Cádiz CF

Cervera no se encierra

El técnico no demuestra darle más importancia al encuentro de este domingo a tenor de sus decisiones

Alfonso Carbonell

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Recientemente, Cervera ordenó levantar una valla para sus entrenamientos a puerta cerrada.

Ya se sabe que lo primero que suele hacer un entrenador cuando vienen mal dadas o se avecina una final en la que está en juego la temporada es hacer del lugar de trabajo del equipo un búnker. No solo para aislar al equipo, que también, sino para trabajar con mayor secretismo, libertad y sin estar pendiente de lo que se pueda ver, escuchar o apuntar.

Cádiz, y en concreto la ciudad deportiva de El Rosal, no es una excepción. El propio Cervera, en semanas claves y previas a partidos en los que había mucho en juego se ha cerrado varias veces junto a sus pupilos para trabajar con mayor intimidad y fuera de las miradas de propios, periodistas, y extraños...

Una prueba del celo de Cervera ha sido comprobar como recientemente ha mandado levantar una valla que separa el acceso a las gradas con otros campos en los que pueden estar entrenando equipos de la cantera que atraen la visita de algunos familiares y amigos que, en su interés por conocer el día a día del primer equipo, acaban acercándose a merodear cómo trabaja sobre la superficie del campo Ramón Blanco, el principal de la ciudad deportiva.

Ni Cervera es el primero ni será el último en hacerlo. Para el recuerdo quedan aquellas semanas completas del 'play off' de ascenso frustrado ante el Lugo en el que entrenador de entonces, Jose González, cerró a cal y canto durante seis semanas las puertas de la ciudad deportiva, que tan solo se abría para recibir a los informadores que acudían a cubrir las distintas ruedas de prensa. Más atrás en el tiempo están las ocurrencias de Víctor Espárrago, que alejaba a la prensa hasta un árbol lejano del campo donde entrenaba el primer equipo cuando la actual ciudad deportiva estaba en obras y antes de su plenitud.

Algunos más y algunos menos, el caso es que todos los entrenadores que han pasado por el Cádiz CF suelen emplear la puerta cerrada una vez a la semana cuanto menos, pero es notorio cuando está clausura se hace más extensible o duradera en el tiempo porque suele querer significar que algo está pasando dentro del ambiente del vestuario, ya sea para mal o para bien dado el alto grado de concentración que siempre inspira una sesión de este tipo.

Y por lo que se ve, Álvaro Cervera ni se quiere esconder, ni encerrar ni nada parecido para no darle así al partido de este domingo ninguna importancia más que a otros anteriores. Y puede que sea el mejor camino para que los jugadores no noten más o menos presión de lo que puede tener un partido correspondiente a la octava jornada.

La semana comenzó este lunes y este martes el equipo ha descansado. Será mañana miércoles cuando se regrese al trabajo, que seguirá el jueves. Todas estas sesiones se celebrarán a puerta abierta, a diferencia de la del viernes, donde suele ser habitual que los equipos cierren la entrada a su trabajo para ensayar, entre otras cosas, las jugadas a balón parado. El sábado habrá descanso y el domingo el partido en Carranza ante un Nàstic cargado de bajas. Lo dicho, en El Rosal, de momento, tranquilidad y buenos alimentos.

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