Cádiz CF

El Nuevo Insular, un estadio a punto de estallar

La afición 'pío pío', cansada del proyecto, pide a su presidente que venda el club tras los malos resultados y el derroche económico realizado

Alfonso Carbonell

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El escenario que se encuentre este domingo el Cádiz CF es lo más parecido a un hervidero , o más bélico aún, es una bomba que está a punto de estallar tras soltar ya varias chispazos en jornadas anteriores. Las protestas de la afición ya no se dirigen ni a los jugadores, ni al entrenador, sino que directamente sobrevuelan el terreno de juego para señalar al palco, donde se encuentra el presidente Miguel Ángel Ramírez, un canario que se dedica a las empresas de seguridad y vigilancia, entre ellas, además de algunas residencias en Miami, la del Metro de Madrid. Pues bien, no es que tenga que emplear a trabajadores suyos los días de partido, pero de momento buena parte de su estadio ya le pide que se vaya al grito, tan escuchado en Carranza otros años, de 'Vende ya'. Algo que por cierto no está por la labor de hacer.

Las críticas vertidas a un presidente que lleva algo más de una década en la poltrona se sustentan en el dineral que se ha gastado este año en un equipo que si bien comenzó con buenos resultados ahora ha caído en picado. La friolera de 22 millones de euros. Esa es la cantidad que se ha dejado en conformar una plantilla en la que aparecen jugadores como Araujo, Rubén Castro, Cala, De la Bella, Rafa Mir o David Timor. Todos ellos, algunos con una edad importante ya, han firmado por dos o cuatro años, por lo que podría decirse que han hipotecado aun equipo que el año que viene, con toda seguridad, volverá a estar en Segunda aunque con un 'fair play' financiero muy ajustado como para reforzarse aún más salvo que consigan vender a estrellas como Galarreta o Araujo.

Otra de las causas por la que la afición le ha echado la cruz es la sucesión de entrenadores que lleva en las dos últimas campañas. Ni más ni menos que siete técnicos han pasado por el banquillo insular en estos dos cursos. Este año lleva tres, y todos ellos con una idea muy diferente de juego que no ha hecho más que perjudicar la estabilidad del equipo.

El caso es que pese a perder la categoría el curso pasado, la afición 'pío pío' comenzó bastante ilusionada debido a los fichajes antes nombrados. También producía motivación la contratación del entrenador Manolo Jiménez, que venía de ganar la liga helena con AEK de Atenas . Todo esto hizo que el Nuevo Insular comenzara con una afluencia de público de alrededor de 16.000 espectadores. Como no podía ser de otro modo el objetivo no era otro que el ascenso directo. Ya van por el 'play off'..., que parece inalcanzable en estos momentos al encontrarse a los once puntos.

Pasaron catorce jornadas y el equipo de Jiménez conseguía victorias, con resultados apretados, la portería a cero pero con poco o nada de fútbol, algo que en la isla es casi que un pecado. Así que yendo sextos, con 22 puntos y con solo dos derrotas en 14 partidos, el presidente se cargó al técnico tras un empate en casa frente al Granada.

Su sustituto fue Paco Herrera, un veterano entrenador amante del fútbol control y de toque que no pudo tener peor comienzo. Los números como visitantes fueron humillantes. Y más, tras coger la batuta de Jiménez, que era raro el partido en el que encajaba algún gol. Pues bien, las tres primeras salidas de la UD Las Palmas con Herrera en el banquillo fueron Cádiz CF (4-1), Lugo (4-2) y Almería (4-1). Ahí es nada. Estas goleadas provocaron que Herrera dejase a un lado su fútbol ofensivo y pasara a jugar con idéntico sistema que su antecesor en el cargo. Y claro, la cosa no salió y el entrenador fue víctima de los resultados.

El último en llegar, Pepe Mel, puede decirse que tiene un poco de ambos entrenadores. Pero, qué cosa, consiguió otra marca negativa que ni Herrera ni Jiménez lograron, perder en casa. Y lo ha hecho hasta en dos ocasiones, las dos que ha entrenado en su feudo. las derrotas ante Mallorca y Elche hicieron que la afición comenzara a perder la paciencia con un proyecto que se viene abajo.

La última ocurrencia del presidente Ramírez no ha sido otra que firmar al director deportivo Rocco Mairoino para comenzar a pensar en la temporada venidera. El italiano, que estuvo en el Milan en 2012, tendrá como mano derecha a Toni Otero, relegado a secretario técnico. Ni uno ni otro tendrán una tarea fácil en cuanto se pongan a echar números y a intentar levantar un equipo con unos salarios descomunales para un segundo año en Segunda.

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