CÁDIZ CF

Cádiz CF-Las Palmas (4-1): Volando van

Los amarillos se desatan en una actuación sublime, avasallan a un rival de máximo calibre y se cuelan en el 'play off' de ascenso

José María Aguilera

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Sergio Sánchez celebra su gol ante Las Palmas

La quinta marcha y a volar, volar. El Cádiz CF ya vuela. Y ante los canarios mata dos pájaros de un tiro. Supera (avasalla, fulmina) a un adversario de máximo calibre y se aúpa a los puestos de ‘play off’ de ascenso a Primera, su hábitat natural en las dos últimas campañas. Más premio que objetivo, reconocimiento pleno a un plantel desconocido en el inicio liguero y reconocible en la actualidad.

Es el Cádiz del delirio , por el que suspira cada hincha gaditano cuando enfila el camino hacia su templo. Las Palmas del Gran Carranza marcaban el compás de un triunfo incontestable, con la mejor puesta en escena de la temporada y digno de quedarse en los anales de la historia cerveriana. Los mismos hombres que se han consolidado en las pasadas fechas repetían la fórmula del éxito elevando sus prestaciones al duplicar la intensidad. La ocasión lo merecía.

El gigantón Lekic permitía desparramarse a los pequeños por el verde , colándose por todos los resquicios de la frágil y agrietada zaga verderona. Hasta cuatro le endosaban los que antié se cegaban ante puerta. Y por detrás, un armazón salvavidas, un apoyo en el que confiar. Así se rubrican cinco victorias consecutivas. Y no piensan parar.

Brillante primera mitad

Sin complejos. El Cádiz CF se ha reencontrado y se encanta en su pura versión cerveriana, tan antigua como difícil de frenar. El rostro apático ya ha mudado y la confianza se transmite como energía desde el césped a todos los rincones de Carranza, sin detenerse el circuito infinito . Con esa chispa, esa electricidad, saltaban los amarillos al terreno de juego igualando con su esfuerzo e intensidad el plus de calidad de su adversario.

Para los reduccionistas, que sólo entienden el fútbol como una competición de atletismo, de profundidad y resistencia, a simple vista pueden ratificarse en sus axiomas. Porque este Cádiz CF corre más, más que antes, más que el adversario. Multiplicaba su pujanza esta noche de sábado, motivado por la grandeza y talento de Las Palmas, y daba la sensación de que el éxito dependería de sus pulmones.

Un órgano que exhalaba un soplo intenso a los diez minutos para entonar un gol tan afortunado como buscado. Jugada combinativa, aliviando a la banda ante cualquier nimia oportunidad, y centro raso de Vallejo, puñetero, al área pequeña donde Deivid impulsaba el rechace a su propia meta.

El mejor impulso para otorgar de alas a unos jugadores que no desfallecía en la presión. Ni se planteaban reducir revoluciones, pues a la mínima los Rubén Castro y compañía irrumpían con peligro en los dominios de Cifuentes. Sólo metían miedo por el escudo de su zamarra, y con eso no se gana a esta escuadra gaditana.

Cervera manifestaba su incógnita por el cambio de míster en el banquillo contrario, pero sus dotes adivinatorias servían para predecir la película. Más aún con el gol en contra, Las Palmas se adueñaba del esférico y los locales apretaban en la presión para salir a una velocidad supersónica. Lekic ha encajado como un guante y con su fútbol catapulta a los dos extremos. Los pequeños hacen el resto.

Salvi, Jairo y Vallejo despellejaban a un exPrimera sobrepasado por el torrente amarillo, impresionante. Para reírse de quien sólo señale la permanencia como objetivo. El cuadro gaditano funcionaba como un engranaje perfecto en el que todas las piezas conocen su función y la ejecutan a las mil maravillas.

El ariete serbio rondaba el gol en un par de acciones que permitían confirmar que este curso ‘habemus’ delantero, adelantándose a su par y oliendo los servicios de sus compañeros. A la tercera, el delantero se fijaba atrás para que apareciera Manu Vallejo y culminara una jugada aplaudida con un estadio bañado en su propia saliva, con perdón. Apertura del balcánico a banda, dominio magistral de los tiempos de Salvi, entrada de correcaminos de Correa y centro para que el chiclanero sumara su quinto gol consecutivo. Temblaban los cimientos de Carranza.

Incontestable dominio amarillo. Ni pío podían decir los canarios. El árbitro aplazaba la tortura marcando el camino a vestuarios para regocijo de los presentes.

Cádiz CF-La Palmas: segunda parte

Incontestable dominio amarillo. Ni pío podían decir los canarios. El árbitro aplazaba la tortura marcando el camino a vestuarios para regocijo de los presentes.

Con un testarazo cercano a la madera advertía el ‘conde’ que la única relajación llegaría en la ducha y el masaje. Y tanto. Los locales proseguían con su actitud desafiante y luchadora, si bien los canarios ya no querían ser palmeros y aumentaban su agresividad. Ahí estaba Cifuentes para transmitir seguridad con un par de buenas atajadas.

Simples fuegos de artificio. José Mari se encargaba pronto de recuperar el orden, que ni siquiera se puede afirmar que se perdiera. Los amarillos ya hasta mandaban con el balón al perderlo los canarios junto a las ganas de jugar. Un títere en manos de un plantel con una idea fija: la de Álvaro Cervera.

El roteño ejecutaba el saque de esquina, que su hermano ‘Garri’ punteaba al corazón del área pequeña para que Sergio Sánchez se estrenara en la faceta goleadora. Lo que le faltaba al káiser, que ha dotado de personalidad y competitividad a la zaga amarilla para que el cero vuelva a perpetuarse en el marcador amarillo.

Con el tanto se producía la relajación, a un cuarto de hora del final, y de ello se aprovechaba el recién entrado Peckhart para recortar distancias. Un detalle con mínima importancia, pues el míster enfriaba la contienda con las entradas de Álex y Carrillo mientras los insulares se sumían en la desesperación absoluta.

La última acción, triste, mostraba como los canarios ni siquiera conservaban la honra. Una jugada infantil, impropia de profesionales, la aprovechaba Salvi para robarle la cartera al zaguero y fusilar a Raúl. Ni lo celebraba el sanluqueño, al que todavía le duelen la heridas de la última batalla .

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