Ruth Beitia
Ruth Beitia - EFE

Día Internacional de la MujerEllas triunfan, pero no ganan

Las deportistas españolas todavía están lejos de competir en igualdad de condiciones, aunque no ceden en su empeño por continuar ampliando el palmarés español

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Los éxitos brillan en las fotos, en los cuellos de las protagonistas, en las portadas para la hemeroteca. Eclipsan las lesiones, el agotamiento por las noches, la pereza por las mañanas, las ganas de dejarlo todo, las frustraciones. Incluso se olvidan las injusticias. En el podio, las medallas y los títulos pueden con todo. Es en el día a día cuando florecen con fuerza la rabia por no llegar, por no ser mejor, por no alcanzar las metas propuestas. Por falta de confianza propia o por zancadillas que aparecen en el camino. Las deportistas españolas siguen, a pesar de todo, y de todos. Es lo que saben y quieren hacer. Pero también tienen sus exigencias. Si han conseguido mucho con lo justo, ellas mismas imaginan de lo que serían capaces con más.

Con lo que les corresponde.

«Cada deportista tiene un caso, pero muchos son comunes: falta de financiación, falta de recurso, falta de ayuda, desigualdad. Una de las directrices es que se aplique la Ley de Igualdad, que es básico. Esta ley establece que el 50 % de los recursos tiene que ser repartido en partes iguales entre mujeres y hombres. No vamos a parar hasta lograrlo», subraya Mar Mas, presidenta de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP).

Sin cobertura legal

Todavía queda un mundo para eso, pues la mayoría de las ligas femeninas no son profesionales. No existen contratos de trabajo ni cotización a la Seguridad Social. «Yo siempre he tenido la suerte de tener un contrato regularizado, pero soy consciente de que no. Coticé hace diez años. Coincidió con el boom de la vivienda y había dinero de los patrocinadores. Te hace sentir profesional. La crisis afectó mucho y ahora estamos en esa fase que no está a peor y parece que está levantándose. Hay varios clubes con contratos regularizados y otros que lo están intentando», explica Eli Pinedo, exjugadora de balonmano. «No existe un marco jurídico que ampare a las deportistas. Ojo, tampoco a ellos, pero en la Asociación luchamos por ellas, y de refilón seguro que los deportistas de deportistas minoritarios también se benefician. Pero es que ellas parten de un escalón muy inferior. No hay un estatuto del trabajador que proteja los derechos de las mujeres. Con poder competir y jugar en un equipo la satisfacción es inmediata, pero no podemos dejar que los clubes o las federaciones te digan: “si quieres competir, firma esto”, sin poder rechistar si hay cláusulas antiembarazo o luchar por los derechos de imagen o por estar dadas de alta en la Seguridad Social. Ellas tiene que centrarse en entrenarse, por supuesto. Pero el problema llega cuando ves que tú haces tu trabajo y consigues tus éxitos y no recibes nada a cambio y ellos sí. O cuando te planteas que has dedicado toda tu vida a ganar por tu país y no has cotizado ni un solo día», comenta Mas.

Y si falta profesionalización en el deporte practicado por mujeres, las marcas no llegan. El fútbol parece estar despertando y esperan seguir desperezándose y «contagiar» a las demás federaciones: «Es un círculo. Poco a poco está aumentando el apoyo de las marcas. Pero está costando, hasta que no haya profesionalización y los medios no han venido, las marcas no estaban teniendo ese interés. Ojalá a la larga podemos mantener y ampliar estos patrocinadores», señala Olga García, futbolista del Barcelona. «Solo con ayudas públicas no da para todos, Que la empresas privadas apuesten más por el deporte femenino. Es una inversión en valores, está en pleno auge, hay muchísimos éxitos y hoy en día no deberíamos hacer diferencia entre chicos o chicas. Solo éxitos», completa Pinedo.

Sin ayudas

Ellas están dispuestas a sacrificar horas, amigos, familia, estudios, trabajo e incluso su propio dinero por conseguirlos. «Al principio de empezar a competir no tenía zapatillas de ciclismo de mi número. Tengo un número pequeño y todos empezaban desde un número más alto porque eran para chicos. Y la primera competición que tuvimos fue con la equipación de los chicos porque no había otra, y nos apretaba un montón en las piernas. Ahora eso está solucionado, así que vamos a mejor, pero seguimos teniendo más dificultades en encontrar patrocinios. Entiendo que quien tenga más éxitos consiga más, pero si tenemos los mismos...», dice Míriam Casillas, triatleta olímpica. «A la selección absoluta la respetan, pero en categorías inferiores sí que han tenido que pagarse parte de los viajes o de los torneos para poder competir. Nosotras, como digo, no hemos llegado a eso, pero si es necesario para mejorar y seguir ascendiendo en el ranking creo que a ninguna nos hubiera importado», explica Beatriz Pérez, jugadora de hockey. Está en su ADN, en su forma de vivir el deporte. Quizá se han acostumbrado a pelear siempre más: por jugar en el equipo de chicos, por tener un campo a una hora decente, por conseguir el mismo equipo técnico…

«Cuando comencé a jugar a fútbol nos dejaban los campos libres a partir de las 8 de la tarde. Así que llegábamos a casa sobre las doce de la noche, y al día siguiente a la universidad o al trabajo. Ahora, poco a poco, hemos ido consiguiendo en algunos clubes los entrenamientos por la mañana, fisioterapeutas, gimnasio, charlas en temas nutricionales. Sé que en todos no, pero esto es una pequeña evolución positiva. Y ojalá las que vengan detrás lo puedan tener incluso más fácil y gozar de esto y más», subraya García.

Sin visibilidad

Pero no solo hay zancadillas en el campo, en la pista o en la piscina. También en la sociedad misma y, con más foco, en los medios de comunicación. «Si a una niña de seis años le dice que no puede jugar a fútbol, con doce no creerá que pueda ser astronauta», añade Más. «A mi hija ya le han dicho que no puede seguir jugando con los niños. Y me lo recrea así, señalando con el dedo, como se lo han dicho a ella», cuenta Clara Sainz de Baranda, investigadora y profesora de la Universidad Carlos III de Madrid. «Es un problema de educación. Los medios de comunicación aumentan y visibilizan el problema, por el alcance que tienen», continúa.

«Solo en un 5 % de las noticias deportivas aparecen mujeres, aunque esto no significa que se hable de sus éxitos porque en esas “noticias” también se incluye como “mujer” a la novia de tal o cual deportista. Y se paga con los impuestos de todos, porque la televisión pública tiene que establecer ese marco igualitario. Está en la ley. Una televisión o una radio pública no tiene que medirse por audiencia, sino por ley. Es impuestos de todos y es para todos», puntualiza Mas. Y Sainz de Baranda, autora de Mujeres y deporte en los medios de comunicación: estudio de la prensa deportiva española (1979-2010), agrega: «El deporte es una forma de llegar al público joven. Si yo le digo a un chico que cada día abre un periódico que los hombres van delante de las mujeres, que ellas o tiene solo nombre o no tienen apellidos, que son las chicas de tal, que no aparecen en los titulares, que van, si aparecen, en las últimas páginas o incluso en la contraportada en bolas… ¿cómo le voy a decir que respete a su pareja? El mensaje constante de los medios de comunicación, por la forma, el tamaño de letra, el espacio, etcétera, es que la mujer es menos».

«Y no somos buenas solo un día. Necesitamos visibilidad y continuidad. El fútbol femenino suele aparecer en momentos puntuales, no como los chicos, que es siempre», apunta García. «Que se nos vea es una forma de decir aquí estamos, para todas las niñas y niños. Es lo que los deportes minoritarios, especialmente el femenino, pedimos: que se nos apoye porque somos los ejemplos que pueden servir para el futuro, para la cantera. Que se nos vea y que se confíe en nosotras, que lo vamos a dar todo por ganar», añade Pérez. “El femenino solo sale cuando hay medallas que los ganas. Si no ganas nada, la gente ni se entera, y tenemos muchos valores que aportar a la sociedad”, indica Pinedo. «Eso sí, no quiero que me ayuden solo por ser mujer. Sino por ser profesional», concluye Casillas. Han ganado mucho, pero su meta última todavía está lejos.

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