Cádiz CF

El 'gafa' se ha hecho a su casa

El carácter de Álvaro Cervera se ha vuelto mucho más abierto si se compara al que trajo en su llegada

Alfonso Carbonell

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El carácter de Álvaro Cervera ha dado un vuelco de puertas para fuera. Y quienes lo conocen, también aseguran que para dentro. Llegó a un club en estado de agitación y en el que el loco, o sea él, era el más cuerdo dentro de un manicomio que a falta de cuatro jornadas para el final de la temporada regular veía como se destituía al entrenador de entonces, Claudio Barragán. El equipo estaba roto, mentalmente agotado y físicamente deprimido.

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Entonces llegó un hombre con aspecto de catequista y muy lejos de ese entrenador llamado a remover el alma del vestuario a base de gritos y testosterona. Las dos primeras semanas que estuvo al frente, el equipo casi que ya estaba clasificado de manera matemática para el 'pla off', pasaron como si nada. El equipo apenas daba muestras de haber cambiado un ápice. No pasaba nada. Y como tampoco era cuestión de cobrárselo al nuevo y recién llegado entrenador lo máximo que se decía en el entorno era '¿y ahora este de las gafas para qué ha venido si es igual o peor que el de antes?. No se mueve del banquillo, permanece ahí sentado como si nada le importase. Vamos, no se entiende su fichaje'. Y en parte, de puertas para fuera, era verdad. El Cádiz CF perdía en su debut en Carranza ante el Mérida (0-1) con golazo de Aitor, ahora en el Sporting, incluido. No mejoró nada en el triste, aburrido y patético empate sin goles en Jumilla. Y cuando mejoró algo, el UCAM Murcia ganaba 0-2 en Carranza en la penúltima jornada de Liga. Un punto de nueve. Ahí es nada. La depresión en el cadismo era ya pasado porque lo único que había conseguido cambiar Cervera, en esas tres primeras semanas, fue era el estado de una hinchada que había pasado del cabreo, a la depresión y de esta a la aceptación.

Y de repente llegó la última jornada. Fue en Jaén, donde el Cádiz CF, con un gol de Salvi 'made in Cervera', ganaba su primer partido con Cervera, que por entonces mostraba un carácter propio del advenedizo. Timorato, prudente, humilde, casi que parecía pedir disculpas antes de hablar para dirigirse a una afición a la que él, como si lo hubiera estudiado, le había sabido anestesiar antes de un 'play off' que se convertiría en una locura.

Llegó su momento. El primer día del primer duelo del 'play off'. Y va el gafa y se carga a Andrés Sánchez, un ídolo para algunos,  y pone a Servando de lateral zurdo y al inexperto Carmona en el otro. Plantea un partido de lo más conservador y genera las críticas de muchos iluminados que pretendían salir a comerse a un Racing de Ferrol intratable hasta la última jornada que perdió el liderato y entró en estado de 'schock' que nadie mejor que el catequista supo aprovechar. El resultado de todo aquel 'play off' de locura todo el mundo lo recuerda mientras se le eriza la piel. Pero el carácter de Cervera no cambió demasiado. A pesar de la euforia, de la locura que se vivió en las calles de Cádiz esos días, el entrenador cadista seguía siendo ese niño tímido en las fiestas. Siempre, alejado del ruido. Siempre, a un lado de todos. Siempre al margen. Siempre raro.

Así se ha pasado cerca de dos años. No obstante, de puertas para dentro, y según sus más allegados, algo estaba cambiando en él. Juega el golf con sus amigos y es cachondo como el que más. Se desenvuelve en los bares de su confianza como el gaditano más pinturero. Y sí, su carácter está cambiando incluso de puertas para fuera. Lo que antes era prudencia, cautela,  tranquilidad y sosiego ahora, con el paso de los años y el crédito obtenido, es cachondeo, buen rollo y alegría.

Siempre desde la educación, Cervera no solo ha aceptado su mote del 'gafa' sino que incluso lo potencia con algunas de las camisetas -como la de este viernes- con las que aparece en la sala de prensa del Rosal. Cierto es que las cosas van bien y así todo se presta al buen rollo. Tan cierto como que su carácter también se avinagraba en tiempos de bonanza como cuando el equipo ha estado arriba en la tabla estas temporadas en Segunda. Pero será por lo que sea, Cervera es mucho más campechano y dicharrachero que cuando llegó allá por mayo de 2016.

Y cada vez que puede, lo dice. Se ha vuelto a enamorar del fútbol gracias al Cádiz CF, que lo rescató del olvido. La alegría de vivir la lleva por bandera en el sur, donde ya ha dicho que se quiere retirar cuando el fútbol lo mande al 'imserso'. Cervera, el catequista que llegó con la voz callada y respirando el ambiente desde un segundo plano, se ha hecho poco a poco a la que ya considera su casa. Sabe que en esto del fútbol, las cosas cambian pero que si por él fuera se quedaría siempre entrenando en el banquillo local de Carranza.

El 'gafa' se presta al cachondeo de su mote y lo hace desde la comunión que tiene con una afición que lo idolatra. Incluso sus críticos, no tienen problemas en destacar sus méritos antes de enumerar sus protestas, esas que son la salsa de este deporte y todos. Lejos de enfadarse, el 'gafa' hace por entenderlas y admira, como enamorado del fútbol que es, esos debates que se abren en torno a su figura y a su fútbol, el que él no duda en salir a defender cada vez que puede y se suelta.

Al 'gafa' le encanta Cádiz. Se le ve por sus calles en Carnavales disfrutando, se le nota su dolor sincero cuando muere un poeta de la tierra. Cervera, más allá de los autobuses que monta en su portería, es un dios con gafas que no duda en agrandar la leyenda con camisetas que, con el tiempo, llevarán su firma. Cervera y Cádiz. Cádiz y Cervera. Una simbiosis que al entrenador le ha cambiado la cara.

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