Cádiz CF

Cádiz CF-Numancia (0-0): Un punto de garantía

Los hombres de Cervera firman un empate tras jugar más de medio partido con un hombre menos por la expulsión de Barral

Alfonso Carbonell

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Aitor es frenado en una de sus internadas.

Sería bueno saber si a Cervera le molesta más un cafelito a deshora de Barral o que lo deje con un hombre menos con toda una segunda parte por delante por un comportamiento más de infantil que de un hombre que debería estar ya curtido en mil batallas. Seguramente, el entrenador del Cádiz CF ni se moleste en planteárselo porque para lo bueno y para lo malo Barral siempre será así. Es más, si hace autocrítica, el técnico cadista acabará convenciéndose de que si en Oviedo acertó (pese a la derrota) esta noche igual no. Puede sonar exagerado, pero mantener a Barral en el campo con amarilla es como conducir sin frenos. De ello pueden hablar una buena cantidad de entrenadores que han tenido a sus mandos al indómito jugador isleño.

Pero lo cierto que es que más que centrarse en criticar a Barral, lo cierto es que el Cádiz CF sumó un nuevo punto de experiencia hoy ante el Numancia. Supo trabajar en inferioridad e incluso no le perdió la cara al partido. Con uno menos desde la media hora de partido, los de Cervera supieron trabar el encuentro para que no hubiera fútbol y una vez desarticulados los pocos recursos ofensivos del Numancia, hasta pudo irse a por la victoria con el orgullo intacto.

Y eso que el Cádiz salió sin complejos. Porque este equipo tiene un discurso humilde y con la boca pequeña va diciendo por ahí que lo único que le importa es la permanencia pero su juego y su forma de expresarse sobre el campo dice que miente. Y miente porque cuando se enfrenta a un rival de similares características como puede ser el Numancia sale al campo con una determinación clara: hacerle saber al contrario que en Carranza mandan los de amarillo.

Al menos, en los primeros minutos porque que salga o no ya es otra cuestión. Pero la impronta con la que sale este Cádiz CF en su casa es transparente y como el algodón, no engaña. Sólo así puede entenderse que en apenas diez minutos los de Cervera se ya se hubiesen presentado en dos ocasiones en los dominios de Aitor. A cada cual, más clara. Y las dos nacieron por la misma banda, la derecha.

En la primera fue una genialidad de Abdullah tras un aparente inofensivo saque de banda la que habilitó a Carpio en la línea de fondo para que el salmantino sirviese un buen balón a Romera que el almeriense no pudo conectar bien. Su disparo mordido salió desviado pero por poco acaba dentro de las redes tras un pequeño lío en el área pequeña en el que por poco sac petróleo Aitor, que pasaba por allí.

Volcaba el Cádiz CF su ataque por la banda derecha consciente de que allí por donde esté Salvi algo pasará y casi pasa cuando el sanluqueño encaró a Unai Medina para, antes de desbordarlo, intentar conectar un pase raso en el primer palo a Barral, que vio como Dani Calvo se interponía mandando el balón a córner. Serçia la última de un Cádiz CF que pareció percatarse de que el rival se las traía. Y es que el Numancia pronto comenzó a asentarse en el campo y a desactivar paulatinamente la maquinaria cadista.

Seguía el Cádiz CF mandando pero perdió chispa. Esto lo aprovechó el Numancia para salir de su trinchera y poder mandar un aviso a los gaditanos pasado el cuarto de hora con un cabezazo de Pablo Valcarce, bien tapado por Lucas Bijker. Poco apoco, el Numancia iba ganando metros y discutiéndole el balón al Cádiz CF, que lo seguía teniendo pero para poca cosa.

Pasaban los minutos y el sonido de pipas invadía una aburrida grada de Carranza. Sopor absoluto entre dos equipos que se respetaban más y más con el paso de los minutos pero las cosas iban a cambiar, al menos, en el discurso de uno y otro. David Barral sacaba su brazo a pasear y golpeaba a un rival en el rostro en la disputa de un balón sin acordarse de una amarilla que ya había visto antes. A la calle. La cara de su entrenador, un poema.

Apenas quedaban diez minutos hasta el descanso y el Cádiz CF se replegó buscando el oasis del descanso y las nuevas directrices de un entrenador que movía el banquillo en el vestuario para sentar a un muy desacertado Romera y a Aitor para dar entrada a Carrillo y Nico Hidalgo.

Los cambios dieron algo de aliento al Cádiz CF, que intentaba ceder el protagonismo a la electricidad de Nico o Salvi o a las ayudas de Carrillo, que asumió que le tocaba buscar agua en un desierto desde el principio.

El aburrimiento, según pasaban los minutos, dio paso a la emoción. No era para menos porque el Numancia, obligado por las circunstancias, tenía que hacerse con el papel de dueño del balón y sus llegadas al área cadista fueron continuadas. En una de ellas, con la colaboración de Cifuentes que no se hizo con un balón franco, los sorianos estuvieron cerca del gol pero el centro de Marc Mateu con el meta cadista sobre el suelo, no encontró rematador.

Definitivamente, el encuentro entró en esas fases donde Carranza entra en trance. Con el rival dominando y los de amarillo defendiéndose con uñas y dientes y una grada volcada con los suyos.

Aunque el encuentro seguía siendo caótico, las ocasiones comenzaron a salir a escena. Nico lo intentaba desde lejos y con internadas sólo contra el mundo que activaban a la grada. Eso provocó que cambiase un tanto el escenario. La desigualdad numérica apenas se notaba e incluso el Cádiz CF gozaba de otra ocasión tras un zurdazo a la media vuelta de Carrillo.

Así las cosas, Arrasate no tuvo otra que meter más delanteros para llegar más al área de Cifuentes. Fue así como Carranza vio como casi Higinio adelantaba al Numancia tras un centro al primer palo del recién entrado Nacho.

Pero el caso es que el Cádiz CF parecía estar en su salsa. Ni el Numancia le acosaba ni él se dejaba acosar. Es tal la fuerza mental de este bloque que ni con uno menos le cierra las puertas a la fe y a la esperanza. Aupado por los suyos, el Cádiz CF arrinconaba al Numancia gracias a las galopadas de Salvi o a la consistencia de un once que solo da campo al contrario cuando quiere. Cervera dio entrada en los últimos minutos a Moha, que en su primera aparición metió un balón al primer palo que fue repelido por la defensa soriana.

El Numancia lo intentó sin mucha intención y solo al final gozó de un saque de esquina bien defendido por una defensa gaditaba muy sobria en todo el encuentro. Poco antes, Cifuentes tuvo que salir a los pies de Higinio, que esta noche soñará con la marca de Marcos Mauro.

Se llegaba al final de un duelo que vuelve a confirmar que este Cádiz CF ha cogido una madurez y una experiencia propia de los equipos que van hacia arriba casi sin quererlo. Sin locura, con mucho trabajo y muchísima más fe, los de Cervera resolvieron un encuentro que se puso muy cuesta arriba casi sin enterarse de que lo jugaron sin su mejor goleador. La garantía de este Cádiz CF es para estar muy tranquilo

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