una campaña jalonada de marcados contrastes en el nivel ofrecido por el equipo, el hastío y la desazón provocadas por las dos últimas derrotas parecen superar el grado de lo soportable.

Cuando ya por fin el Cádiz CF había alcanzado una línea de juego ascendente y hasta había logrado sumar cuatro victorias consecutivas, sobreviene este inesperado pisotón a la mano de una aturdida afición, que a punto estaba de encaramarse a su último salvavidas de la esperanza.

Duro golpe, sobre todo si se tiene en cuenta que se advertía cercana la distancia que nos separaba del liderato, cuya consecución parecía ya una meta asequible para este tramo final de campeonato. Pero la incondicional afición gaditana parece determinada a una existencia sin sosiego, condenada a no disfrutar más de tres semanas seguidas con las expectativas generadas por el juego de su equipo. Sentenciada al caos, al vértigo de su permanente esquizofrenia.

Tras muchos partidos de fútbol mediocre y sin brillo, sobrevino el espejismo de una ilusionante primavera de triunfos y buen juego, enseguida clausurada por los inesperados nubarrones de dos derrotas sucesivas. Episodio fatal para una desconcertada afición, que tantas vicisitudes acumula en sus alforjas durante los últimos años y que, transida y escarmentada a base de fracasos, observa con preocupación cómo se aleja de nuevo el objetivo del ascenso. Once mil almas entregadas con su equipo, que se vuelven desconfiadas y escépticas ante el inminente y trascendental futuro que se avecina

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