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Cádiz CF-Nàstic (0-0): Un milagro a las nubes

Un penalti a favor, señalado por Ais Reig, se marcha al limbo en un tenso duelo en el que Cifuentes agarra al menos el punto final

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Ortuño se lamenta tras fallar el penalti ante el Nàstic de Tarragona.
Ortuño se lamenta tras fallar el penalti ante el Nàstic de Tarragona.

Un penalti a favor. En Carranza. Señalado por Ais Reig, el colegiado que convertía Miranda de Ebro en plaza maldita. Un auténtico milagro. Pues ni por esas. El Cádiz CF es así, no quiere adelantos. Se gusta en los finales intrigantes, en los episodios dramáticos, y un triunfo ante el Nàstic le habría otorgado una excesiva tranquilidad en la batalla por el 'play off' de ascenso. ¡Qué aburrimiento! ¿O no?

Ironías aparte, el choque ante el Nàstic, otro de esos rivales malditos, no pintaba bien desde el inicio y al final hasta queda agradecer el punto. Cuando no puedes ganar durante 89 minutos, no puedes perderlo todo en uno, y Cifuentes amarraba ese pequeño botín para no aumentar aún más la frustración de un Ortuño que abandonaba hundido el Carranza y sólo un gol podrá levantarlo de este difícil momento.

Ortuño, el titán que con sus goles ha llevado a soñar al cadismo hasta delirar, tiene atorado el fusil. No puede haberse quedado ya sin balas, ahora. Un cabezazo a placer fuera, otro al larguero y el penalti a Loreto mancillaban una trayectoria inmaculada. Pero también es cierto que su equipo no supo jugar el último cuarto de hora con uno más, y Salvi sigue con problemas de afinación. 15 puntos y cinco de ventaja, hay que seguir echando cuentas.

Problemas en defensa

La tarde comenzaba con una buena noticia. Sankaré superaba la prueba. Listo. El 'Khalifa', otrora cuestionado, se erigía en el líder de una zaga inédita mermada por las ausencias de tres pilares. Esa incidencia marcaría el duelo con el Nàstic, pues Cervera se rendía ante la lógica fragilidad por la ausencia de minutos y automatismos y planteaba la batalla para hacer daño al adversario con su pegada ofensiva.

De ahí que el primer cuarto de hora se convirtiera en un espectáculo ofensivo de ambos conjuntos, en detrimento de la solidez por las espaldas. Salvi erraba una vez más a puerta vacía y Cifuentes se lanzaba al suelo, vivo, presto, en una prolongación del choque de Alcorcón.

Mínimo control en un arranque frenético, alentado desde la grada por la irritación con el colegiado Ais Reig. El nerviosismo se palpaba, perfectamente visible, y de los espacios regalados se aprovechaba el pequeño de los Emaná, el único de la cita pues el exbético Achille se quedaba fuera con fiebre.

Las novedades rompían al Cádiz CF en dos, a la espera de que José Mari y Garrido le inocularan el pegamento necesario. En esa fase de desgobierno el gol se susurraba pero nunca llegó a gritarse.

El paso de los minutos destapaba al actual Cádiz CF, mejor armado y ejecutando el manual del fútbol clásico: juego vertical, pocos toques y velocidad por los costados. El balón siempre se mueve en dirección a la portería adversaria, sin 'sobeteos'. El brío del Nàstic se evaporaba y, pardillos, los granotas se cargaban de tarjetas con faltas innecesarias y fuera de lugar, en ningún modo agresivas.

Ortuño... fuera

El descanso no variaba la tónica. Las diferencias entre ambas escuadras son más psicológicas que puramente futbolísticas. Y se notan sobre el verde. Los amarillos imponían su momento, su ilusión, su confianza, y generaban ocasiones sobre la meta de Reina, malogradas por un desacertado Ortuño. Su cresta peinaba dos centros que por los pelos no se acostaban sobre las mallas.

Merino lograba la reacción desde el banquillo, retirando a Zahibo y dando un paso adelante con Assoubre. Lobato fallaba un disparo claro desde el punto de penalti si bien representaba una clara muestra del sorprendente giro en el guion. El Cádiz CF sufría. Nico asaltaba la contienda por Salvi y Abdullah en lugar de Garrido. Cervera quiere sumar de tres en tres.

Los locales recuperaban la iniciativa, a falta de concreción. Ortuño el grande, el enorme, el colosal, no tenía su tarde. Y la amargura crecía en su interior al mandar a Plutón una pena máxima surrealista, por un agarrón dentro del área. Desperdiciando milagros, que pocos se dan por Carranza. Al menos, la acción conllevaba la expulsión de Mossa, restaba un cuarto de hora ante un Nàstic con diez.

Por si a los catalanes les quedaba un ápice de duda, la roja lo disipaba por completo. El punto era el objetivo. El equipo se aculaba en su área y renunciaba al juego. Interrupciones constantes y las diferentes artimañas legales para que el tiempo corriera con el esférico quieto.

Pues con esas, tenía el triunfo al alcance de la mano. Una pésima elección de Sankaré dejaba a Emaná frente a frente con Cifuentes. Duelo a muerte. Pero el meta ha crecido tanto que parece insuperable, y aguantaba para al menos agarrar un punto insípido, que aún así acerca aún más a los amarillos al 'play off'. Así es el Cádiz CF.

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