Final FourAniquilados por el infierno turco

La presión del público desde antes del partido fue determinante

Corresponsal en Estambul Actualizado: Guardar
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El factor cancha, finalmente, fue decisivo. El infierno turco fue demasiado para el Real Madrid. Los aficionados del Fenerbahçe se vistieron de jugador número seis y llevaron en volandas a su equipo hasta el triunfo. Minuto a minuto, se sucedían los pitidos ensordecedores en cada posesión de los blancos y las canastas celebradas casi como triunfos de campeonato. La grada del estadio turco no dejaba de rugir y la brecha en el marcador aumentaba.

El apoyo de los suyos dio alas al Fenerbahçe, que salió completamente enchufado. En cambio, el Real Madrid no se sintió mínimamente cómodo en la cancha hasta casi el final del segundo cuarto. Los de Obradovic, a pesar de no jugar en su estadio, ni siquiera en el mismo continente (el Ülker Sports Arena está en la parte asiática de la ciudad), se sentían como en casa.

Tan solo Sergio Llull, con 11 de los 13 puntos que el Madrid anotó durante los primeros 14 minutos, parecía soportar la presión. Aunque, sin duda, la mayor variedad de insultos turcos se la llevó Rudy Fernández, tras un encontronazo con el italiano Luigi Datome. Los turcos vivían su gran noche. Tenían que darlo todo. Como recordaba una gran pancarta en el estadio, después de salir derrotados de las dos Final Four anteriores, esta de Estambul no se les podía escapar. Hasta el último segundo de partido no dejaron de animar.

El ambiente infernal no cogió a nadie por sorpresa. Las entradas para las semifinales se habían agotado apenas una hora y media y en la reventa algunas se llegaban a ofrecer a cambio de 2.000 liras (unos 500 euros).

Los pocos madridistas que viajaron a Estambul a ver a su equipo a duras penas se podían encontrar entre las 16.000 almas que llenaban el estadio Sinan Erdem. La presencia de las aficiones del CSKA de Moscú y Olympiacos, sobre todo la de este último, era mucho más notable.

Disturbios callejeros

Antes de que todo comenzara, en las calles de Estambul, griegos y turcos protagonizaron entre cervezas y cánticos diversos enfrentamientos por la calles de Estambul, tanto en los aledaños del estadio como en la céntrica avenida de Istiklal.

La pasión de los seguidores del Fenerbahçe iba incluso más allá del partido en sí. El azar del calendario quiso que la semifinal se jugara el Día de Atatürk, la Juventud y el Deporte, fiesta nacional en Turquía, de marcado carácter nacionalista, espoleaba todavía más a los turcos. Y no sin motivo, pues Mustafa Kemal Atatürk, el padre de la patria turca, se mostró en vida como seguidore del Fenerbahçe.

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