Golf

Webb Simpson, el golfista de Dios vuelve a reinar

Deportista de fuertes convicciones religiosas, achaca a su fe el éxito en The Players Championship

El golfista Webb Simpson Reuters

Miguel Ángel Barbero

Después de más de cuatro años alejado de la senda del triunfo, parecía que la carrera de Webb Simpson no iba a volver a despegar. Pero, en el mundo del golf, un jugador de 32 años es casi un niño, aunque acumule cuatro títulos del PGA Tour en su haber y uno de ellos se un Abierto de Estados Unidos. Por eso él estaba convencido de que iba a volver a saborear los días de gloria y se empeñó en conseguirlo apoyándose en los dos pilares de su vida: Dios y su familia.

En la épica deportiva no es extraño ver a campeones que han encontrado su fuerza en la gracia divina. Quizá el más recordado sea Eric Liddel l, el mítico protagonista de «Carros de Fuego» que, al no poder competir en su especialidad del hectómetro por celebrarse en domingo, se preparó a fondo y ganó el oro olímpico en los 400 metros de París 1924. Y también otros grandes atletas como Usain Bolt, el tenista Juan Martín del Potro , el piloto Lewis Hamilton , el baloncestista Kobe Bryant , la nadadora Katie Ledecki o la gimnasta Simone Biles compiten con un crucifijo y no esconden sus creencias religiosas.

En el caso de Simpson, su interés por la fe le llevó a estudiar Teología en la universidad de Wake Forest y a implicarse de lleno en las labores sociales de su entorno. Acude semanalmente a misa, organiza eventos benéficos para los jóvenes y trata de vivir su vida con generosidad para sentirse una mejor persona cada mañana.

Estos valores le llevaron a destacar pronto en el mundo del golf, pues a las enseñanzas técnicas de su padre, Sam, le sumó una tremenda confianza en sus posibilidades. «Él siempre me decía que trabajase a tope y que nunca me rindiera -recuerda ahora con nostalgia, seis meses después del fallecimiento de su progenitor- y lo que intento es hacerlo lo mejor posible para no defraudarle». Y nunca lo hizo. Fue un jugador amateur de lo más brillante (representó a su país en la Walker Cup y en la Palmer Cup ) y estudió la carrera gracias a una beca de la Fundación de Arnold Palmer.

Luego, ya como profesional, estrenó su palmarés por duplicado en 2011 (Wyndham y Deutsche Bank) a los 24 años. La campaña siguiente se proclamó ganador del Open USA y en 2013/14 del torneo de Las Vegas. Tanto éxito le llevó a formar parte de los equipos americanos de la Ryder Cup y la Presidents Cup en dos ocasiones cada uno. Y hasta ahí llegaron los buenos momentos.

Se acabó la magia

Como si se le hubieran consumido sus poderes, de repente todo cambió para el de Carolina del Norte. En 2015 y 2016 perdió el toque y sus resultados cayeron en picado, hasta que un consejo inesperado de su compañero Tim Clark a la hora de patear le permitió hacer un click en su rendimiento. El apoyo de su caddy Paul Tesori, también fue fundamental para recuperar la senda ganadora, como demostró este fin de semana en Sawgrass. «Nunca perdí la fe, sabía que podía volver a ganar, y trataba de honrar la memoria de mi padre», reconoció emocionado al terminar. Aunque el domingo fue el día de la madre y le quería dedicarle a ella la victoria, sabía que el recuerdo de quien le hizo golfista iba a estar siempre presente. Y, tampoco podía olvidarse de Dios, al que siempre alaba. «Le debo el triunfo a él, por la fuerza que me da para trabajar cada día y no cejar nunca en el intento».

Webb, a su manera, sigue honrándole de la mejor manera que sabe: jugando al golf y rezando. Tiene un grupo de lectura bíblica con Bubba Watson y Stewart Cink y no es raro verles orar en los oficios dominicales de los campos de golf. Son jugadores de fuertes convicciones.

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